III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-16386)
Decreto 74/2020, de 9 de diciembre, por el que se declara bien de interés cultural del conjunto arqueológico de "La Mata" en el término municipal de Campanario (Badajoz), con la categoría de zona arqueológica.
14 páginas totales
Página
Zahoribo únicamente muestra información pública que han sido publicada previamente por organismos oficiales de España.
Cualquier dato, sea personal o no, ya está disponible en internet y con acceso público antes de estar en Zahoribo. Si lo ves aquí primero es simple casualidad.
No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
Cualquier dato, sea personal o no, ya está disponible en internet y con acceso público antes de estar en Zahoribo. Si lo ves aquí primero es simple casualidad.
No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Viernes 8 de octubre de 2021
Sec. III. Pág. 123205
que en E-5 existiese una escalera de madera que permitiera el acceso a la parte superior
de este Bastión 1, quizá aterrazada, con el fin de tener una mejor perspectiva del
exterior.
Por su parte, el torreón septentrional, identificado como Bastión 2, presenta idénticas
proporciones al anterior, aunque su estructura es diferente. Su perímetro está marcado
por un muro regular de piedra y adobe, de 1 m de anchura, y su interior hueco define la
que hemos denominado Estancia 10 (E-10). Como en el caso del Bastión 1, su
construcción redujo a la mitad la anchura de la Puerta 2. Pero además, obligó a crear un
nuevo –y ya único– acceso al edificio que imaginamos debió localizarse en su lado norte.
Lamentablemente, la alteración provocada en esta zona por la reocupación romana
impidió precisar las características y las proporciones de esta entrada.
A esta misma fase constructiva, o poco después, parece corresponder el
levantamiento, descuidado y urgente, del discreto sistema defensivo que debió rodear el
edificio principal. Éste consistió en un tosco muro perimetral de mampostería de
apenas 2 m de altura conservada, un foso de perfil en U, poco profundo y de trazado
irregular, y un terraplén de «balastro» adosado contra la cara externa del muro
perimetral, resultante de la excavación del foso. Finalmente y quizá a causa de las
necesidades de espacio generadas por dicho sistema defensivo, se definieron los
ámbitos exteriores reconocidos como E-3, E-11, 12 y E-13. El primero (E-3), de acceso
acodado, se sitúa en la misma fachada del edificio, aprovechando el espacio entre los
bastiones. Por su parte, los espacios E-11 y E-12 se sitúan en el flanco norte del edificio,
justo entre el contrafuerte y el muro perimetral. Finalmente, la Estancia 13 –muy
arrasada– se adosó contra el costado sur del edificio. Para concluir, hemos de apuntar la
existencia de un piso superior en función de la altura de los muros conservados, el
potente relleno estratigráfico que los recubre y, sobre todo, los restos de la escalera
documentados en el extremo meridional del corredor E-4. A finales del siglo V a. C., un
violento incendio provocó el derrumbe del edificio y, con ello, su abandono definitivo.
Sólo algunos siglos después, hacia el cambio de Era, el lugar sería reocupado por los
romanos.
El edificio protohistórico de «La Mata» deja entrever una estructuración compleja y
modular que, en términos generales, puede decirse participa de las diversas tradiciones
arquitectónicas orientales constatadas de un extremo a otro del Mediterráneo a partir de
la expansión colonial de fenicios y griegos. En la Península Ibérica, especial interés
ofrece para nuestro caso el proceso arquitectónico ligado a la fase colonial u
orientalizante. Una etapa ésta necesariamente abierta y en permanente revisión,
identificada a grandes rasgos con el panorama socioeconómico y cultural surgido de la
interacción entre fenicios, griegos e indígenas entre los siglos VIII y VI a. C. Lejos de ser
un proceso histórico homogéneo y estático, el Orientalizante cada vez más se nos
muestra como un fenómeno multifocal y cambiante, en cuya explicación han de valorarse
de forma interrelacionada las diferencias geográficas y culturales propias de los ámbitos
en que se desarrolla, los sistemas organizativos preexistentes a la llegada de los fenicios
y los múltiples mecanismos de contacto e interacción que debieron darse entre colonos e
indígenas y entre indígenas e indígenas. En suma, el conjunto de encuentros,
desencuentros y respuestas diferentes, en el espacio y en el tiempo, que finalmente
hicieron funcionar el sistema simbiótico de relaciones interregionales que marcaron la
historia del Suroeste durante estos siglos. En dicho panorama cultural, mestizado y
diverso a la par, es en el que debieron generarse las múltiples soluciones arquitectónicas
y tecnoculturales que, inspiradas en arquetipos orientales remotos, se reinterpretaron y
ajustaron a la escala, necesidades y particularismos de esta nueva realidad surgida en el
extremo occidental del Mediterráneo. En gran medida, dichas soluciones contribuyeron a
modelar la imagen de unos paisajes protourbanos y rurales emergentes, así como las
fórmulas de organización social, económica y simbólica vigentes hasta finales del siglo
VI a. C. en las áreas nucleares orientalizantes y, hasta algo más tarde, en la antigua
«periferia extremeña».
cve: BOE-A-2021-16386
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 241
Viernes 8 de octubre de 2021
Sec. III. Pág. 123205
que en E-5 existiese una escalera de madera que permitiera el acceso a la parte superior
de este Bastión 1, quizá aterrazada, con el fin de tener una mejor perspectiva del
exterior.
Por su parte, el torreón septentrional, identificado como Bastión 2, presenta idénticas
proporciones al anterior, aunque su estructura es diferente. Su perímetro está marcado
por un muro regular de piedra y adobe, de 1 m de anchura, y su interior hueco define la
que hemos denominado Estancia 10 (E-10). Como en el caso del Bastión 1, su
construcción redujo a la mitad la anchura de la Puerta 2. Pero además, obligó a crear un
nuevo –y ya único– acceso al edificio que imaginamos debió localizarse en su lado norte.
Lamentablemente, la alteración provocada en esta zona por la reocupación romana
impidió precisar las características y las proporciones de esta entrada.
A esta misma fase constructiva, o poco después, parece corresponder el
levantamiento, descuidado y urgente, del discreto sistema defensivo que debió rodear el
edificio principal. Éste consistió en un tosco muro perimetral de mampostería de
apenas 2 m de altura conservada, un foso de perfil en U, poco profundo y de trazado
irregular, y un terraplén de «balastro» adosado contra la cara externa del muro
perimetral, resultante de la excavación del foso. Finalmente y quizá a causa de las
necesidades de espacio generadas por dicho sistema defensivo, se definieron los
ámbitos exteriores reconocidos como E-3, E-11, 12 y E-13. El primero (E-3), de acceso
acodado, se sitúa en la misma fachada del edificio, aprovechando el espacio entre los
bastiones. Por su parte, los espacios E-11 y E-12 se sitúan en el flanco norte del edificio,
justo entre el contrafuerte y el muro perimetral. Finalmente, la Estancia 13 –muy
arrasada– se adosó contra el costado sur del edificio. Para concluir, hemos de apuntar la
existencia de un piso superior en función de la altura de los muros conservados, el
potente relleno estratigráfico que los recubre y, sobre todo, los restos de la escalera
documentados en el extremo meridional del corredor E-4. A finales del siglo V a. C., un
violento incendio provocó el derrumbe del edificio y, con ello, su abandono definitivo.
Sólo algunos siglos después, hacia el cambio de Era, el lugar sería reocupado por los
romanos.
El edificio protohistórico de «La Mata» deja entrever una estructuración compleja y
modular que, en términos generales, puede decirse participa de las diversas tradiciones
arquitectónicas orientales constatadas de un extremo a otro del Mediterráneo a partir de
la expansión colonial de fenicios y griegos. En la Península Ibérica, especial interés
ofrece para nuestro caso el proceso arquitectónico ligado a la fase colonial u
orientalizante. Una etapa ésta necesariamente abierta y en permanente revisión,
identificada a grandes rasgos con el panorama socioeconómico y cultural surgido de la
interacción entre fenicios, griegos e indígenas entre los siglos VIII y VI a. C. Lejos de ser
un proceso histórico homogéneo y estático, el Orientalizante cada vez más se nos
muestra como un fenómeno multifocal y cambiante, en cuya explicación han de valorarse
de forma interrelacionada las diferencias geográficas y culturales propias de los ámbitos
en que se desarrolla, los sistemas organizativos preexistentes a la llegada de los fenicios
y los múltiples mecanismos de contacto e interacción que debieron darse entre colonos e
indígenas y entre indígenas e indígenas. En suma, el conjunto de encuentros,
desencuentros y respuestas diferentes, en el espacio y en el tiempo, que finalmente
hicieron funcionar el sistema simbiótico de relaciones interregionales que marcaron la
historia del Suroeste durante estos siglos. En dicho panorama cultural, mestizado y
diverso a la par, es en el que debieron generarse las múltiples soluciones arquitectónicas
y tecnoculturales que, inspiradas en arquetipos orientales remotos, se reinterpretaron y
ajustaron a la escala, necesidades y particularismos de esta nueva realidad surgida en el
extremo occidental del Mediterráneo. En gran medida, dichas soluciones contribuyeron a
modelar la imagen de unos paisajes protourbanos y rurales emergentes, así como las
fórmulas de organización social, económica y simbólica vigentes hasta finales del siglo
VI a. C. en las áreas nucleares orientalizantes y, hasta algo más tarde, en la antigua
«periferia extremeña».
cve: BOE-A-2021-16386
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 241