III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13947)
Resolución de 11 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de la cultura del azabache, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023

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económicas. En la exposición de Londres de 1851, a la que ya hicimos mención, también
se presentaron artículos a la moda victoriana ejecutados en este material.
Ya en las postrimerías de esa centuria se descubre, por un lado, el llamado
«azabache francés» (un vidrio moldeado procedente de Bohemia y de color rojo oscuro,
con presencia de plomo, que adquiría el color negro al ir sobre placas metálicas de ese
color, también llamado french jet) y, por otro, la galatita: también llamado marfil artificial o
hueso artificial, es un material plástico duro obtenido a partir de la caseína y el formol (de
ahí que puede denominarse caseína-formaldehído), cuyo uso fue común en Francia y
Alemania en las segunda y tercera décadas del siglo XX, para hebillas, botones, peines y
piezas asimilables a joyería.
En el siglo XX, se introdujo la baquelita: se trata de la primera sustancia plástica
totalmente sintética, creada en 1907 y nombrada así en honor a su inventor, el
estadounidense de origen belga Leo Bakeland. Se trata de un fenoplástico que se puede
moldear en caliente hasta solidificarse. También en esa centuria se descubrieron las
resinas epoxi (una clase de polímeros y prepolímeros reactivos, con múltiples
aplicaciones, que se intentaron comercializar desde el primer tercio del siglo XX
en USA): todavía se usan en el presente aparentando ser azabache al incorporar virutas
o polvo de este mineral. En estos casos, se utilizan moldes en el proceso, un sistema
que permite la repetición muy conseguida de piezas hasta entonces realizadas por talla
compleja del azabache.
Precisamente en esta proliferación de materiales, así como en su uso generalizado
en lo que calificaríamos de bisutería formalmente comparable a la artesanía o a la alta
joyería en azabache, reside la dificultad para saber a ciencia cierta si la pieza que se nos
presenta es una falsificación o la auténtica gema: quien no sea experto no podrá
diferenciarlo y el que lo sea tendrá que recurrir a una lupa. Desde luego, a simple vista
(en la exposición en una vitrina, por ejemplo) y, por supuesto, en una fotografía antigua
(blanco y negro, escaso detalle) es imposible determinar su autenticidad.
Lo relevante como deducción es que se mantuvo secularmente la consideración de
su valor y, por ese motivo, se intentó copiar o reproducir con formas similares: es un
elemento de prestigio social hasta nuestros días, auténtico o no. La artesanía, la joyería
o la indumentaria que incorporan el azabache o sus imitaciones denotan unánimemente
el valor que se le da a este producto: esa es la deducción fundamental.
2. Antecedentes históricos: los conocimientos y prácticas de la extracción del
mineral. Sobre la historia de la explotación del azabache en nuestra tierra ya se ha
escrito, volviendo comúnmente la bibliografía a los mismos datos y referencias,
agregándose el conocimiento arqueológico de algunas minas en época más reciente. De
cualquier modo, el hecho de que haya transcurrido prácticamente un siglo desde el
abandono de las labores a gran escala y un par de décadas de los últimos trabajos, deja
claro que como fenómeno se ha extinguido y que no abundan las referencias para
documentarlo como si estuviera activo.
En palabras del arqueólogo Rogelio Estrada, «la minería del azabache, localizada en
la marina de Villaviciosa, es sin duda uno de los rasgos definitorios o referentes
históricos claves para entender el desarrollo de esa área del Concejo. Los trabajos
extractivos sistemáticos parecen haber dado comienzo en la Edad del Hierro, como
evidencia su localización en los poblados de la fase más antigua de este período,
documentados en las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el entorno de la
ría de Villaviciosa, siendo su momento de máximo apogeo en época bajomedieval e
inicio de la Edad Moderna».
De hecho, si nos remontamos en el tiempo, aparecen referencias en el Archivo de
Simancas: Una concesión minera para la explotación de azabache en la zona de
Villaviciosa en 1675. Mediado el siglo XVII se reducen las peregrinaciones y decae la
llamada industria azabachera: En 1753 solo había cuatro minas en la parroquia de Oles,
habiéndose abandonado otras muchas. Antonio Carreño y Cañedo, en 1787, recoge la
existencia de minas de azabache en Oles refiriéndose de igual modo a su gran calidad.
Se ha citado igualmente, por ser ilustrativo, un pasaje recogido en las Respuestas al

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