3. Otras disposiciones. . (2023/99-29)
Decreto 115/2023, de 23 de mayo, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada La Cantería del mármol de Macael, en Macael (Almería).
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Número 99 - Viernes, 26 de mayo de 2023
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a los talleres a amolar. Cuando regresaban venían cubiertas de polvo blanco y con
las uñas desgastadas, ya que amolaban con piedra de asperón y agua. Destaca el
papel importante que desempeñan las mujeres en torno «al cantero», en su atención y
cuidado, siendo su prioridad del día la preparación del «cesto», que contenía los mejores
alimentos e ingredientes en comidas tradicionales, como «las migas», para el almuerzo,
que puntualmente «cargaban en la burra» del arriero, encargado de llevar las viandas a
la cantera. Las mujeres no subían a las canteras. La excepción era el día de San Marcos.
Ese día que era laborable para los canteros, sus familias subían, muchas de ellas con los
arrieros, para poder montar a los más pequeños en los burros, para merendar con los
canteros. La excepción la constituían las mujeres que, fundamentalmente hasta finales del
siglo XIX, subían a las canteras en verano para echar agua a las cuñas de madera que se
utilizaban para romper el mármol; la operación acababa cuando volvían los hombres de
la siega. Pues hasta esa fecha se combinaba la profesión de cantero con la de agricultor.
El oficio de cantero, y otros asociados, siempre han estado muy masculinizados. Bien
entrados los años setenta, las mujeres poco a poco se van incorporando, primero a
labores administrativas en los talleres de mármol y posteriormente, en los años 80, a
través de la Formación Profesional reglada en artesanía del mármol, a desempeñar un
puesto de trabajo especializado y remunerado en esta disciplina, con todos sus derechos
en igualdad de oportunidades que los hombres.
Emigración.
Las malas condiciones económicas, la mejora de los medios de comunicación,
la demanda de trabajadores cualificados y el apreciado saber de canteros de Macael
trabajando la piedra, propiciaron la emigración de muchos canteros desde finales del
siglo XIX hasta los años setenta del pasado siglo. Así, coincidiendo con periodos de
menor volumen de trabajo en las canteras de Macael, un elevado número de canteros
emigraron a Argentina durante el gran desarrollo urbanístico de Buenos Aires; también
a aquellos lugares de España en los que se desarrollaron grandes obras públicas
durante la dictadura de Primo de Rivera como Barcelona y otras ciudades, sobre todo
del levante, durante el desarrollo de las grandes expansiones urbanísticas; Madrid,
Barcelona y Granada, tras la Guerra Civil, a trabajar en el Valle de los Caídos, las
canteras de Montjuic o las obras públicas del régimen como el Hospital Clínico o la
Escuela Normal de Granada; y, por último, a la Europa necesitada de mano de obra para
su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, a las canteras de Suiza, Alemania y
Francia, principalmente. Los canteros de Macael exportaron a estas tierras su cultura,
sus tradiciones y sus conocimientos, enriqueciendo la cultura local. Este enriquecimiento
fue recíproco al regresar parte de estos emigrantes.
Transmisión de conocimientos.
La transmisión de saberes y técnicas de la cantería de padres a hijos, o de trabajadores
veteranos a principiantes, poco a poco, se fue complementando y enriqueciendo mediante
una incipiente formación. A principio de siglo XX los jóvenes canteros aprendían a cubicar
en una escuela nocturna, atendida por un maestro «privado». La primera escuela del
mármol se estableció después de la guerra, en 1943, estando dotada con un profesor de
dibujo, un monitor de mármol y un maestro.
Hasta la llegada de la industrialización de los años setenta del siglo XX se comenzaba
trabajando como aprendices, combinando este proceso con la labor de arriero. Existe un
dicho popular que sintetiza las fases del aprendizaje en el trabajo del mármol: «Desde
chiquitos hacemos mortero, cuando grandes vamos al fregadero y cuando tenemos ya
mediada la edad subimos a la sierra y nos dan el jornal». Otro dicho enfatiza el carácter
iniciático que tenía la elaboración del popular mortero: «El que no se enseña a hacer el
mortero no era cantero». En los talleres de artesanía los aprendices, al igual que en las
canteras, sobre los 17 años pasaban a ser oficiales.
En 1976, el Ayuntamiento de Macael organizó un curso, de un año de duración, a cargo
del reconocido escultor malagueño Mario Palma Burgos. Al finalizar el alumnado realizó
el Monumento al Cantero, que sigue expuesto actualmente. Posteriormente, en 1984, la
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00284317
BOJA
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
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a los talleres a amolar. Cuando regresaban venían cubiertas de polvo blanco y con
las uñas desgastadas, ya que amolaban con piedra de asperón y agua. Destaca el
papel importante que desempeñan las mujeres en torno «al cantero», en su atención y
cuidado, siendo su prioridad del día la preparación del «cesto», que contenía los mejores
alimentos e ingredientes en comidas tradicionales, como «las migas», para el almuerzo,
que puntualmente «cargaban en la burra» del arriero, encargado de llevar las viandas a
la cantera. Las mujeres no subían a las canteras. La excepción era el día de San Marcos.
Ese día que era laborable para los canteros, sus familias subían, muchas de ellas con los
arrieros, para poder montar a los más pequeños en los burros, para merendar con los
canteros. La excepción la constituían las mujeres que, fundamentalmente hasta finales del
siglo XIX, subían a las canteras en verano para echar agua a las cuñas de madera que se
utilizaban para romper el mármol; la operación acababa cuando volvían los hombres de
la siega. Pues hasta esa fecha se combinaba la profesión de cantero con la de agricultor.
El oficio de cantero, y otros asociados, siempre han estado muy masculinizados. Bien
entrados los años setenta, las mujeres poco a poco se van incorporando, primero a
labores administrativas en los talleres de mármol y posteriormente, en los años 80, a
través de la Formación Profesional reglada en artesanía del mármol, a desempeñar un
puesto de trabajo especializado y remunerado en esta disciplina, con todos sus derechos
en igualdad de oportunidades que los hombres.
Emigración.
Las malas condiciones económicas, la mejora de los medios de comunicación,
la demanda de trabajadores cualificados y el apreciado saber de canteros de Macael
trabajando la piedra, propiciaron la emigración de muchos canteros desde finales del
siglo XIX hasta los años setenta del pasado siglo. Así, coincidiendo con periodos de
menor volumen de trabajo en las canteras de Macael, un elevado número de canteros
emigraron a Argentina durante el gran desarrollo urbanístico de Buenos Aires; también
a aquellos lugares de España en los que se desarrollaron grandes obras públicas
durante la dictadura de Primo de Rivera como Barcelona y otras ciudades, sobre todo
del levante, durante el desarrollo de las grandes expansiones urbanísticas; Madrid,
Barcelona y Granada, tras la Guerra Civil, a trabajar en el Valle de los Caídos, las
canteras de Montjuic o las obras públicas del régimen como el Hospital Clínico o la
Escuela Normal de Granada; y, por último, a la Europa necesitada de mano de obra para
su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, a las canteras de Suiza, Alemania y
Francia, principalmente. Los canteros de Macael exportaron a estas tierras su cultura,
sus tradiciones y sus conocimientos, enriqueciendo la cultura local. Este enriquecimiento
fue recíproco al regresar parte de estos emigrantes.
Transmisión de conocimientos.
La transmisión de saberes y técnicas de la cantería de padres a hijos, o de trabajadores
veteranos a principiantes, poco a poco, se fue complementando y enriqueciendo mediante
una incipiente formación. A principio de siglo XX los jóvenes canteros aprendían a cubicar
en una escuela nocturna, atendida por un maestro «privado». La primera escuela del
mármol se estableció después de la guerra, en 1943, estando dotada con un profesor de
dibujo, un monitor de mármol y un maestro.
Hasta la llegada de la industrialización de los años setenta del siglo XX se comenzaba
trabajando como aprendices, combinando este proceso con la labor de arriero. Existe un
dicho popular que sintetiza las fases del aprendizaje en el trabajo del mármol: «Desde
chiquitos hacemos mortero, cuando grandes vamos al fregadero y cuando tenemos ya
mediada la edad subimos a la sierra y nos dan el jornal». Otro dicho enfatiza el carácter
iniciático que tenía la elaboración del popular mortero: «El que no se enseña a hacer el
mortero no era cantero». En los talleres de artesanía los aprendices, al igual que en las
canteras, sobre los 17 años pasaban a ser oficiales.
En 1976, el Ayuntamiento de Macael organizó un curso, de un año de duración, a cargo
del reconocido escultor malagueño Mario Palma Burgos. Al finalizar el alumnado realizó
el Monumento al Cantero, que sigue expuesto actualmente. Posteriormente, en 1984, la
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00284317
BOJA
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