3. Otras disposiciones. . (2023/516-1)
Decreto 120/2023, de 6 de junio, por el que se inscriben en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, las Actividades de Interés Etnológico denominadas la Danza de los Locos y el Baile del Oso en el término municipal de Fuente Carreteros, la Danza de San Isidro Labrador en el término municipal de Fuente Tójar y la Danza de las Espadas en el término municipal de Obejo (Córdoba).
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Extraordinario núm. 16 - Viernes, 9 de junio de 2023
página 10103/16
plazoleta de la iglesia de San Antonio Abad la Junta Directiva de la Hermandad de San
Benito junto con los danzantes y músicos. Una vez dispuestos los instrumentos por los
músicos, el maestro forma la danza y se realiza un ensayo general de toda la coreografía
a modo de repaso, perfilando algunos detalles. Más tarde todos, hermandad, danzantes,
músicos y público se encaminan hacia la casa del Hermano Mayor entrante donde se
procederá al ritual del cambio de Hermano Mayor, primer acto donde interviene la danza.
El pasacalles es divertido y llamativo, la danza abre camino seguida por los músicos
y miembros de la Hermandad, despertando al pueblo con sus clamores y vítores a San
Benito. Las variaciones se suceden sin parar, pero se limitan al paso de fila a columna,
de columna a fila, o de columna a columna, todo ello en un constante ir y venir, avanzar
o retroceder. A la llegada al portal del Hermano Mayor entrante, la danza, en columna
y con las espadas verticales apoyando la punta en el suelo, abre un pasillo por el que
transcurren la Junta Directiva de la Hermandad y el Hermano Mayor saliente. Luego, se
procede al traspaso de poderes, simbolizado por la entrega del medallón que les distingue
y un abrazo entre ambos que sella el acto, mientras el público allí congregado irrumpe en
vítores y aplausos. Como una de las misiones del Hermano Mayor es cumplimentar en
las fiestas a romeros, hermanos y danzantes, la puesta en marcha del cargo comienza
invitando a aguardiente. A continuación, la comitiva con la danza a la cabeza se dirige a
la plaza del pueblo, donde dará por concluida su primera intervención disolviéndose.
La Romería celebra sus actos principales en la Ermita de San Benito. A las diez y
treinta horas se celebra la primera misa en la ermita para los hermanos de San Benito.
Seguidamente, y sin actuación de la danza, se reparten buñuelos y vino. Será a las doce
y treinta cuando comience la segunda misa, esta vez para los romeros devotos de San
Benito. Al finalizar la misma, entonando el canto a San Benito, entra la danza y su música
a través de la sacristía para realizar, en el estrecho espacio de que dispone, algunas
evoluciones simples en fila y en columna, que marcan el comienzo de la procesión con
la danza y músicos en primer lugar, seguidos del estandarte, hermandad, paso, devotos
y penitentes. A la salida de la ermita, en la explanada central, la danza despliega toda
su coreografía alentada por la multitud que se agolpa a su alrededor y aplaude su paso.
Marchando los danzantes a modo de iniciar una lucha, cambiando a veces el paso simple
con unos saltos especiales; marchan en doble columna, en fila o cadena, y las columnas
se suceden ininterrumpidamente para su lucimiento ante propios y extraños, que ven en
esa tradicional manifestación un signo de identidad específico.
Una vez atravesada la explanada, la procesión se dirige hacia el lateral izquierdo
pasando por delante de una cruz de granito erigida en el lugar para indicar el inicio de
la nava de San Benito e iniciar la vuelta a la ermita por un desnivel, cuyo muro soporte
permite seguir a los asistentes la evolución de la comitiva y presenciar el acto principal
de la danza. Llegados a un lugar ya prefijado por la costumbre del Maestro, guía la danza
en cadena y delimita un amplio círculo donde teniéndole a él como eje, se situará la
encrucijada de espadas mediante un acercamiento progresivo en espiral del resto de los
danzantes; llegado el momento, la música deja de sonar.
Los danzantes alrededor del Maestro tejen una amplia maya de espadas,
entrecruzando las mismas de tal manera que, vista desde arriba, la composición asemeja
la filigrana geométrica de un arabesco o la estructura arquitectónica de un rosetón
medieval catedralicio. Una vez colocados los danzantes, el silencio se hace dueño
de la situación hasta que el toque cadencioso del pandero conduzca los movimientos
acompasados de los protagonistas, que giran en un sentido u otro mientras el Maestro
realiza sacudidas con la cabeza inclinada hacia atrás, los ojos perdidos en blanco, la
lengua fuera y la mandíbula desencajada. Estos gestos y movimientos han sido descritos
como «el patatú» o «la horca» y culminan con el cierre de los ojos del Maestro simulando
la muerte y el escurrimiento del mismo hacia abajo, para salir por un lateral del círculo
saltando y riendo, al mismo tiempo que deshace la madeja de espadas y danzantes, que
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00285126
BOJA
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
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plazoleta de la iglesia de San Antonio Abad la Junta Directiva de la Hermandad de San
Benito junto con los danzantes y músicos. Una vez dispuestos los instrumentos por los
músicos, el maestro forma la danza y se realiza un ensayo general de toda la coreografía
a modo de repaso, perfilando algunos detalles. Más tarde todos, hermandad, danzantes,
músicos y público se encaminan hacia la casa del Hermano Mayor entrante donde se
procederá al ritual del cambio de Hermano Mayor, primer acto donde interviene la danza.
El pasacalles es divertido y llamativo, la danza abre camino seguida por los músicos
y miembros de la Hermandad, despertando al pueblo con sus clamores y vítores a San
Benito. Las variaciones se suceden sin parar, pero se limitan al paso de fila a columna,
de columna a fila, o de columna a columna, todo ello en un constante ir y venir, avanzar
o retroceder. A la llegada al portal del Hermano Mayor entrante, la danza, en columna
y con las espadas verticales apoyando la punta en el suelo, abre un pasillo por el que
transcurren la Junta Directiva de la Hermandad y el Hermano Mayor saliente. Luego, se
procede al traspaso de poderes, simbolizado por la entrega del medallón que les distingue
y un abrazo entre ambos que sella el acto, mientras el público allí congregado irrumpe en
vítores y aplausos. Como una de las misiones del Hermano Mayor es cumplimentar en
las fiestas a romeros, hermanos y danzantes, la puesta en marcha del cargo comienza
invitando a aguardiente. A continuación, la comitiva con la danza a la cabeza se dirige a
la plaza del pueblo, donde dará por concluida su primera intervención disolviéndose.
La Romería celebra sus actos principales en la Ermita de San Benito. A las diez y
treinta horas se celebra la primera misa en la ermita para los hermanos de San Benito.
Seguidamente, y sin actuación de la danza, se reparten buñuelos y vino. Será a las doce
y treinta cuando comience la segunda misa, esta vez para los romeros devotos de San
Benito. Al finalizar la misma, entonando el canto a San Benito, entra la danza y su música
a través de la sacristía para realizar, en el estrecho espacio de que dispone, algunas
evoluciones simples en fila y en columna, que marcan el comienzo de la procesión con
la danza y músicos en primer lugar, seguidos del estandarte, hermandad, paso, devotos
y penitentes. A la salida de la ermita, en la explanada central, la danza despliega toda
su coreografía alentada por la multitud que se agolpa a su alrededor y aplaude su paso.
Marchando los danzantes a modo de iniciar una lucha, cambiando a veces el paso simple
con unos saltos especiales; marchan en doble columna, en fila o cadena, y las columnas
se suceden ininterrumpidamente para su lucimiento ante propios y extraños, que ven en
esa tradicional manifestación un signo de identidad específico.
Una vez atravesada la explanada, la procesión se dirige hacia el lateral izquierdo
pasando por delante de una cruz de granito erigida en el lugar para indicar el inicio de
la nava de San Benito e iniciar la vuelta a la ermita por un desnivel, cuyo muro soporte
permite seguir a los asistentes la evolución de la comitiva y presenciar el acto principal
de la danza. Llegados a un lugar ya prefijado por la costumbre del Maestro, guía la danza
en cadena y delimita un amplio círculo donde teniéndole a él como eje, se situará la
encrucijada de espadas mediante un acercamiento progresivo en espiral del resto de los
danzantes; llegado el momento, la música deja de sonar.
Los danzantes alrededor del Maestro tejen una amplia maya de espadas,
entrecruzando las mismas de tal manera que, vista desde arriba, la composición asemeja
la filigrana geométrica de un arabesco o la estructura arquitectónica de un rosetón
medieval catedralicio. Una vez colocados los danzantes, el silencio se hace dueño
de la situación hasta que el toque cadencioso del pandero conduzca los movimientos
acompasados de los protagonistas, que giran en un sentido u otro mientras el Maestro
realiza sacudidas con la cabeza inclinada hacia atrás, los ojos perdidos en blanco, la
lengua fuera y la mandíbula desencajada. Estos gestos y movimientos han sido descritos
como «el patatú» o «la horca» y culminan con el cierre de los ojos del Maestro simulando
la muerte y el escurrimiento del mismo hacia abajo, para salir por un lateral del círculo
saltando y riendo, al mismo tiempo que deshace la madeja de espadas y danzantes, que
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
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