III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-3100)
Decreto 147/2022, de 7 de diciembre, por el que se declara bien de interés cultural la localidad de Alcántara (Cáceres), con la categoría de sitio histórico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 6 de febrero de 2023
Sec. III. Pág. 17424
suponía sólo un 10 % de la población, de tal modo que, en 1432, eran 90 caballeros
sobre 700 vecinos y, en 1479, eran 64 sobre 748 vecinos.
Muchas de estas familias comenzaron a edificar magníficas mansiones. La zona de
la plaza fue para ello una de los espacios más codiciados. En ella se instalaron, no sólo
la iglesia principal, sino también, a finales del siglo XV, los edificios más representativos
del poder civil, la casa del Ayuntamiento y Audiencia, y la cárcel.
Otro colectivo importante será la población judía de Alcántara, que debió ser
considerable y muy influyente, circunstancia que motivó que esta comunidad se
convirtiera en Aljama. La comunidad hebrea se asentó en las angostas y empinadas
calles Pacheco, Balconcito, Soledad…, todas ellas con un trazado irregular, con una
arquitectura de gran uniformidad.
Ya en el siglo XVI, entre los años 1510 y 1580, gracias al impulso y apoyo económico
tanto de los monarcas administradores de la Orden de Alcántara y sus comendadores,
como de sus propios vecinos, se inicia un período de esplendor en el terreno urbanístico
y arquitectónico que va a modificar sensiblemente el trazado de sus calles y plazas con
numerosas obras civiles y religiosas. Este impulso constructivo va a suponer la
configuración de una nueva villa en lo que antes eran los arrabales de la Villa Vieja.
Alcántara se llenará de conventos, palacios y edificios de marcado carácter nobiliario.
De la arquitectura privada alcantarina nos han llegado importantes ejemplos. Se trata
generalmente de casas o palacios de los más importantes linajes de la villa, la inmensa
mayoría de ellos ligados de algún modo a la Orden de Alcántara.
En definitiva, partiendo de la plaza, la población se desarrolló longitudinalmente entre
los siglos XIII y XVI en una maraña de calles, dominada por tres importantes ramales
que atravesaban de un lado a otro el caserío y que iban prácticamente desde la fortaleza
hasta la puerta de la Magdalena, también conocida como puerta de la Concepción.
Dichos ejes eran los formados por:
La calle de la Zapatería, que corría paralela al muro sur y que, tras pasar por la plaza
de la Corredera, cambiaba su nombre por el de San Antón.
Las calles de La Soledad y de Cuatro Calles que discurrían paralelas por el centro
del arrabal y que, tras encontrarse, pasaban a llamarse de La Llanada.
La calle de la Cañada, que tras salvar una pequeña revuelta, pasaba a denominarse
de Gorbalán (hoy dividida entre Grano de Oro y Trajano). La vía lindaba con la muralla
por la parte norte y pasaba por delante del nuevo convento de San Benito.
En torno a estas grandes vías y a los edificios singulares que se habían erigido en
sus inmediaciones, fueron desarrollándose pequeños núcleos de población que, con el
tiempo, llegaron a unirse. Algunos de estos pequeños barrios iniciales los podemos
situar en las cercanías del primer hospital de Sancti Spíritu, erigido en la calle de la
Cañada a comienzos del siglo XIII, cuando la zona era un absoluto despoblado; o en
torno a la sinagoga, construida en el siglo XIV en la calle llamada hoy de la Soledad,
alrededor de la cual se desarrolló la judería.
Otros focos importantes de atracción fueron la zona del eje este más próxima al
castillo, alrededor de la cual se establecerían algunos de los gremios más numerosos de
la villa, con calles como la calle Zapatería, uno de los ejes de expansión del arrabal, con
el gremio de zapateros, o la calle Ollería, en la que tenían sus talleres los artesanos
vinculados al arte del cristal y de la forja.
El crecimiento demográfico del segundo tercio del siglo XVI conllevaría el
ensanchamiento del núcleo por sus zonas perimetrales. En el eje norte, se abrirían las
calles Torrontero y Cañada; y, en el eje sur y su entorno, las calles Corredera, Caballero
y San Antón.
Estas vías configurarán el núcleo poblacional más allá del arrabal, como la calle y
plaza de la Corredera, que se constituyeron en un espacio abierto, amplio, que rivalizaba
con la plaza mayor y será el lugar elegido por parte de la nobleza alcantarina para
edificar sus palacios y casas solariegas entre los siglos XV y XVII; la calle Llanada, que
con la calle Cuatro Calles es la continuación natural y eje central del arrabal y fue una de
cve: BOE-A-2023-3100
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 31
Lunes 6 de febrero de 2023
Sec. III. Pág. 17424
suponía sólo un 10 % de la población, de tal modo que, en 1432, eran 90 caballeros
sobre 700 vecinos y, en 1479, eran 64 sobre 748 vecinos.
Muchas de estas familias comenzaron a edificar magníficas mansiones. La zona de
la plaza fue para ello una de los espacios más codiciados. En ella se instalaron, no sólo
la iglesia principal, sino también, a finales del siglo XV, los edificios más representativos
del poder civil, la casa del Ayuntamiento y Audiencia, y la cárcel.
Otro colectivo importante será la población judía de Alcántara, que debió ser
considerable y muy influyente, circunstancia que motivó que esta comunidad se
convirtiera en Aljama. La comunidad hebrea se asentó en las angostas y empinadas
calles Pacheco, Balconcito, Soledad…, todas ellas con un trazado irregular, con una
arquitectura de gran uniformidad.
Ya en el siglo XVI, entre los años 1510 y 1580, gracias al impulso y apoyo económico
tanto de los monarcas administradores de la Orden de Alcántara y sus comendadores,
como de sus propios vecinos, se inicia un período de esplendor en el terreno urbanístico
y arquitectónico que va a modificar sensiblemente el trazado de sus calles y plazas con
numerosas obras civiles y religiosas. Este impulso constructivo va a suponer la
configuración de una nueva villa en lo que antes eran los arrabales de la Villa Vieja.
Alcántara se llenará de conventos, palacios y edificios de marcado carácter nobiliario.
De la arquitectura privada alcantarina nos han llegado importantes ejemplos. Se trata
generalmente de casas o palacios de los más importantes linajes de la villa, la inmensa
mayoría de ellos ligados de algún modo a la Orden de Alcántara.
En definitiva, partiendo de la plaza, la población se desarrolló longitudinalmente entre
los siglos XIII y XVI en una maraña de calles, dominada por tres importantes ramales
que atravesaban de un lado a otro el caserío y que iban prácticamente desde la fortaleza
hasta la puerta de la Magdalena, también conocida como puerta de la Concepción.
Dichos ejes eran los formados por:
La calle de la Zapatería, que corría paralela al muro sur y que, tras pasar por la plaza
de la Corredera, cambiaba su nombre por el de San Antón.
Las calles de La Soledad y de Cuatro Calles que discurrían paralelas por el centro
del arrabal y que, tras encontrarse, pasaban a llamarse de La Llanada.
La calle de la Cañada, que tras salvar una pequeña revuelta, pasaba a denominarse
de Gorbalán (hoy dividida entre Grano de Oro y Trajano). La vía lindaba con la muralla
por la parte norte y pasaba por delante del nuevo convento de San Benito.
En torno a estas grandes vías y a los edificios singulares que se habían erigido en
sus inmediaciones, fueron desarrollándose pequeños núcleos de población que, con el
tiempo, llegaron a unirse. Algunos de estos pequeños barrios iniciales los podemos
situar en las cercanías del primer hospital de Sancti Spíritu, erigido en la calle de la
Cañada a comienzos del siglo XIII, cuando la zona era un absoluto despoblado; o en
torno a la sinagoga, construida en el siglo XIV en la calle llamada hoy de la Soledad,
alrededor de la cual se desarrolló la judería.
Otros focos importantes de atracción fueron la zona del eje este más próxima al
castillo, alrededor de la cual se establecerían algunos de los gremios más numerosos de
la villa, con calles como la calle Zapatería, uno de los ejes de expansión del arrabal, con
el gremio de zapateros, o la calle Ollería, en la que tenían sus talleres los artesanos
vinculados al arte del cristal y de la forja.
El crecimiento demográfico del segundo tercio del siglo XVI conllevaría el
ensanchamiento del núcleo por sus zonas perimetrales. En el eje norte, se abrirían las
calles Torrontero y Cañada; y, en el eje sur y su entorno, las calles Corredera, Caballero
y San Antón.
Estas vías configurarán el núcleo poblacional más allá del arrabal, como la calle y
plaza de la Corredera, que se constituyeron en un espacio abierto, amplio, que rivalizaba
con la plaza mayor y será el lugar elegido por parte de la nobleza alcantarina para
edificar sus palacios y casas solariegas entre los siglos XV y XVII; la calle Llanada, que
con la calle Cuatro Calles es la continuación natural y eje central del arrabal y fue una de
cve: BOE-A-2023-3100
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Núm. 31