III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2022-254)
Resolución de 3 de enero de 2022, de la Dirección General de Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración del belenismo como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 5 de enero de 2022

Sec. III. Pág. 1180

A modo de apunte, ya que sería muy extenso reseñar todo el desarrollo del belén en
España, podemos exponer que ya en el siglo XVI en algunos monasterios se armaba el
belén. Sirvan a modo de ejemplo una cabalgata de los Reyes Magos, de escuela
castellana, fechada en la segunda mitad del siglo XVI conservada en el Convento de San
José de Toledo, o las noticias como las de que un beneficiado de la Catedral de Vic
(Barcelona) tenía en 1585 «unes ymages de terra, del naixement».
En este mismo siglo, y fuera ya del ámbito religioso, hubo hogares de la nobleza que
contaron con nacimientos. En 1576 el VII duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, encargó un belén para la capilla de su palacio en Sanlúcar de
Barrameda (Cádiz), aunque hasta ese momento, su esposa, doña Ana de Silva y
Mendoza, mandaba montar, en su oratorio particular, un belén desmontable sobre una
estructura de madera. Este ejemplo temprano no conservado, y además de carácter civil,
nos permite ver como el belén ya estaba desarrollado en la España del siglo XVI.
En el siglo XVII existen noticias de la presencia de belenes en palacios españoles
pero no se conservan ejemplares y en ese mismo siglo,muchos monasterios españoles
encargaron y recibieron grandes belenes, parte de los cuales fueron escenificaciones
fijas, tanto en capillas como en salas del belén; algunos de ellos se han conservado,
como el belén de las Capuchinas de Palma (Mallorca). En relación a la práctica
belenista, hubo monjas y religiosos que confeccionaban nacimientos, como la hermana
Juana de la Virgen (1605-1665) del Convento de la Inmaculada Concepción de
Barcelona, el venerable Andrés de Guadalupe (1602-1668) en una capilla de la iglesia de
Constantina (Sevilla), o la venerable Francisca Inés de la Concepción (1551-1620), del
Convento de Nuestra Señora de Belén de Cifuentes (Guadalajara), quien no solo
montaba el nacimiento, sino que «aconsejaba que cada uno lo hiciese en su casa».
En este mismo siglo llegarían varios belenes napolitanos a España y es que durante
los últimos años del Virreinato español de Nápoles, los lazos y la circulación de obras
entre Nápoles y España se intensificaron, documentándose el encargo por parte de los
virreyes españoles de numerosas obras de arte, entre las que se encontraron numerosos
belenes.
Entre los artistas destacados de la segunda mitad del siglo podemos traer aquí a la
figura de la escultora Luisa Roldán (1652–1706), autora de numerosos nacimientos.
Entre las figuras creadas por la escultora, y si conservadas, se encuentra una cabalgata
de los Reyes Magos, compuesta por 19 figuras, hoy en el Museo Nacional de Escultura.
En el siglo XVIII hay dos belenes que marcan la historia del belén en España, el
«Belén del Príncipe» y el «Belén de Salzillo», considerado este último como uno de los
belenes históricos más relevantes del arte español. Los Belenes cortesanos de tipo
napolitano contaron, como el del Príncipe, con figuras que representaban tipos
españoles, puesto que los belenes napolitanos, ya en la Península, eran completados
por escultores españoles que representaban los más variados tipos populares del país,
que convivían con los italianos. Mientras esto sucedía en la corte, el noble murciano
Jesualdo Riquelme y Fontes encargaba en 1776 al escultor Francisco Salzillo
(1707-1783) un nacimiento para su hogar. Un belén de misterios realizado para la piedad
doméstica, en el que predomina el sentido de intimidad y el desarrollo narrativo de la
historia sagrada.
Si en los siglos XVI, XVII y XVIII el belén estuvo presente en iglesias, conventos y
palacios, en el transcurso del siglo XIX se produciría la denominada «democratización
del nacimiento», generalizándose su instalación en los hogares españoles,
convirtiéndose, de esta manera, en una expresión de la cultura popular que llega hasta
nuestros días. Estos belenes hogareños tenían carácter narrativo, por lo que sus figuras
representaban diferentes escenas evangélicas, como la anunciación a la Virgen María, la
visitación de la Virgen María a su prima santa Isabel, el sueño de san José, la petición de
posada de la Virgen María y san José en Belén, el nacimiento del Niño Jesús, la huida a
Egipto de la Sagrada Familia, el taller de Nazaret, etc. Junto a ellas, había gran cantidad
de pastores, de carácter anacrónico, que reproducían los tipos populares, como
verdadero reflejo de nuestro pueblo y de sus costumbres, vestidos como los tipos de las

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Núm. 4