III. Otras disposiciones. CORTES GENERALES. Fiscalizaciones. (BOE-A-2023-6048)
Resolución de 29 de noviembre de 2022, aprobada por la Comisión Mixta para las Relaciones con el Tribunal de Cuentas, en relación con el Informe de fiscalización sobre las actuaciones de defensa contra la desertificación y de prevención y extinción de incendios forestales, ejercicio 2018.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 56

Martes 7 de marzo de 2023

Sec. III. Pág. 34114

próximas a la costa, lo que origina fuertes pendientes. A su vez, el suelo es de calidad muy dispar,
existiendo zonas amplias con suelos de escaso espesor y otras con estructuras erosionables o ya
muy compactadas. Además, la litología está afectada por un gran contraste térmico y pluviométrico.
En España la acción humana se ha manifestado en una profunda transformación del medio,
principalmente por la conversión, durante siglos, de zonas forestales arboladas en áreas urbanas,
tierras de labor y en pastos. De hecho, solo el 4 % del territorio de nuestro país permanece al
margen de transformación. A su vez, la acción humana se manifiesta en el pastoreo, el uso intensivo
de los recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, que puede llegar a ocasionar la
sobreexplotación de los acuíferos y la salinización de suelos, fenómenos que se encuentran ligados
entre sí. Estos procesos pueden dar lugar a la intrusión marina, a la movilización de aguas profundas
salobres lixiviadas y al incremento de la concentración salina por efecto de evaporación si hay
sobrantes de agua. Otra manifestación de la acción del ser humano es la contaminación de las
aguas y el suelo, que puede ser puntual o difusa. Si los niveles contaminantes son elevados se
puede dañar la cubierta vegetal.
A su vez, cabe aludir a los incendios forestales que es un fenómeno causado, la mayor parte de las
veces, por acción del hombre. Los incendios forestales causan la eliminación repentina de la
cubierta vegetal del suelo. Además, si son muy intensos, la recuperación de la vegetación resulta
muy difícil y el suelo queda desnudo y sometido a la erosión, que, si es muy intensa, no permite la
regeneración del monte quemado.
Además, hay algunos procesos sociales que también tienen incidencia indirecta en la
desertificación, como es el caso de la despoblación del medio rural, ya que favorece el abandono
de los cultivos y la desatención de las zonas forestales, cuestiones ambas que incrementan el riesgo
de desertificación.
De acuerdo con las directrices de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), la degradación del suelo opera principalmente a través de la erosión acelerada,
la compactación, el sellado, la mayor salinización, la contaminación, la pérdida de materia orgánica,
la reducción de la diversidad de especies, el descenso en la productividad del suelo y el aumento
de la escorrentía al disminuir la retención de agua. La desertificación se agrava en los territorios
donde los recursos naturales sufren un alto grado de degradación, especialmente debido a la falta
de biodiversidad, la escasa capacidad de producción del suelo y la escasez de recursos hídricos.

La desertificación tiene unos efectos sobre el medio natural de los que se pueden derivar
consecuencias negativas desde el punto de vista ambiental y económico, afectando también a la
salud de las personas. A su vez, la desertificación se traduce en un empobrecimiento de las
comunidades humanas que dependen de estos ecosistemas. En este sentido, la despoblación, a
veces denominada "desertificación humana", es a menudo una de las consecuencias de la
desertificación.
En 2018, la Comisión Europea publicó el Atlas mundial de la desertificación, que contiene mapas
de factores que pueden conducir a la desertificación, como la erosión del suelo, la salinización, la
urbanización y la migración. En este contexto, se destacan algunas conclusiones:

cve: BOE-A-2023-6048
Verificable en https://www.boe.es

En ese sentido, el suelo es un componente esencial de los ecosistemas y procesos naturales y es
el soporte físico de todos los usos territoriales. La formación del suelo es un proceso muy lento, y
cuando su tasa de agotamiento excede de su tasa de formación, el suelo se convierte en un recurso
finito y no renovable, una situación que se está acentuando significativamente en la actualidad.