III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-4392)
Decreto 80/2020, de 23 de diciembre, por el que se declara el Convento de la Madre de Dios de Valverde de Leganés (Badajoz) como bien de interés cultural, con la categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 20 de marzo de 2021
Sec. III. Pág. 32089
se distribuían, las celdas. En el siglo XVII, se añade a estos complejos los camarines,
asociados a la devoción mariana, dispuestos detrás del altar.
Será este modelo en la concepción y ejecución de técnicas y soluciones constructivas,
difundidas por la Orden franciscana descalza, el que se plasma en el convento de Madre
de Dios.
San Pedro de Alcántara fue el impulsor del convento. Como ministro de provincias, en
una de las visitas a la zona, señaló el lugar en el que se ubica como ideal para la
implantación de un convento descalzo. El convento se levantó en un paraje solitario donde
ya existía una humilde ermita dedicada a San Antonio de Padua, donde el religioso
franciscano Fray Antonio Reguengo practicaba una vida contemplativa y eremítica. Sobre
los restos de esa capilla se levantaría el actual convento.
Su construcción se inicia en el año 1540 y se termina de construir en 1551, siendo
guardián Fray Lorenzo de la Parra. La iglesia y la bóveda del coro son las últimas
estructuras que se levantan.
El convento, de pequeñas proporciones, sigue las directrices básicas de sobriedad,
austeridad y sencillez propias de la Reforma descalza, obedeciendo a un esquema de
fábrica humilde en la que dominan los materiales sencillos de piedra, en mampostería y
ladrillo, sin apenas decoración.
El coste de la construcción fue obra del Concejo Municipal de Valverde en su casi
totalidad y con la aportación de limosnas de particulares. A lo largo de su existencia, el
número de frailes del convento osciló entre los ocho y los dieciséis.
Con el paso del tiempo, el convento sufrió los rigores de las guerras con Portugal
debido a la situación fronteriza de la zona, lo que motivaría restauraciones y probablemente
modificaciones en los planos originales del convento.
Durante la Guerra de Restauración con Portugal (1640-1668), los frailes tuvieron que
abandonar el convento y repartirse por otros cenobios de la región. De 1645 a 1678, el
convento estuvo abandonado. Concluida la guerra, a su regreso al convento, los frailes
tendrán que reparar el edificio. Los trabajos de reconstrucción fueron muy lentos, pero, el
día 18 de abril de 1672, ya estaban reparadas las partes principales.
Durante la Guerra de Sucesión (1701-1713), el convento volvió a sufrir el abandono de
los monjes franciscanos, que regresarían una vez concluido el conflicto. De las
reparaciones que se harían en el edificio, con posterioridad al último conflicto hispano-luso,
da testimonio el esgrafiado, realizado en el claustro alto, que recoge la fecha de 1739
como momento de su reconstrucción, fase a la que cabe adscribir la nueva construcción
del Camarín de la Virgen, así como la decoración pictórica barroca de estilo portugués que
se desarrolla en el convento.
Tendremos referencias sobre el convento titulado Madre de Dios, a finales del siglo
XVIII, en 1791, en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, donde se
menciona que se encontraban en esos momentos veinte y un religioso, que no tenían
rentas, y se mantenían de las limosnas. Se hace alusión a que no existían estudios en el
convento y los frailes se ejercitaban sólo en predicar y confesar.
La Ley sobre monasterios y conventos de 25 de octubre de 1820 suprimió,
temporalmente, el convento debido a que tenía menos de 12 individuos profesos, pero los
frailes volvieron a ocuparlo después del Trienio Liberal (1820-1823).
El edificio fue abandonado de manera definitiva, en 1835, cuando el gobierno decretó
la supresión de todos los conventos y monasterios españoles. Este edificio religioso, como
tanto otros, fue objeto de la Desamortización de 1835 (Mendizábal), pasando a manos
privadas y cambiando, completamente, su uso religioso a un uso privado de carácter
agropecuario y de vivienda. Madoz, a mediados del siglo XIX, en su Diccionario geográficoestadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, hace referencia al convento
ya suprimido y enajenado, pero no menciona su estado.
En el año 1998, la propiedad del convento pasará de nuevo a manos de la Archidiócesis
de Mérida-Badajoz. Debido al grave estado de conservación en el que se encontraba el
convento, se llevó a cabo algunas actuaciones dirigidas al mantenimiento del edificio,
consistentes estas, en una nueva cubrición para la iglesia y hospedería, así como el
cve: BOE-A-2021-4392
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 68
Sábado 20 de marzo de 2021
Sec. III. Pág. 32089
se distribuían, las celdas. En el siglo XVII, se añade a estos complejos los camarines,
asociados a la devoción mariana, dispuestos detrás del altar.
Será este modelo en la concepción y ejecución de técnicas y soluciones constructivas,
difundidas por la Orden franciscana descalza, el que se plasma en el convento de Madre
de Dios.
San Pedro de Alcántara fue el impulsor del convento. Como ministro de provincias, en
una de las visitas a la zona, señaló el lugar en el que se ubica como ideal para la
implantación de un convento descalzo. El convento se levantó en un paraje solitario donde
ya existía una humilde ermita dedicada a San Antonio de Padua, donde el religioso
franciscano Fray Antonio Reguengo practicaba una vida contemplativa y eremítica. Sobre
los restos de esa capilla se levantaría el actual convento.
Su construcción se inicia en el año 1540 y se termina de construir en 1551, siendo
guardián Fray Lorenzo de la Parra. La iglesia y la bóveda del coro son las últimas
estructuras que se levantan.
El convento, de pequeñas proporciones, sigue las directrices básicas de sobriedad,
austeridad y sencillez propias de la Reforma descalza, obedeciendo a un esquema de
fábrica humilde en la que dominan los materiales sencillos de piedra, en mampostería y
ladrillo, sin apenas decoración.
El coste de la construcción fue obra del Concejo Municipal de Valverde en su casi
totalidad y con la aportación de limosnas de particulares. A lo largo de su existencia, el
número de frailes del convento osciló entre los ocho y los dieciséis.
Con el paso del tiempo, el convento sufrió los rigores de las guerras con Portugal
debido a la situación fronteriza de la zona, lo que motivaría restauraciones y probablemente
modificaciones en los planos originales del convento.
Durante la Guerra de Restauración con Portugal (1640-1668), los frailes tuvieron que
abandonar el convento y repartirse por otros cenobios de la región. De 1645 a 1678, el
convento estuvo abandonado. Concluida la guerra, a su regreso al convento, los frailes
tendrán que reparar el edificio. Los trabajos de reconstrucción fueron muy lentos, pero, el
día 18 de abril de 1672, ya estaban reparadas las partes principales.
Durante la Guerra de Sucesión (1701-1713), el convento volvió a sufrir el abandono de
los monjes franciscanos, que regresarían una vez concluido el conflicto. De las
reparaciones que se harían en el edificio, con posterioridad al último conflicto hispano-luso,
da testimonio el esgrafiado, realizado en el claustro alto, que recoge la fecha de 1739
como momento de su reconstrucción, fase a la que cabe adscribir la nueva construcción
del Camarín de la Virgen, así como la decoración pictórica barroca de estilo portugués que
se desarrolla en el convento.
Tendremos referencias sobre el convento titulado Madre de Dios, a finales del siglo
XVIII, en 1791, en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, donde se
menciona que se encontraban en esos momentos veinte y un religioso, que no tenían
rentas, y se mantenían de las limosnas. Se hace alusión a que no existían estudios en el
convento y los frailes se ejercitaban sólo en predicar y confesar.
La Ley sobre monasterios y conventos de 25 de octubre de 1820 suprimió,
temporalmente, el convento debido a que tenía menos de 12 individuos profesos, pero los
frailes volvieron a ocuparlo después del Trienio Liberal (1820-1823).
El edificio fue abandonado de manera definitiva, en 1835, cuando el gobierno decretó
la supresión de todos los conventos y monasterios españoles. Este edificio religioso, como
tanto otros, fue objeto de la Desamortización de 1835 (Mendizábal), pasando a manos
privadas y cambiando, completamente, su uso religioso a un uso privado de carácter
agropecuario y de vivienda. Madoz, a mediados del siglo XIX, en su Diccionario geográficoestadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, hace referencia al convento
ya suprimido y enajenado, pero no menciona su estado.
En el año 1998, la propiedad del convento pasará de nuevo a manos de la Archidiócesis
de Mérida-Badajoz. Debido al grave estado de conservación en el que se encontraba el
convento, se llevó a cabo algunas actuaciones dirigidas al mantenimiento del edificio,
consistentes estas, en una nueva cubrición para la iglesia y hospedería, así como el
cve: BOE-A-2021-4392
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Núm. 68