III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-8029)
Resolución de 24 de marzo de 2021, de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor de "La Montería y la Rehala en Extremadura", con carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Viernes 14 de mayo de 2021

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pie y a caballo: que contiene todas las reglas condiciones al perfecto cimiento de este
exercicio». Estamos ante un completo catálogo en el que se describen distintos tipos de
caza, cobro de pieza, perros, etc.
José de Argullol (1884) se refiere a la división de clases dentro de la cinegética y los
lugares ocupados por cada estamento. También, a finales del siglo XIX señala esa
división entre clases de cazadores, junto con modalidades y tipos de caza.
A partir del siglo XIX, el régimen que regía la caza empieza a cambiar. Si durante la
Edad Media y la Edad Moderna, la venatoria era privilegio de unas clases privilegiadas,
la caída del Antiguo Régimen trajo consigo una apertura.
En el siglo XIX y comienzos del XX aparecen escritos de cazadores europeos sobre
su experiencia venatoria en España. Transmiten la imagen de un país con abundancia
de caza y permisividad en su captura. Descatan los escritos del británico R. Ford (1840),
«Una cacería en el Coto Doñana» y «Manual para viajeros por España y lectores en
casa» (1845). Destacan también la obra de Chapman y Buck, «Wild Spain» (1893) y
«Unexplored Spain» (1910).
López Ontiveros (1991) señala que no fue hasta el siglo XIX cuando los privilegios
cinegéticos disminuyen y la caza se abre al resto de la sociedad. Las Cortes de Cádiz
abolieron el privilegio de la caza, y en 1837 por «Real Orden de dos de febrero», se
establece que «todos los españoles pueden cazar». En 1879, se aprueba la primera
«Ley General de Caza».
López Ontiveros (1991) dedica un apartado a lo que denomina «montería
romántica». La ubica a finales del siglo XIX y principios del XX, y es calificada así por los
escritos cinegéticos de la época. La singularidad de estas monterías es relatada para
Extremadura por Antonio Covarsí. Covarsí, ilustre montero conocido por el sobrenombre
del Montero de Alpotreque, publicó cinco libros (entre 1898 y 1927), que hoy son clásicos
de la bibliografía montera: «Narraciones de un montero» (1898), «Trozos venatorios y
prácticas cinegéticas» (1911), «Grandes cacerías españolas» (1919), «Grandes cacerías
españolas» (1920) y «Entre jaras y breñales» (1927). Fundamentales también son las
obras del académico extremeño Manuel Terrón Albarrán acerca de «la importancia de la
montería como hecho cultural y la distribución de especies de caza mayor».
El Duque de Almazán señala para el periodo de 1915 a 1930 otro momento álgido de
la montería.
La actividad cinegética se populariza después de la Guerra Civil. Como señala
Ontiveros (1991) varios fueron los factores que permitieron este crecimiento: aumento
del nivel de vida, la mejora de las comunicaciones y movilidad, mayor tiempo de ocio,
etc. La «Ley General de Caza» de 1970 actualizó la normativa. Con el traspaso de las
competencias sobre caza a las comunidades autónomas, se crean distintas figuras de
gestión, cotos privados, sociales, reservas de caza, deportivos, etc, que a su vez
contrasta con la práctica eliminación de los terrenos libres de caza.
La década de los ochenta y noventa del siglo pasado fueron un momento álgido con
la generalización de las monterías. En octubre de 1994, diversas organizaciones
redactan el «Manifiesto de la Montería».
La caza mayor en las fuentes históricas
En el caso de Extremadura se puede hacer un seguimiento de la presencia de
especies de caza mayor, a través de una serie de documentos, como son los
interrogatorios o diccionarios realizados por el Estado con el objetivo de conocer su
territorio: Relaciones topográficas de Felipe II, Interrogatorio de la Real Audiencia de
Cáceres (1790), Diccionario Geográfico de Tomás López (finales siglo XVIII), Diccionario
de Pascual Madoz (mediados del siglo XIX).

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Núm. 115