3. Otras disposiciones. . (2024/194-33)
Decreto 222/2024, de 30 de septiembre, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada Belenismo en Andalucía.
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BOJA

Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
Número 194 - Viernes, 4 de octubre de 2024

página 51568/5

El Belenismo andaluz en los siglos XVII y XVIII.
Centrándonos en la producción andaluza barroca, hay que destacar que ésta alcanzó
una notoria importancia radicada en la participación de grandes artistas coetáneos
en proyectos belenísticos entre los que destacan La Roldana, Pedro Duque Cornejo,
Cristóbal Ramos y José Risueño.
Entre las obras belenísticas más destacadas de La Roldana se encuentra El reposo
en la huida a Egipto, perteneciente a la colección de la Condesa de Ruiseñada; La
Sagrada Familia con el niño dando sus primeros pasos, una escena entrañable donde
La Roldana saca a relucir todo su gran potencial en el manejo del pequeño formato.
La que fue escultora de cámara de reyes es la creadora de los belenes históricos más
importantes que se encuentran en España junto con Salzillo, y es motivo de un sinfín
de exposiciones actuales que están poniendo en valor su obra y, dentro de ella, las
terracotas de pequeño formato de natividades. A raíz del interés por las natividades de La
Roldana se produjeron una serie de atribuciones que se relacionaron con su obra ya que
la fama que alcanzó en la época supondría la creación de “una escuela de Belenismo»,
que luego continuarían sus seguidores, como Pedro Duque Cornejo o Cristóbal Ramos
por ejemplo, cuyas obras, distribuidas especialmente por Sevilla, Cádiz y Madrid, han
podido llegar hasta nosotros, a veces vinculadas al nombre de La Roldana, maestra de
escultores, transmitiéndose a lo largo de los siglos, de generación en generación.
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X

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IV. Datos históricos y etnológicos.
Primeras representaciones.
Tradicionalmente se viene datando como fecha de origen del Belenismo el año 1223,
cuando San Francisco de Asís (1182-1226), en una cueva próxima a la ermita de Greccio,
con motivo de la misa de Nochebuena, realizó la primera escenificación, con personas y
animales reales, del nacimiento de Jesús. No obstante, hasta 1291 no se tiene constancia
de la exposición de un Belén con figuras, ubicado en la Basílica de Santa María la Mayor
de Roma, conformado por monumentales obras de alabastro del escultor Arnolfo di
Cambio, situadas en un espacio físico con ciertos aspectos teatrales. Posteriormente
comenzaría en Nápoles una gran demanda de figuras referentes al nacimiento de Cristo,
destacando las obras de Pedro y Juan Alamanno, quienes realizaron unas soberbias
piezas escultóricas para la iglesia de San Giovani a Carbonara en torno al año 1478.
La representación de los belenes con las características actuales se inicia a finales
del siglo XV, cuando las imágenes se desligan de los retablos existentes en iglesias y
conventos, y comienzan a exponerse en grupos, con identidad propia para ser observados,
exentos de un soporte, con perspectiva desde todos los ángulos. En el siglo XVI, San
Cayetano recomienda la instalación de nacimientos en los conventos femeninos para
promover la devoción a las sagradas figuras. Las habilidades manuales de las religiosas,
en cuanto a labores de costura, junto con el abaratamiento de las imágenes, constituidas
por cabeza, pies y manos, realizadas en barro, fueron determinantes para la expansión
de estas representaciones.
Durante el siglo XVII fueron conocidas estas figuras como napolitanas, dado
que fueron creadas en la ciudad italiana por el escultor Michele Perrone en 1640;
conformadas en terracota policromada o cera, con cuerpo de estopa, en un armazón
realizado con alambre, gozaban de una gran movilidad; su tamaño se cifra entre los 35 y
40 centímetros. Normalmente, la asignación para la ejecución de las figuras del Belén se
realizaba a talentosos escultores de reconocido prestigio.
La tradición belenista se vio favorecida por la fundación de la fábrica de porcelana
de Capodimonte, factoría a la que, según cuenta la tradición, el Rey Carlos III encargó
las figuras para el Belén privado del palacio real de Nápoles y, posteriormente, para el de
Madrid, al que se trasladaron las más de siete mil figuras elaboradas dado el cambio de
ubicación de la corte real, que fomentó el diseño, grabado en cobre y otras actividades
mecánicas y artísticas relacionadas con el Belenismo.