III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-12646)
Resolución de 11 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de "Las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española" como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 127

Lunes 29 de mayo de 2023

Sec. III. Pág. 74067

hasta 1802, conocida como Colegio de Sordomudos de San Fernando primero y
después como Real Colegio de Sordomudos (al hacerse cargo del mismo la Real
Sociedad Económica Matritense de Amigos del País). Tras varios cambios de
emplazamiento, finalizada la Guerra de la Independencia en 1814, se le concedió una
sede en la calle del Turco, donde permaneció hasta 1866. Nuevos reglamentos y
directores hicieron avanzar a este centro, que se unió a la Escuela de Ciegos en 1842,
pasando a llamarse Real Colegio de Sordomudos y de Ciegos. No fue hasta mediados
del siglo XIX, con Juan Manuel Ballesteros a la cabeza, cuando se consiguió alcanzar lo
que muchos historiadores han llamado la «edad de oro» de la educación de las personas
sordas en España, si bien a finales de siglo, en 1880, en el II Congreso Internacional de
la instrucción de personas sordas celebrado en Milán se ratificó la prohibición del uso de
la lengua de signos en las escuelas. Y es que esta centuria trajo consigo avances y
novedades, como el Diccionario usual de mímica y dactilología (1851), de Francisco
Fernández Villabrille (1811-1864), que incluía 1500 signos descritos para su signación.
Además, con la apertura de centros educativos en el país, se avanzó en la
institucionalización de la educación de las personas sordas, sordociegas y ciegas,
facilitando la interacción lingüística y social entre ellas.
Va a ser ya en el siglo XX cuando la comunidad sorda obtenga reconocimiento
institucional de sus derechos, de su lengua y de su cultura, de la mano del del
movimiento asociativo de personas sordas de la Confederación Estatal de Personas
Sordas (CNSE), progresivamente respaldado desde el ámbito académico.
En España, en 1899, por iniciativa de Juan Mera Bardanca, nace el proyecto de crear
una asociación de personas sordas, la Sociedad de Sordomudos de Madrid, que
finalmente se constituye en 1906 de la mano de Miguel Granell y Forcadell. A partir de
ese momento el movimiento asociativo en el país sigue creciendo, con quince
asociaciones contabilizadas en 1936, momento en que se crea la Federación Nacional
de Sociedades de Sordomudos de España (FNSSE), bajo la presidencia de Juan Luis
Marroquín Cabiedas. A lo largo de la centuria este movimiento asociativo fue
evolucionando y, con la llegada de la democracia, la red asociativa vivió un momento de
expansión con la creación de federaciones autonómicas y un importante proceso de
reclamación de derechos, de reivindicación de cambios educativos y de puesta en valor
de la lengua de signos y la cultura sorda. En la actualidad, la renombrada en 2003
Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) está conformada por 18
federaciones o asociaciones de carácter autonómico que integran, a su vez, a 118
asociaciones locales de personas sordas.
4.

Las expresiones culturales signadas: Caracterización y valores patrimoniales

4.1 Cultura y comunidad sorda: Marco social de desarrollo de las expresiones
culturales signadas. El concepto de comunidad sorda –o comunidad lingüística– es
ampliamente utilizado por sociolingüistas para hacer referencia al conjunto de personas
usuarias de una lengua de signos (Massone, 2010; Hill, 2012; Lucas y Schembri, 2015;
De Meulder, 2016, entre otros). Estas comunidades son al mismo tiempo reconocidas
como minorías lingüísticas y culturales (Naciones Unidas, 2020), con una identidad y
rasgos socioculturales específicos y diferenciados que permiten hablar de una «cultura
sorda».

cve: BOE-A-2023-12646
Verificable en https://www.boe.es

Las expresiones culturales con valor patrimonial en lengua de signos son resultado
de una manera diferente de percibir y vivir el mundo derivada de la sordera. Un contexto
propio, el de la cultura sorda, en el que las comunidades sordas se sirven de la lengua
de signos como instrumento de creación y vehículo de transmisión.
Así, para abordar el objeto de la declaración como Manifestación Representativa del
Patrimonio Cultural Inmaterial, en primer lugar, conviene realizar algunas precisiones
conceptuales en torno a los elementos que vertebran, dan soporte y permiten el
desarrollo de estas expresiones culturales signadas.