III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-8029)
Resolución de 24 de marzo de 2021, de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor de "La Montería y la Rehala en Extremadura", con carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Viernes 14 de mayo de 2021

Sec. III. Pág. 57834

La importancia de la caza, y en ella la montería y la rehala, puede rastrearse a través
de fuentes y obras literarias. Es a partir de la Edad Media cuando encontramos
referencias que hace alusión a modalidades cinegéticas colectivas.
Podemos situar en la Edad Media el origen de la estrategia militar' de esta
modalidad, que ha variado con el paso de los siglos, adecuándose a las novedades
técnicas y al contexto socio-histórico. La introducción de las armas de fuego a partir del
siglo XVII, y su generalización a finales del XVIII, modificaron la montería, que pasó de
las lanzas y la ballesta al arcabuz y más tarde a la escopeta. Lo mismo ocurrió con el
cambio de la propiedad de la tierra, la ampliación del derecho a caza a toda la población.
Todas estas variables afectaron a la montería.
Del carácter propedéutico de la caza como preparación para la guerra encontramos
referencias en tratados medievales, como «El Libro de la caza de aves» de Pedro López
de Ayala. En época medieval destacan las obras «Paramientos de la Caza», mandada
escribir por Sancho VI de Navarra (1180), «Libro de la Montería», de Alfonso XI de
Castilla, escrito en la segunda mitad del siglo XIII; y el «Tratado de la montería del siglo
XV», del Duque de Almazán.
Respecto a las regulaciones sobre el ejercicio de la caza, hay noticias en las
«Partidas» de Alfonso X el Sabio. Las regulaciones aparecen en los restantes reinos
cristianos peninsulares. En 1180 aparece el «Código de las Monterías», durante el
reinado de Sancho IV de Navarra, aunque hay noticias anteriores de Sancho Fernández,
Conde de Castilla, donde se mencionan a los monteros que acompañaban al rey en las
cacerías.
Por lo que respecta a la caza mayor, Alfonso XI de Castilla, en el «Libro de la
Montería» se refiere a la caza del venado. Es este el primer tratado montero pues el libro
segundo de los capítulos XIII al XX, detalla el trabajo de los «monteros de traílla» y los
«monteros de lebrel». Aquí tenemos descrito el origen de los actuales rehaleros. Además
de describir distintas formas de caza se mencionan comarcas de importancia cinegética.
En el libro III adquieren un notable protagonismo los montes extremeños, de los que se
citan más de 200, con indicación de sus vocerías y armadas, en los que abunda el oso y
el jabalí.
«Diálogos de la Montería», atribuida a Luis de Barahona Soto, y redactada
posiblemente a mediados del siglo XV, nos ofrece una valiosa información sobre cómo
eran las monterías medievales.
Durante la Edad Moderna, la venatoria fue ganando importancia en su práctica y en
la reflexión sobre la misma. Destacan: «Dialogos de Montería», del Duque de Almazán,
«Discurso de la Montería», de Argote de Molina, «Origen y dignidad de la Caza», de
Juan Mateos en el siglo XVII; el «Libro de la Montería», de Pedraza, del siglo XVII, y el
«Arte de Ballestería y Montería»», de Martínez de Espinar, también del siglo XVII.
La caza mayor en estos momentos era privilegiado de reyes y de nobles, tal y como
señala en 1634 Juan Mateo Ballestero, manteniendo su condición propedéutica para la
guerra. En este libro hace referencia a la presencia de los perros en las monterías, sus
razas y adiestramiento, y asimila la figura del montero a la del podenquero.
La ballesta era el arma fundamental en monterías, algo que cambió cuando a partir
del siglo XVI se generalizó el uso del arcabuz. Esto provocó cierto temor a que
disminuyera el número de piezas, como se observa en la «Pragmática» de 1611, que
ordenaba que no se cazara con escopeta, arcabuz, munición de pólvora, perdigones o
bala. Felipe II derogó esta prohibición, aunque aparecieron restricciones durante los
siglos XVII y XVIII.
En el siglo XVII, Martínez de Espinar en su obra «Arte de Ballestería y Montería»,
distinguía los tipos de caza. La montería y la ballestería serían la caza mayor, la volatería
de aves, se podría asimilar a la caza menor, y la «chuchuería» o «fullería mañosa» se
refería a la caza mediante utilización de redes y lazos. Durante la Edad Moderna se
sigue asimilando el término montería con la caza mayor.
En el siglo XVIII y en el aspecto didáctico de los libros venatorios, hay que destacar
la obra de Juan Manuel de Arellano: «El cazador instruido, arte de catre opera y perro, a

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