III. Otras disposiciones. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-4145)
Acuerdo 23/2021, de 25 de febrero, de la Junta de Castilla y León, por el que se declara bien de interés cultural, con categoría de zona arqueológica, el yacimiento de Soto de Medinilla (Valladolid).
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 15 de marzo de 2021

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arqueológicos, del que conocemos hasta 16 niveles de ocupación superpuestos. En
estos comparecen estructuras de hábitat de planta circular, almacenes y producciones
vasculares realizadas a mano y cocidas en hornos reductores, entre otros muchos restos
de cultura material, todo ello datado en la primera Edad del Hierro, entre el 800 y el 450
a. C.
Las primeras estructuras habitacionales son conocidas a través de la planta que
forman las huellas de los agujeros de postes detectados en las excavaciones
arqueológicas. Estas cabañas de planta circular, levantadas con material leñoso
remataban con una cubierta vegetal. Los abundantes bosques de ribera de álamos,
sauces y fresnos debieron proporcionar a las primeras gentes soteñas material
constructivo abundante para ello.
En los compases más avanzados del Primer Hierro, conocido como Soto II, las
cabañas, de unos 10 metros cuadrados de planta, ya se levantan con adobe y tapial
sobre una base igualmente circular. Bancos corridos adosados a las paredes, muros
pintados con motivos geométricos de vivos colores –rojo, blanco, amarillo y negro– sobre
la superficie de sucesivos revocos y hogares interiores caracterizan estas estructuras de
hábitat que al exterior tienen pequeños vestíbulos de acceso. Almacenes cuadrados,
hornos y algunas estructuras de tipo hórreo complementan los espacios entre viviendas.
En el interior de las viviendas se hallaban los telares, orzas para almacenamiento de
los alimentos y algunos recipientes singulares que, por el tratamiento del interior de sus
superficies, pudieron servir para batir la leche y fabricar sus derivados.
El poblado se encontraba defendido por una potente muralla de adobes y postes de
madera que finalmente fue arrasada para construir encima de ella en época vaccea,
cuando el poblamiento se hace más extenso y disperso.
La economía de estas gentes del Soto de Medinilla descansaba sobre una
agricultura cerealista así como una ganadería de ovicápridos y bóvidos, adivinándose
por vez primera en este territorio, una auténtica vocación de permanencia del hábitat que
viene a demostrar el éxito obtenido en la explotación de los recursos más inmediatos. La
presencia de estructuras de granero y la abundancia de molinos de piedra hacen que la
ocupación del Soto de Medinilla se interprete como de una cierta abundancia y bienestar
que permite presuponer la existencia de una sociedad opulenta en la que algunos
elementos singulares, como las vasijas pintadas, las fíbulas de doble resorte y los
cuchillos de hierro serían, por su escaso número y origen foráneo, objetos exóticos al
alcance de unos pocos individuos, consolidándose así la imagen de la conformación de
élites sociales.
En el caso del Soto de Medinilla existen otras singularidades. Durante las fases más
antiguas, la abundancia de restos de caballo es muy superior a la de cualquier otro
yacimiento de la misma época, lo que pudiera avalar que la cría de caballo sería una
actividad económica de enorme importancia para los soteños. No obstante, no puede
descartarse, como mostrarían las huellas de consumo y descarne de algunos
especímenes macho jóvenes, que pueda tener otros significados ligados al sacrificio de
excedentes o una modalidad original de explotación pecuaria.
Junto a todo ello completan el registro arqueológico del Soto de Medinilla las
evidencias de la actividad cinegética y pesquera. Entre la primera, los soteños cazaron
ciervo, jabalí, lince, gato montés, lobo y tejón. Comparecen aves como la avutarda, la
perdiz, garza real y grulla, sisones, carracas, urraca, corneja negra, pigardo y gorrión
común.
Algunos castores y nutrias avalan la idea de un Pisuerga remansado, profundo,
limpio y de tupida ribera en el entorno del yacimiento durante el I Milenio a. C. en el que
se lleva a cabo la pesca de salmón, cacho, boga, serpiente de agua y galápago común.
Encima, alrededor y al sur del tell se levantó, en época vaccea –a partir de finales del
siglo V a C y comienzos del siglo IV a. C.– un oppidum del que se conoce un hábitat más
disperso. De esta ocupación se conservan restos constructivos en hasta tres niveles de
ocupación prerromana, que llegan a alcanzar hasta los tres metros de profundidad. Las
características geográficas del terreno, de origen aluvial, hicieron de la agricultura la

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Núm. 63