III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2022-14724)
Decreto 84/2022, de 28 de junio, por el que se declara bien de interés cultural "La Montería y la Rehala en Extremadura" con el carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Jueves 8 de septiembre de 2022

Sec. III. Pág. 124633

propiedad de la tierra, la ampliación del derecho a caza a toda la población. Todas estas
variables afectaron a la montería.
Del carácter propedéutico de la caza como preparación para la guerra encontramos
referencias en tratados medievales, como El libro de la caza de aves de Pedro López de
Ayala. En época medieval destacan las obras Paramientos de la Caza, mandada escribir
por Sancho VI de Navarra (1180), Libro de la Montería, de Alfonso XI de Castilla, escrito
en la segunda mitad del siglo XIII; y el Tratado de la montería del siglo XV, del Duque de
Almazán.
Respecto a las regulaciones sobre el ejercicio de la caza, hay noticias en las Partidas
de Alfonso X el Sabio. Las regulaciones aparecen en los restantes reinos cristianos
peninsulares. En 1180 aparece el Código de las Monterías, durante el reinado de Sancho
IV de Navarra, aunque hay noticias anteriores de Sancho Fernández, Conde de Castilla,
donde se mencionan a los monteros que acompañaban al rey en las cacerías.
Por lo que respecta a la caza mayor, Alfonso XI de Castilla, en el Libro de la montería
se refiere a la caza del venado. Es este el primer tratado montero pues el libro segundo
de los capítulos XIII al XX, detalla el trabajo de los «monteros de traílla» y los «monteros
de lebrel». Aquí tenemos descrito el origen de los actuales rehaleros. Además de
describir distintas formas de caza se mencionan comarcas de importancia cinegética. En
el libro III adquieren un notable protagonismo los montes extremeños, de los que se citan
más de 200, con indicación de sus vocerías y armadas, en los que abunda el oso y el
jabalí.
Diálogos de la montería, atribuida a Luis de Barahona Soto, y redactada
posiblemente a mediados del siglo XV, nos ofrece una valiosa información sobre cómo
eran las monterías medievales.
Durante la Edad Moderna, la venatoria fue ganando importancia en su práctica y en
la reflexión sobre la misma. Destacan: Diálogos de montería, del Duque de Almazán,
Discurso de la montería, de Argote de Molina, Origen y dignidad de la caza, de Juan
Mateos en el siglo XVII; el Libro de la montería, de Pedraza, del siglo XVII, y el Arte de
ballestería y montería, de Martínez de Espinar, también del siglo XVII.
La caza mayor en estos momentos era privilegiado de reyes y de nobles, tal y como
señala en 1634 Juan Mateo Ballestero, manteniendo su condición propedéutica para la
guerra. En este libro hace referencia a la presencia de los perros en las monterías, sus
razas y adiestramiento, y asimila la figura del montero a la del podenquero.
La ballesta era el arma fundamental en monterías, algo que cambió cuando a partir
del siglo XVI se generalizó el uso del arcabuz. Esto provocó cierto temor a que
disminuyera el número de piezas, como se observa en la Pragmática de 1611, que
ordenaba que no se cazara con escopeta, arcabuz, munición de pólvora, perdigones o
bala. Felipe II derogó esta prohibición, aunque aparecieron restricciones durante los
siglos XVII y XVIII.
En el siglo XVII, Martínez de Espinar en su obra Arte de ballestería y montería,
distinguía los tipos de caza. La montería y la ballestería serían la caza mayor, la volatería
de aves, se podría asimilar a la caza menor, y la «chuchuería» o «fullería mañosa» se
refería a la caza mediante utilización de redes y lazos. Durante la Edad Moderna se
sigue asimilando el término montería con la caza mayor.
En el siglo XVIII y en el aspecto didáctico de los libros venatorios, hay que destacar
la obra de Juan Manuel de Arellano: El cazador instruido, arte de catre opera y perro, a
pie y a caballo: que contiene todas las reglas condiciones al perfecto cimiento de este
exercicio. Estamos ante un completo catálogo en el que se describen distintos tipos de
caza, cobro de pieza, perros, etcétera.
José de Argullol (1884) se refiere a la división de clases dentro de la cinegética y los
lugares ocupados por cada estamento. También, a finales del siglo XIX señala esa
división entre clases de cazadores, junto con modalidades y tipos de caza.
A partir del siglo XIX, el régimen que regía la caza empieza a cambiar. Si durante la
Edad Media y la Edad Moderna, la venatoria era privilegio de unas clases privilegiadas,
la caída del Antiguo Régimen trajo consigo una apertura.

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Núm. 216