III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13947)
Resolución de 11 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de la cultura del azabache, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 83602
Interrogatorio de Tomás López, a fines del XVIII: «Las minas más famosas son las de
azabache que están en la parroquia de Oles, legua y media de esta capital [Villaviciosa],
al norte sobre la costa del mar o unos cerros pizarrosos; es firme, lustroso, admite
pulimento; de él se hacen botones, cajas, pendientes, cuentas de rosarios y mil dijes con
que comercian en Galicia, Cádiz y América».
Existen precedentes del reconocimiento de la existencia y cualidad del azabache de
Asturias en publicaciones científicas extranjeras en tempranas fechas del siglo XIX, las
cuales pudieron contribuir a su reconocimiento en el exterior: sucintas referencias como
las de Brongniart o M. Sobrino, pero hay que destacar (como en cualquier empeño
relativo a la geología y la minería en nuestra tierra) la contribución decisiva de Guillermo
Schulz. Éste trabajó con rigor y sencillez recorriendo Asturias de punta a cabo y
redactando sus escritos fundacionales: Le debemos la primera mención específica del
material que nos ocupa, que adscribió sin dudar al Jurásico.
«Desde la ría de Villaviciosa al este no aparecen en nuestro Lías las masas tan
enormes de pudinga ó (sic) arenisca gruesa (piedra fabuda) que de Tazones a Sariego,
Siero y Avilés forma gran parte de las lomas y cerros más altos. Las areniscas finas ya
abundan mucho en términos de Ruedes del concejo de Gijón y en la parte llana del
concejo de Villaviciosa, especialmente en Quintes, Villaverde y toda la Rasa de Fitorias
hasta Tazones, y no solamente, suministran excelentes piedras de construcción y para
afilar herramientas, sino que en términos de Villaverde, Careñes y Oles encierra esta
formación frecuentes y considerables ramas de azabache de calidad fina, que de antiguo
se elabora con regular perfección en Villaverde y se exporta en joyas diversas
mayormente a La Habana y otros puntos de América; siendo de notar que el azabache
basto o lignito en ramas es frecuente en toda la formación arenisca del Lías y también se
halla en el terreno de la Creta con succino pajizo ó color de miel más ó menos subido,
aunque siempre resquebrajado e inútil para elaborar.»
Tres aspectos cabe destacar, al menos, de este párrafo que le dedica: el primero, la
obvia consideración de «rama» de azabache deudora de la condición arbórea inicial del
material en el período Jurásico temprano (Lías o periodo liásico); el segundo, lo tocante
a la elaboración que ya considera histórica (al usar la expresión «de antiguo») en talleres
locales y la constatación de esa exportación con destino al continente americano, la cual
asociamos a la demanda de los emigrantes españoles y que habla de su uso en joyería.
Entre 1871 y 1873 se realizan explotaciones formales, alcanzando la producción del
primero de esos años el volumen de 60 Qm en una única mina que empleaba a 4
operarios. En 1872 ya había 4 minas, en las que se empleaban 21 obreros y la
producción fue de 478 Qm. El último año de la secuencia hubo 3 minas activas con 28
operarios, produciendo un total de 509 Qm. Estos avatares hicieron del último cuarto del
siglo XIX y del primero del siglo XX una etapa en la que, con altibajos, hubo una
producción constante y notable a la que se puso punto final en 1924 (es la fecha que se
asume como fin del laboreo minero sistemático) y cuyo destino, como veremos, era
primordialmente el Reino Unido. De este primer cuarto del siglo XX, podemos recoger el
testimonio fechado hacia 1905 de Caveda y Nava, que menciona la penalidad del trabajo
del minero del azabache desde finales del siglo XVIII hasta casi su tiempo: siempre se
mantuvo en condiciones de extrema simplicidad, con unos métodos de laboreo que
implicaban una gran penosidad.
A partir de esta fecha, la saga de los Noval sigue siendo el referente en el mundo del
azabache asturiano: comienza con Bartolomé Noval Montes, que procedía de Siero
(como otros mineros del sector) y cuya presencia está documentada en la década
de 1880 en Oles, ya en el sector productivo. Trabajaría para A. Lovelace, el vicecónsul
inglés en Gijón (ver apartado 3.3), y fue descubridor de nuevos terrenos azabacheros en
esta misma zona.
Le sucede su hijo Tomás Noval Solar y cierra la saga su hijo, nieto del primero,
Tomás Noval Barredo (1921-2008); este último comenzó a trabajar con 17 años,
en 1938, y aunque aún frecuentó ocasionalmente las galerías de la concesión familiar,
cve: BOE-A-2023-13947
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 139
Lunes 12 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 83602
Interrogatorio de Tomás López, a fines del XVIII: «Las minas más famosas son las de
azabache que están en la parroquia de Oles, legua y media de esta capital [Villaviciosa],
al norte sobre la costa del mar o unos cerros pizarrosos; es firme, lustroso, admite
pulimento; de él se hacen botones, cajas, pendientes, cuentas de rosarios y mil dijes con
que comercian en Galicia, Cádiz y América».
Existen precedentes del reconocimiento de la existencia y cualidad del azabache de
Asturias en publicaciones científicas extranjeras en tempranas fechas del siglo XIX, las
cuales pudieron contribuir a su reconocimiento en el exterior: sucintas referencias como
las de Brongniart o M. Sobrino, pero hay que destacar (como en cualquier empeño
relativo a la geología y la minería en nuestra tierra) la contribución decisiva de Guillermo
Schulz. Éste trabajó con rigor y sencillez recorriendo Asturias de punta a cabo y
redactando sus escritos fundacionales: Le debemos la primera mención específica del
material que nos ocupa, que adscribió sin dudar al Jurásico.
«Desde la ría de Villaviciosa al este no aparecen en nuestro Lías las masas tan
enormes de pudinga ó (sic) arenisca gruesa (piedra fabuda) que de Tazones a Sariego,
Siero y Avilés forma gran parte de las lomas y cerros más altos. Las areniscas finas ya
abundan mucho en términos de Ruedes del concejo de Gijón y en la parte llana del
concejo de Villaviciosa, especialmente en Quintes, Villaverde y toda la Rasa de Fitorias
hasta Tazones, y no solamente, suministran excelentes piedras de construcción y para
afilar herramientas, sino que en términos de Villaverde, Careñes y Oles encierra esta
formación frecuentes y considerables ramas de azabache de calidad fina, que de antiguo
se elabora con regular perfección en Villaverde y se exporta en joyas diversas
mayormente a La Habana y otros puntos de América; siendo de notar que el azabache
basto o lignito en ramas es frecuente en toda la formación arenisca del Lías y también se
halla en el terreno de la Creta con succino pajizo ó color de miel más ó menos subido,
aunque siempre resquebrajado e inútil para elaborar.»
Tres aspectos cabe destacar, al menos, de este párrafo que le dedica: el primero, la
obvia consideración de «rama» de azabache deudora de la condición arbórea inicial del
material en el período Jurásico temprano (Lías o periodo liásico); el segundo, lo tocante
a la elaboración que ya considera histórica (al usar la expresión «de antiguo») en talleres
locales y la constatación de esa exportación con destino al continente americano, la cual
asociamos a la demanda de los emigrantes españoles y que habla de su uso en joyería.
Entre 1871 y 1873 se realizan explotaciones formales, alcanzando la producción del
primero de esos años el volumen de 60 Qm en una única mina que empleaba a 4
operarios. En 1872 ya había 4 minas, en las que se empleaban 21 obreros y la
producción fue de 478 Qm. El último año de la secuencia hubo 3 minas activas con 28
operarios, produciendo un total de 509 Qm. Estos avatares hicieron del último cuarto del
siglo XIX y del primero del siglo XX una etapa en la que, con altibajos, hubo una
producción constante y notable a la que se puso punto final en 1924 (es la fecha que se
asume como fin del laboreo minero sistemático) y cuyo destino, como veremos, era
primordialmente el Reino Unido. De este primer cuarto del siglo XX, podemos recoger el
testimonio fechado hacia 1905 de Caveda y Nava, que menciona la penalidad del trabajo
del minero del azabache desde finales del siglo XVIII hasta casi su tiempo: siempre se
mantuvo en condiciones de extrema simplicidad, con unos métodos de laboreo que
implicaban una gran penosidad.
A partir de esta fecha, la saga de los Noval sigue siendo el referente en el mundo del
azabache asturiano: comienza con Bartolomé Noval Montes, que procedía de Siero
(como otros mineros del sector) y cuya presencia está documentada en la década
de 1880 en Oles, ya en el sector productivo. Trabajaría para A. Lovelace, el vicecónsul
inglés en Gijón (ver apartado 3.3), y fue descubridor de nuevos terrenos azabacheros en
esta misma zona.
Le sucede su hijo Tomás Noval Solar y cierra la saga su hijo, nieto del primero,
Tomás Noval Barredo (1921-2008); este último comenzó a trabajar con 17 años,
en 1938, y aunque aún frecuentó ocasionalmente las galerías de la concesión familiar,
cve: BOE-A-2023-13947
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Núm. 139