III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13948)
Resolución de 21 de febrero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de los oficios y saberes relacionados con el bote de vela latina y la práctica de su navegación en la ría del Eo, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023

Sec. III. Pág. 83637

Eo. Es concretamente en torno al entrante costero de La Linera donde se circunscriben
desde el medievo los grupos poblacionales más notables ligados a la construcción de
naves. Se conforman durante esta época las primeras cofradías de pescadores, y
comienza a tener relevancia la fabricación de embarcaciones de reducido tamaño como
la pinaza o el batel, empleándose esencialmente para el transporte entre diferentes
poblaciones y la actividad pesquera. Vegadeo, Castropol y Ribadeo comienzan a
experimentar, desde el siglo XIII un auge comercial asociado a la construcción naval y al
comercio marítimo. La naturaleza propia de la ría, de lecho arenoso, facilitaba una
privilegiada ubicación para la varada y botadura de embarcaciones. Durante el siglo XV
los talleres de carpintería de ribera de La Linera disfrutaban de un distinguido
reconocimiento en toda la región. Para la construcción de los diversos tipos de
embarcaciones, se surtían de las maderas de castaños y robledales de los bosques
próximos. El auge de las tierras altas de los Oscos y del obispado de Mondoñedo
favorecen al entorno de la ría entre los siglos XV y XVIII por lo que su influencia como
nexo comercial incrementa y consolida la construcción naval en la zona.
La época dorada de la producción naval en todo el Cantábrico y su máximo
crecimiento se produce tras la conquista de América y el reinado de Felipe II. Cabe
destacar que en el astillero de carpintería de ribera de La Linera, fueron construidas dos
urcas (galeras) que lucharon en la Armada Invencible. Esta etapa de gran actividad de
los astilleros permanece hasta finales del siglo XVII, localizando más de veinte
carpinteros de ribera en el concejo de Castropol. Según refleja el catastro del Marqués
de la Ensenada, en 1753 había cinco carpinteros de ribera en la localidad de Figueras,
quienes ganaban aproximadamente cuatro reales al día, siendo uno de los trabajos
mejor remunerados en esta población marinera.
El incipiente desarrollo económico que experimenta durante el siglo XIX La Vega de
Rivadeo, hoy Vegadeo, favorece la actividad naviera en toda la ría. El movimiento
portuario en el muelle de El Calero de A Veiga y en los puertos de Ribadeo, Figueras y
Castropol incrementa la demanda de embarcaciones de cabotaje para el transporte de
productos llegados del extranjero, de América y de otros núcleos del reino a través de las
grandes rutas de navegación; así como también para la exportación de los excedentes
productivos en la comarca, especialmente derivados de la actividad agrícola, ganadera y
artesanal. «Un ejemplo de la hegemonía de los astilleros del Eo está en el hecho de que
entre 1840 y 1890, un 63 % del arqueo de la flota mercante asturiana se botase aquí, en
La Linera (Castropol) y en el vecino puerto de Viavélez. Esta cifra se elevaría al 82 % si
se contabilizasen los astilleros de Vegadeo y Puerto de Vega, también en el occidente de
la región» (García López, 2007: 147-173).
La aparición de los nuevos sistemas de propulsión a vapor y la construcción en hierro
trajeron consigo una transición inevitable tanto de la construcción naval en madera como
de la navegación a vela. A partir de 1860, vela y madera fueron perdiendo posiciones a
expensas del vapor y progresivamente entraron en declive. Poco a poco, los astilleros de
la zona, especializados en construcción en madera, fueron cerrando o limitando su
actividad a la construcción de pequeñas embarcaciones de pesca, entre ellas el
desarrollo de un producto único: el bote de vela latina de la ría del Eo.
Es la construcción de estas pequeñas embarcaciones de pesca lo que va a permitir
la pervivencia de la labor artesanal y el oficio desde principios del XX. De acuerdo con
las preferencias de cada cliente en cuanto a tamaños, formas y elementos auxiliares, se
van a construir principalmente botes y bateles, en los que se mantiene una continuidad
con respecto a embarcaciones de este tipo de épocas anteriores. Sus tamaños oscilan
entre los tres y siete metros, y pueden ser impulsados a remo o a vela. Debemos
recordar aquí a don Francisco Díaz Martínez «El Gondán», naviero que nació en
Berbesa, Piñera, en 1903. Fue su escuela el taller de carpintero de ribera que había en
Figueras, con los medios rústicos propios de esta labor artesanal, quien llegó a crear
en 1925 los «Astilleros Gondán».
Los Astilleros Vilabella, fundado por Florentino Fernández García, mantuvieron su
taller de carpintería de ribera en La Linera, hasta 1948, momento en que tuvo que

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