III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13947)
Resolución de 11 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de la cultura del azabache, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
32 páginas totales
Página
Zahoribo únicamente muestra información pública que han sido publicada previamente por organismos oficiales de España.
Cualquier dato, sea personal o no, ya está disponible en internet y con acceso público antes de estar en Zahoribo. Si lo ves aquí primero es simple casualidad.
No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
Cualquier dato, sea personal o no, ya está disponible en internet y con acceso público antes de estar en Zahoribo. Si lo ves aquí primero es simple casualidad.
No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 83614
acomodadas que se generalizó en Europa. De hecho, la presencia del azabache se ha
documentado en ajuares funerarios desde épocas remotas, lo que resultaría indicativo de
esta vinculación histórica entre azabache, muerte y su simbología. En este sentido, los
aderezos de azabache cumplen por su color con el canon de la manifestación del luto y,
por su carácter precioso, son del gusto de nobleza y alta burguesía. De inmediato y por
asimilación, las clases más populares buscan emular esos hábitos mediante piezas de
inferior calidad, muchas de ellas de producción industrial, con formas semejantes a las
anteriores y para el mismo propósito luctuoso: Resultaría un tanto inexacto denominar
joyería estas manifestaciones.
Entendiendo por luto el conjunto de manifestaciones exteriores basadas en normas
sociales (ropa y accesorios, primordialmente) que expresan la aflicción por la pérdida de
un ser querido y siguiendo la tradición de asociar esa muerte a la oscuridad (y al negro
en consecuencia, algo que en España se institucionalizó ya en el siglo XVI con Felipe II,
aunando las cualidades de austeridad y grandeza), entenderemos el contexto general en
el que nos movemos. En este sentido, deseamos mencionar como precedente relevante
una excepcional pieza de joyería religiosa, vinculada al luto, conservada en el Museo de
la Iglesia de Oviedo: Se trata de una cruz procesional de azabache, con esmaltes, de
principios del siglo XVI y que, por el modelo formal e iconográfico, corresponde al estilo
gótico, montada sobre un pie posterior realizado en plata, ya de tipo renacentista.
Es un delicado trabajo de glíptica que en los sucesivos inventarios de la catedral se
refería su dedicación «para las funciones de entierros y aniversarios». Indica la doctora
en historia del arte, profesora Kawamura, cómo el color negro se viene asociando con el
luto en la cultura cristiana pero también la rareza de una cruz de grandes dimensiones
que sirva a procesiones funerarias, como ésta, de la que encuentra un par de ejemplos
comparables: una de la catedral de Santiago, que fue restaurada por Fernando Mayer y
cuyo diseño es similar a la ovetense; otra, en la de Orense, de tipo gajos. Recuerda esta
experta en arte sacro cómo «el hecho de que esta magnífica cruz de azabache se
conserve en la Catedral de Oviedo es el testigo de que Asturias es la tierra donde se
extraía el azabache de mejor calidad dentro de España»; no obstante, no hay
conocimiento del posible taller donde se habría manufacturado la pieza. Nos interesa
entonces la ratificación del uso del azabache en un contexto fúnebre anterior al siglo XIX.
Ahora bien, a este respecto las tornas habrán de cambiar llegados a las postrimerías
del XVIII y en la siguiente centuria. Según Philippe Ariès, la conceptualización de la
«muerte ajena» surge en el Romanticismo y se volverá común en el siglo XIX: la
transformación de la afectividad hace que se enfatice el vínculo de unión (familiar o
amical), que se viva la muerte como un hecho atroz y que se produzca una rebelión
contra la fatalidad que se advierte con una exaltación sentimental. Esto motiva que,
asumiendo la mujer entonces el rol de «ángel del hogar», reducida al ámbito privado y
contenedora de valores tales como la moral, se le asigne en consecuencia la
preservación del recuerdo, deviniendo crucial su papel como «portadora del luto». Así
que el luto será básicamente femenino y la mujer deberá escenificar inicialmente ese
dolor de manera evidente para, luego, desaparecer de la vida social, logrando que esa
manifestación suscite respeto ante su «desamparo». Hay etapas establecidas con las
que son acordes ropas, accesorios y comportamientos: la vestimenta, como código de
comunicación inequívoco, austera y negra, va de la mano de adornos entre los que logra
relevancia el azabache entre los grupos nobles y burgueses. Como ya hemos visto, otros
productos (industriales o más económicos) serán los elegidos por quienes buscan
asimilarse a ellos. En una sociedad como la decimonónica, jerarquizada y cimentada
sobre la imagen exterior, el luto forma parte del simbolismo del estatus social femenino.
Del mismo modo, aunque ahora nos refiramos a la joyería (y bisutería) del luto, esta
habrá de ir unida a una indumentaria del mismo color (más adelante grises, lilas y
malvas) en las que pasamanería, bordados y otros aditamentos negros refuerzan esas
mismas convenciones.
En este mismo sentido, como ya se ha mencionado antes (al abordar la exportación
del mineral asturiano con destino Reino Unido en la segunda mitad del XIX), tuvo un
cve: BOE-A-2023-13947
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 139
Lunes 12 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 83614
acomodadas que se generalizó en Europa. De hecho, la presencia del azabache se ha
documentado en ajuares funerarios desde épocas remotas, lo que resultaría indicativo de
esta vinculación histórica entre azabache, muerte y su simbología. En este sentido, los
aderezos de azabache cumplen por su color con el canon de la manifestación del luto y,
por su carácter precioso, son del gusto de nobleza y alta burguesía. De inmediato y por
asimilación, las clases más populares buscan emular esos hábitos mediante piezas de
inferior calidad, muchas de ellas de producción industrial, con formas semejantes a las
anteriores y para el mismo propósito luctuoso: Resultaría un tanto inexacto denominar
joyería estas manifestaciones.
Entendiendo por luto el conjunto de manifestaciones exteriores basadas en normas
sociales (ropa y accesorios, primordialmente) que expresan la aflicción por la pérdida de
un ser querido y siguiendo la tradición de asociar esa muerte a la oscuridad (y al negro
en consecuencia, algo que en España se institucionalizó ya en el siglo XVI con Felipe II,
aunando las cualidades de austeridad y grandeza), entenderemos el contexto general en
el que nos movemos. En este sentido, deseamos mencionar como precedente relevante
una excepcional pieza de joyería religiosa, vinculada al luto, conservada en el Museo de
la Iglesia de Oviedo: Se trata de una cruz procesional de azabache, con esmaltes, de
principios del siglo XVI y que, por el modelo formal e iconográfico, corresponde al estilo
gótico, montada sobre un pie posterior realizado en plata, ya de tipo renacentista.
Es un delicado trabajo de glíptica que en los sucesivos inventarios de la catedral se
refería su dedicación «para las funciones de entierros y aniversarios». Indica la doctora
en historia del arte, profesora Kawamura, cómo el color negro se viene asociando con el
luto en la cultura cristiana pero también la rareza de una cruz de grandes dimensiones
que sirva a procesiones funerarias, como ésta, de la que encuentra un par de ejemplos
comparables: una de la catedral de Santiago, que fue restaurada por Fernando Mayer y
cuyo diseño es similar a la ovetense; otra, en la de Orense, de tipo gajos. Recuerda esta
experta en arte sacro cómo «el hecho de que esta magnífica cruz de azabache se
conserve en la Catedral de Oviedo es el testigo de que Asturias es la tierra donde se
extraía el azabache de mejor calidad dentro de España»; no obstante, no hay
conocimiento del posible taller donde se habría manufacturado la pieza. Nos interesa
entonces la ratificación del uso del azabache en un contexto fúnebre anterior al siglo XIX.
Ahora bien, a este respecto las tornas habrán de cambiar llegados a las postrimerías
del XVIII y en la siguiente centuria. Según Philippe Ariès, la conceptualización de la
«muerte ajena» surge en el Romanticismo y se volverá común en el siglo XIX: la
transformación de la afectividad hace que se enfatice el vínculo de unión (familiar o
amical), que se viva la muerte como un hecho atroz y que se produzca una rebelión
contra la fatalidad que se advierte con una exaltación sentimental. Esto motiva que,
asumiendo la mujer entonces el rol de «ángel del hogar», reducida al ámbito privado y
contenedora de valores tales como la moral, se le asigne en consecuencia la
preservación del recuerdo, deviniendo crucial su papel como «portadora del luto». Así
que el luto será básicamente femenino y la mujer deberá escenificar inicialmente ese
dolor de manera evidente para, luego, desaparecer de la vida social, logrando que esa
manifestación suscite respeto ante su «desamparo». Hay etapas establecidas con las
que son acordes ropas, accesorios y comportamientos: la vestimenta, como código de
comunicación inequívoco, austera y negra, va de la mano de adornos entre los que logra
relevancia el azabache entre los grupos nobles y burgueses. Como ya hemos visto, otros
productos (industriales o más económicos) serán los elegidos por quienes buscan
asimilarse a ellos. En una sociedad como la decimonónica, jerarquizada y cimentada
sobre la imagen exterior, el luto forma parte del simbolismo del estatus social femenino.
Del mismo modo, aunque ahora nos refiramos a la joyería (y bisutería) del luto, esta
habrá de ir unida a una indumentaria del mismo color (más adelante grises, lilas y
malvas) en las que pasamanería, bordados y otros aditamentos negros refuerzan esas
mismas convenciones.
En este mismo sentido, como ya se ha mencionado antes (al abordar la exportación
del mineral asturiano con destino Reino Unido en la segunda mitad del XIX), tuvo un
cve: BOE-A-2023-13947
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 139