III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-13947)
Resolución de 11 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incoa expediente para la declaración de la cultura del azabache, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 12 de junio de 2023

Sec. III. Pág. 83605

este capítulo en cualquier estudio que toque la cuestión asturiana. Seguimos a Monte en
sus reflexiones, indicando cómo el gremio de «concheiros» debió ampliar sus existencias
con piezas de azabache que encargarían fuera o comenzaron a trabajar en talleres,
hasta escindirse como secuela de aquel primitivo cabildo y convertirse en cofradía propia
en el siglo XIII. En 1443 se redactan las primeras ordenanzas de la cofradía de
azabacheros, que fueron revisadas sucesivamente hasta 1588. Existe mucha
información sobre la actividad en dichas ordenanzas, que velan siempre por la calidad y,
en consecuencia, persiguen el uso de azabache de mala calidad o las falsificaciones,
fundamentalmente.
Cabe suponer que entonces se solicitaran artesanos asturianos que instruyeran en el
oficio: hubo relaciones con el área de la marina de Villaviciosa tanto en el acopio de
material, como en el envío de piezas talladas o, lógicamente, en el trasiego personal
(que acreditan apellidos propios de esta zona en nóminas compostelanas del siglo XVI).
La relación con los artesanos también fue fecunda e intensa con la zona de León. Los
formatos fueron diversos: sencillas conchas de uso común hasta tallas de lujo, auténticas
imágenes talladas que tendrían un lugar distinguido en la casa del peregrino (o en su
capilla) tras su regreso. De esta producción asturiana, masiva y tipológicamente variada,
apenas hay vestigios pero los trabajos arqueológicos de Rogelio Estrada García, en
intervenciones sobre la antigua Puebla de Maliayo, hacen pensar que hubo una suerte
de «rúa azabachera» que identifica con la calle del Espadañal, con materiales diversos.
A partir del siglo XVI, que es de esplendor, se produce un declive de las
peregrinaciones, fruto de diversas circunstancias, que repercutió de lleno en la
azabachería: los formatos más habituales, tales como las ciguas, o bien gargantillas y
rosarios, empezaron a formar parte de la joyería popular de Castilla, León y por
supuesto, Galicia y Asturias. Las piezas que identificamos como joyería exquisita, se
orientaron al consumo religioso de gran valor artístico.
En las centurias siguientes, se redujo el número de talleres compostelanos que
crearon, no obstante, piezas extraordinarias de las que atesoran algunos, contados,
Museos. El siglo XIX supuso la extinción del oficio en Santiago que recuperaría Enrique
Mayer a finales de esa centuria: un grabador y artista de origen germánico, formado con
el asturiano Cristóbal Ordieres (al que nos volveremos a referir), quien creó escuela y al
que se le debe el relanzamiento de esa actividad y comercio.
3.2 La exportación a América. Ya ha expresado María Ángela Franco Mata, doctora
en historia del arte y directora que fue del Departamento de Antigüedades Medievales
del Museo Arqueológico Nacional, experta en escultura gótica y en también en
azabaches, que el principal mérito, que no el único, del trabajo de Valentín Monte
Carreño (2004) fue su aportación en lo tocante al azabache en América. Le seguimos
por ser la referencia incontestable y extraemos las siguientes consideraciones.
Ya hemos visto como la decadencia de la peregrinación en los términos vividos
durante el Medievo se acusa ya a fines del XVI, primero en una merma de presencia
extranjera por problemas de orden político y religioso europeos, luego una mengua de
los propios españoles, sobre todo en el XVII, afectados por la normativa y por cierto
desmerecimiento de esa actividad. Así, la que fuera pujante industria azabachera
compostelana decae y también la centralidad del comercio en Santiago, sin embargo el
comercio comenzará a abrirse a nuevas vías, sobre manera a las posibilidades que
brinda el continente americano. Los azabaches elaborados se enviaban, en un principio,
para satisfacer la demanda de nuestros españoles migrantes y luego los nativos irán
asumiendo las costumbres del conquistador o colonizador en más de uno de estos
territorios. Aparecen menciones sobre este flujo exportador de Asturias hacia América
desde el siglo XVIII, embarcándose comúnmente las partidas desde Sevilla o Cádiz,
surtiendo nuestra tierra los formatos más populares, tales como cuentas para rosario o
collar, que se engastarían en destino, pendientes y ciguas; Santiago y León procuraban
otros materiales, aunque no es una clasificación exacta. Están orientados a un uso
cotidiano, generalizado, siendo las joyas más singulares o piezas únicas objetos

cve: BOE-A-2023-13947
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