III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-12775)
Resolución de 10 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de "Los toques tradicionales de guitarra en el marco de las fiestas participativas" como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 128

Martes 30 de mayo de 2023

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determinadas zonas de España, siguieron trabajando instrumentos y configuraciones
que ya se consideraban de alguna manera obsoletos. Hasta donde podemos saber, fue
cuestión de algunos centros irradiadores más que algo generalizado, pero no podemos
pasar por alto nombres como los Alcañiz y sus sucesores, los Calvo y Ordax en Murcia
(aproximadamente durante todo el siglo XIX hasta primeras décadas del XX), los Alfocea
de Caravaca de la Cruz (una saga de nueve guitarreros desde mediados del XVIII hasta
el primer tercio del siglo XX); los Manzanera, Resalt y Miñarro en Lorca, en la segunda
mitad del siglo XIX hasta primera mitad del XX; los Casasnovas- Martorell en Mallorca en
la segunda mitad del XIX hasta primeros años del XX; José Bel, Pablo Hierro y José
Alegría en Tortosa en la segunda mitad del XIX). Todos ellos y posiblemente algunos
más, alternaron la construcción de guitarras de seis cuerdas -el estándar desde
mediados del XIX- con los instrumentos antes citados, conservando un concepto sonoro
que hundía sus raíces en los siglos XVII y XVIII y que parecía seguir teniendo cierta
demanda. Algunos de sus instrumentos perviven hoy en colecciones particulares y
museos, estando en uso o sirviendo de referente a artesanos actuales que han realizado
copias que, de una u otra forma, mantienen vivo este concepto sonoro, morfológico y
estético.
– Venta por catálogo.
Desde los últimos años del siglo XIX hasta el primer tercio del XX Valencia destacó
por ser centro productor y difusor de instrumentos a gran escala. La venta por catálogo
de constructores como Andrés Marín, Telesforo Julve o la familia Sanchordi fue
determinante en la distribución de guitarras, laúdes y bandurrias por medio país. Pero
también, según sus catálogos de guitarrillos o «guitarrones» de cinco cuerdas (que
sustituyeron a muchas variantes locales), tiples de cuatro cuerdas, tenores (¿podrían
tratarse de guitarras tenor?), «guitarras tenores de seis órdenes» y guitarras de seis
órdenes de tamaño ordinario.
– Revitalización y resurgir de los instrumentos específicos.
Durante la Guerra Civil y la posguerra, la fabricación de los instrumentos antes
citados pareció interrumpirse. Si bien era difícil conseguir un guitarro, mucho más era
encontrar constructor para guitarras de órdenes. Fue a partir de los años 70 que se
comenzó a renovar el interés por estos instrumentos, motivado en ciertos casos por
procesos de revitalización ligados a cuadrillas y hermandades de ánimas, o la
revalorización del guitarró en tierras de Valencia, Castellón y Baleares. Así es como
comenzarán a trabajar una serie de guitarreros que realizarán copias con mayor o menor
fidelidad hacia los originales. Más recientemente, otros artesanos han seguido
elaborando instrumentos tales como guitarros de varios cordajes, tenores, guitarras de
cinco órdenes, etc. La importancia de la labor de estos constructores se debe a que han
mantenido y asegurado la presencia de instrumentos específicos que aportan una
sonoridad característica a los conjuntos y, por otro lado, también aportan un papel
identitario en muchos colectivos o áreas geográficas.
Aspectos estéticos ligados a la guitarra en la tradición.

La costumbre de decorar los instrumentos de cuerda parece extendida en
determinados colectivos como rondallas o tunas, pero también se comparte con
intérpretes tradicionales. Más allá de la parte estética (embellecer) o la dimensión
identitaria de un colectivo (todos los componentes llevan los mismos adornos), en el
mundo tradicional era casi una obligación que la guitarra estuviera adornada con cintas;
con borlas, «rondadores» o «madroños» de lana; con almendras o agallas de roble
forradas con ganchillo o bien cualquier otro detalle de mucho colorido. En lugares como
la sierra madrileña o el Maestrazgo eran las mujeres de la familia las que asumían esa
tarea, a menudo con mucha meticulosidad para que la guitarra de su hijo, su hermano,
etc. luciese perfecta en las rondas o los bailes.

cve: BOE-A-2023-12775
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