3. Otras disposiciones. . (2023/99-29)
Decreto 115/2023, de 23 de mayo, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada La Cantería del mármol de Macael, en Macael (Almería).
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Número 99 - Viernes, 26 de mayo de 2023

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accidente; o el del cornetín, utilizado para «agarrarse» y para «dar de mano» . En cuanto
a cornetines, solo había 4 ó 5 en toda el área de explotación, mientras que cada cantera
tenía su caracola. Había varios puntos en los que determinados trabajadores eran los
encargados de tocar el cornetín (la Umbría, la Cantera Alta, el Pozo). A las 8 horas se
tocaba para indicar el momento de empezar a trabajar. Para avisar de las voladuras,
con la caracola se daba un toque largo y un toque corto por cada barreno, tras esperar
5 segundos se repetía la operación, y así sucesivamente hasta la explosión. Tras estallar
los explosivos, se tocaba un último pitido. Cuando era señal de accidentes los toques
eran largos y seguidos (aproximadamente 30 pitadas), señal de que algo grave había
ocurrido. Las personas se movilizaba para ver dónde se había producido, las canteras se
paraban y todos regresaban al pueblo.
En cuanto a los refranes, encontramos los que describen el proceso de aprendizaje:
«El que no se enseña a hacer el mortero, no era cantero»; «Desde chiquitos hacemos
mortero, cuando grandes vamos al fregadero y cuando tenemos ya mediada la edad
subimos a la sierra y nos dan el jornal».
Aparte de los lugares de trabajo, existían también lugares de socialización a los
que los canteros iban terminada la jornada laboral, a compartir anécdotas y chistes: las
fraguas, a las que acudían con una botella de vino y unos cacahuetes o garbanzos torraos
en busca del calor. La base del campanario de la iglesia y la boca del barranco, eran
otros puntos tradicionales de reunión. Otros se arreglaban y se iban a echar la partida
al Casino de la Rosa o al Bar de Mariquita. Al Casino del Nevado es al que mayormente
acudían los dueños de las canteras. Los bares a los que acudían mayoritariamente los
canteros, eran tabernas: la de Antonio Molina, la del Brillantina, el Alcázar y la de Juan
Canana eran las más populares.
Por último, también son muy frecuentes los poemas dedicados a los canteros,
generalmente centrados en resaltar su sacrificio, habilidad y valentía, valores tradicionalmente
vinculados a este oficio.
Estructura social y participación en la actividad.
Los canteros no constituían una unidad homogénea, ya que se daba entre ellos un
reparto de tareas que implicaba una estructura social jerarquizada dentro de la cantera. En
el vértice de esta estructura estaba el patrón, propietario de los derechos de explotación
de la cantera. Por debajo de éste, estaba el encargado, nombrado a dedo por el patrón,
era su hombre de confianza, aunque a efectos laborales su categoría profesional era la
misma que la de los canteros. Su labor consistía en distribuir el trabajo en la cantera.
Seguidamente se encontraban los canteros, que eran los que poseían los conocimientos
técnicos precisos para localizar y extraer el mármol. Las herramientas que utilizaba eran
de su propiedad, mazos, macetas, taladros de mano, punteros, cinceles, etc., mientras
que el patrón ponía la almaina y el cabestrano. A esta categoría se llegaba tras el periodo
de aprendizaje. Podían ser canteros-banqueros, que trabajaban en el banco de mármol
y eran los encargados de extraer los bloques. O canteros-placeteros, que trabajaban en
la placeta y se encargaban de «escuadrear» los bloques y prepararlos para su transporte
en carreta. Tenían un estatus algo inferior respecto a los que trabajaban en el banco.
Luego estaban los peones, cuyo trabajo consistía básicamente en «desescombrar».
Solían ser forasteros que venían al pueblo como mano de obra poco especializada. Entre
los años 40 y 50, como consecuencia de la crisis de posguerra, apenas había peones.
Desde 1950 a 1965, con la reactivación de la producción, llegó a haber hasta 2.500.
El peón tenía que aportar la espuerta y el rastrillo a su puesto de trabajo. Por último,
estaban los aprendices.
Muchas esposas, madres, hijas y hermanas de canteros, han participado directa o
indirectamente en la industria del mármol. Eran las encargadas de elaborar de forma
manual, con productos naturales como el esparto, que previamente habían recolectado
del campo, los embalajes que se utilizaban para trasportar fregaderos, morteros y otras
piezas de artesanía. En los hogares en los que había más necesidad, las mujeres iban
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X

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