III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-3103)
Resolución de 22 de diciembre de 2022, de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor de "La Cetrería en Extremadura" con carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 31

Lunes 6 de febrero de 2023

Sec. III. Pág. 17496

Desde sus inicios, esta práctica depende del uso sostenible de los recursos
naturales, de las aves de presa, de la cantera y del propio medio ambiente. Los cetreros
se implican personalmente en el cuidado de estos recursos. La actividad, por su propia
naturaleza, tiene un impacto medioambiental muy bajo; desde el principio los cetreros
han hecho suyo el concepto de "uso sostenible" y las tradiciones y la ética de la cetrería
siguen este principio. En este sentido, a medida que los países se urbanizan cada vez
más, los cetreros se comprometen con las tierras en las que vuelan sus aves y se
preocupan por mantenerlas en su estado natural para garantizar la supervivencia de
todas las especies vegetales y animales.
Asimismo, para la obtención de las propias aves, se aplican numerosas normativas a
nivel nacional e internacional. Actualmente, la práctica de la cetrería en la mayoría de los
países tiene en cuenta la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) de 1973 y el Convenio sobre la
Diversidad Biológica (CDB) de 1992. Los cetreros se esfuerzan por preservar las
condiciones de vida de las aves rapaces y sus presas, y por proteger a las aves. Muchos
centros de rehabilitación de aves rapaces heridas están dirigidos por cetreros.
De igual modo, los cetreros se consideran responsables de la protección del
patrimonio de la cetrería por su propia práctica, y muchos participan también en la
transmisión a través de la tutoría o de una enseñanza más formal.
Las limitaciones para practicar la cetrería en algunos países se deben únicamente a
la exigencia de acreditar los conocimientos pertinentes. Esta limitación está prescrita por
la ley y tiene en cuenta los intereses legítimos del bienestar y la conservación de los
animales.
En la actualidad la Cetrería, es practicada por culturas de más de 70 países (Straka,
2009). Su práctica no es masiva, ya que su desarrollo regular, implica tantas exigencias
que el número de cetreros se regula por sí mismo. Sin embargo, el bajo número de
practicantes, su alto nivel de exigencia y el escasísimo valor en el rendimiento
económico que genera, no han sido razones suficientes para que desaparezca de las
sociedades modernas. Nos encontramos ante un arte que se sostiene ancestralmente en
valores atemporales, emociones y compensaciones inmateriales que hacen que la
cetrería sea un arte que ennoblece al hombre y la mujer.
La Cetrería en España
El alto nivel de nuestra cetrería es reconocido en la comunidad internacional. Existen
cetreros y criadores españoles que trabajan y envían sus halcones a todos los rincones
del planeta, con especial interés de los países árabes.
Tradicionalmente se han empleado especies autóctonas como el Halcón peregrino
(Falco peregrinus), el Azor (Accipiter gentilis) o el Gavilán (Accipiter nisus). Desde el
Medievo se han venido importando aves rapaces para la práctica de este arte. En la
actualidad, gracias a la reproducción doméstica y, en estos casos concretos, al nulo
impacto medioambiental, se emplean también hibridaciones, fundamentalmente de
halcones.

Probablemente la modalidad cetrera de caza con halcón comenzaría en la India, en
Persia y en Mesopotamia, y desde allí pasaría al Mediterráneo islámico, a Al-Andalus y
al mundo cristiano, constituyendo una de las principales actividades de los nobles en
todas las épocas.
Algunas fuentes inducen a pensar que ya fue practicada por los celtíberos en el s. III
a.C. (Marín, 1994), pero parece que lo más probable es que la debieron traer los
visigodos (Ceballos,2007), aunque ni la documentación ni la legislación visigótica
accesible ha dejado rastros de esta práctica, por lo que el dato más antiguo que se
conoce son unas misteriosas palabras de San Isidoro de Sevilla (570-636) en sus

cve: BOE-A-2023-3103
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– Su historia.