III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-12646)
Resolución de 11 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de "Las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española" como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
9 páginas totales
Página
Zahoribo únicamente muestra información pública que han sido publicada previamente por organismos oficiales de España.
Cualquier dato, sea personal o no, ya está disponible en internet y con acceso público antes de estar en Zahoribo. Si lo ves aquí primero es simple casualidad.
No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 29 de mayo de 2023

Sec. III. Pág. 74066

En 2007 se aprobó la Ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las
lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral
de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. Este texto, junto a la
normativa autonómica en materia de lengua de signos, reconoce el derecho individual de
las personas sordas y sordociegas al conocimiento y uso de esta lengua en
determinados ámbitos de la vida.
En cuanto a la normativa estatal sobre patrimonio cultural, en el año 2015 se aprobó
la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial,
texto que en su título III contempla la figura de Manifestación Representativa del
Patrimonio Cultural Inmaterial, en el que se inscribe esta actuación.
3.

Evolución histórica

La evolución a lo largo del tiempo de las comunidades sordas y, por tanto, de su
cultura y expresiones, se encuentra fuertemente vinculada al desarrollo de las lenguas
de signos.
Si bien los inicios de las lenguas de signos se remontan al principio de la
comunicación lingüística entre los seres humanos, con una comunicación gestual
anterior a la comunicación vocal (Herrero, 2015), las primeras referencias escritas sobre
las personas sordas se encuentran en la Biblia y en los textos clásicos de la antigua
Roma. Hasta el siglo XII fueron consideradas incapaces de hablar, leer o escribir. No se
las educaba, ni eran reconocidas como personas responsables, estando bajo el control
de personas tutoras al valorarlas como incapaces para disponer libremente de sus
bienes o casarse.
Así, no fue hasta el siglo XVIII cuando comenzó a reconocerse la competencia
lingüística y de aprendizaje de las personas sordas, de la mano de figuras como el abad
francés L’Epée (1712-1789), quien, dedicado a la educación de las personas sordas,
defendió que su lengua natural era la lengua de signos. Previamente existen algunas
referencias que ilustran tanto el camino recorrido por la comunidad sorda en la obtención
de derechos y la reafirmación de su identidad como la percepción social general.
Encontramos en el siglo XVI el trabajo de Pedro Ponce de León (h. 1506-1584), un
monje benedictino que desarrolló un sistema de enseñanza, y a quien se atribuye el
mérito de ser el primer maestro en alfabetizar y desmutizar a los dos sobrinos sordos del
IV condestable de Castilla. Un tiempo después, en 1620, Juan Pablo Bonet (1537-1633)
publicó la primera obra relacionada con la educación sorda que se conserva, Reducción
de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos, en la que incluyó su alfabeto
demostrativo o alfabeto manual y el sistema pedagógico empleado para la rehabilitación
del habla.
En el siglo XVIII, Lorenzo Hervás y Panduro se convierte en el eje central para
comprender la evolución en esta consideración de las personas sordas en España. Su
principal obra, Escuela española de sordomudos ó Arte para enseñarles á escribir y
hablar el idioma español (1795), es considerada la primera propuesta seria de un
diccionario básico de signos en España, recopilados por el autor gracias a su trabajo
como profesor de alumnado sordo en la Escuela de Sordomudos de Roma. Allí entró en
contacto con el sistema educativo del citado abad L’Epée, quien había fundado la
primera escuela pública para personas sordas en Francia. La obra de Hervás y Panduro
es tremendamente novedosa, y, al afirmar que la lengua de signos forma parte del
lenguaje humano, demostrando la equivalencia entre la lengua de signos y la lengua
oral, se convirtió en precursor de los estudios modernos sobre las personas sordas y sus
lenguas de signos.
A finales del siglo XVIII se dieron los primeros pasos en la institucionalización de la
enseñanza de las personas sordas, a través de las llamadas escuelas de sordomudos.
La primera se creó en Madrid en 1795 por decreto del rey Carlos IV, primero en las
Escuelas Pías de Lavapiés a cargo del padre Fernández de Navarrete, y trasladada
posteriormente a la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor, donde permaneció

cve: BOE-A-2023-12646
Verificable en https://www.boe.es

Núm. 127