III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13947)
Resolución de 11 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de la cultura del azabache, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023

Sec. III. Pág. 83612

marca más solicitada y más cara. Mención aparte merecía la navaja barbera Guillermo
Tell, de Solingen, Alemania: costosas y difíciles de conseguir, podían encontrarse en
ferreterías o cuchillería en Gijón. Estas navajas eran enmangadas y preparadas a gusto
de cada artesano.
La segunda herramienta imprescindible es el taladro de ballesta o de arco: de
manufactura doméstica (acostumbraba a ser fabricado por los propios artesanos),
constaba de dos partes. Por un lado tenemos el arco en sí, que se manufacturaba con
una vara de avellano y cuerda. Por otro lado está la propia broca que se solía ejecutar
partiendo de una varilla de paraguas que se afilaba hasta obtener el resultado buscado:
era lo más punzante y resistente que se podía encontrar; esta se enmangaba en un
cilindro de madera al que se tallaba una ranura por la que se enrollaba la cuerda del
arco; a diferencia de «la bailarina» que se usa en joyería, no tiene contrapeso. El
artesano utilizaba un dedil metálico para no dañarse.
Otras herramientas usadas tradicionalmente eran las limas: planas, de media caña,
de sección redonda, triangular o cuadrada… Se usaban de distinto granulado en función
de la tarea a acometer: limas de basto, entrefinas, finas y extrafinas…, y en tamaños
de caña de corte diversos. También eran enmangadas a gusto de cada cual, empleando
madera, asta de ciervo u otros materiales.
Además, se utilizaban gubias, similares a las de ebanistería, aunque muchas veces
los artesanos las elaboraban ellos mismos a partir de limas u otros materiales.
El pulido de la pieza ya tallada comenzaba haciéndose con piedras de grano,
teniendo particular fama algunas areniscas con un grano muy especial que se
conseguían en los cauces de los ríos L.lena y Riosa: éstas eran muy apreciadas para
«bucir», término que se puede definir como matar los poros, el primer desbaste.
A continuación, se continúa preparando el material con cuero, impregnado de una
suerte de carbón vegetal humedecido: ésta pasta se elaboraba a base de madera de
pino verde, quemada y molida, que se pasaba por un tamiz de alambre fino («peñera») y
cuyo polvo, muy fino, se va usando mezclado con un poco de agua para cumplir este
propósito. A continuación, se recurre al fieltro, éste a su vez impregnado del conocido
como «rojo inglés» (actualmente se usa el de la reputada marca francesa, Dialux): una
pasta que se usa desde hace décadas.
En cuanto al procedimiento, que se aprendía en la convivencia del taller y de manera
oral, de generación en generación, era el siguiente: en primer lugar, se escoge el trozo
de azabache y se comienzo por el «pelado» que consiste en separar del material los
restos que puedan quedar de la roca encajante, a navaja; los trabajos habituales eran la
creación de piezas diríamos estandarizadas, fueran pequeños amuletos hechos con la
misma herramienta, o bien la preparación de cuentas esféricas o similares (olivas,
perinas, bellotas…, según figuran en la documentación histórica), o bien trabajos más
elaborados como cuentas facetadas o gallonadas, de menor a mayor dificultad.
Como ya hemos apuntado, hay tres procesos una vez tallada la pieza: el esmerilado,
que permite eliminar los poros; el lijado (que afina, se recurre a una de grano fino) y el
pulido, que se lleva a cabo con cuero en primer lugar, fieltro y se remata con el ya
mencionado «rojo inglés». Se obtiene así el deseado efecto «espejo» que caracteriza al
azabache asturiano, sin craquelado ni fisura, que junto a su calidez, estabilidad y ligereza
definen las cualidades con las que se viene identificando el producto de nuestra tierra.
Si nos referimos a la producción actual siguiendo parámetros de producción tradicional,
se mantiene por ejemplo la producción de cuentas esféricas: tradicionalmente, se hacían a
mano, partiendo de un cilindro de mineral al que luego se le daba forma con la navaja; en
ocasiones se fijaba con el taladro de ballesta, para facilitar la tarea.
En la actualidad los artesanos buscan cómo producirlas de manera más ágil y con
inferior costo: hemos visto un interesante ejemplo en la máquina ideada por el artesano
Pedro Villanueva para hacer cuentas esféricas de azabache: se trata de un artilugio en el
que se usan sendos discos acabados en diamante (hechos específicamente por un
proveedor de marmolistas, Cureses) en el que se pueden preparar a la vez 18 piezas.

cve: BOE-A-2023-13947
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