3. Otras disposiciones. . (2023/28-44)
Decreto 14/2023, de 7 de febrero, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada Doma Vaquera en Andalucía.
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BOJA
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
Número 28 - Viernes, 10 de febrero de 2023
página 2607/5
Orígenes y evolución.
El origen de la «monta a la vaquera» está fundamentada en las necesidades de
utilización del ganado en relación con la guerra, el trabajo, la fiesta, el transporte, etc., a
lo largo de la historia de la humanidad. A partir del siglo V a. C. la cultura Tartesia da paso
a la Turdetana y al nacimiento de la cultura Ibérica. Este pueblo de jinetes es el primero
que refleja el uso del caballo como animal de monta en la península, pudiendo constituir
el primer antecedente de la doma vaquera, ya que en su forma de montar, expuesta
en las esculturas conservadas, se aprecian los movimientos más típicos de esta doma
(arrear, parar y revolver).
En época islámica se desarrolla una manera de hacer la guerra distinta, a través de
guerrillas, emboscadas y escaramuzas, donde su caballería tomaba ventaja poniendo
en valor la velocidad, movilidad y agilidad de los caballos andaluces cruzados con los
árabes. A partir de ahí nace la «doma a la jineta» que fija las bases de la primera doma de
la era moderna y que se constituye en un fiel antecedente de la doma vaquera. La «doma
a la jineta» revolucionó la forma de montar de la época, basada en estilos rudimentarios
de la Edad Media, como la «brida» y la «estradiota», en caballos corpulentos, brutos e
insensibles, provistos de pesadas armaduras, y que solo pretendía el dominio por castigo
con la aplicación de arneses muy agresivos. La «monta a la jineta» consistía en una
técnica de equitación basada en la velocidad y la agilidad, caracterizada por llevar el
caballo con una sola mano, en monturas con grandes arzones que permitiesen sujetar
bien al jinete ante los movimientos bruscos del caballo y estribos cortos, para que el
jinete llevase con sus piernas al caballo, pudiendo usar las manos para la lanza y algún
otro instrumento de ataque.
Tras la conquista cristiana la «monta a la jineta» evoluciona incorporando aspectos
de la «monta a la brida», aumentando la técnica usada. Más tarde, en el Renacimiento,
surgen escuelas de equitación por Europa cuyo referente técnico es la equitación clásica,
llegando este conocimiento por medio del ejército, en la correspondiente formación
militar. Así mismo, la «monta a la jineta» fue adoptada progresivamente por algunos
reinos cristianos como Portugal, Castilla y León, pero probablemente se consolidase en
el siglo XIII, durante el reinado de Fernando III. Asimismo, cabe destacar que en el siglo
XV, durante el reinado de Enrique IV, la «monta a la jineta» llegó a imponerse de tal
manera que desplazó a la de brida. Durante el siglo XVI, la «monta a la jineta» alcanzaría
su máximo apogeo. Felipe II expidió varias reales cédulas a ciudades andaluzas como
Ronda, Sevilla, Jerez de la Frontera y Antequera, instándoles a que crearan reales
maestranzas de caballería con el objeto, entre otros, de mantener la raza de los caballos
españoles y el ejercicio de la jineta. Con este fin fueron creadas las Callerizas Reales de
Córdoba, construidas entre 1565 y 1567. Las fundación de las maestranzas comienza
con la de Antequera en 1572 y Ronda en 1573 y, muy posteriormente, las de Sevilla
(1670), Granada (1686), Valencia (1697), la Habana (1709), Carmona (1732), Jerez de la
Frontera (1739) y Palma de Mallorca (1758).
Pero es a partir del siglo XVIII, con el nacimiento y desarrollo del rejoneo y,
posteriormente, del toreo a pie, cuando se fijan las características más diferenciadoras
de esta práctica de doma. Para proveer de ejemplares a la fiesta se crean las ganaderías
de toros bravos y ante la necesidad de seleccionar la bravura, aparecen las faenas
dedicadas a medirla y con ellas se crea la figura del vaquero, responsable del manejo
del ganado. A través de su trabajo se desarrollan las destrezas y habilidades que le dan
identidad a esta forma de monta a caballo. Simultáneamente se obtuvo la res de lidia
con unas determinadas características morfológicas y psíquicas en cuanto a la bravura.
Este hecho obligó a los vaqueros a crear un sistema de monta, quizás mas dura, que
les permitiera convivir en el campo con cierta comodidad y seguridad. Puede afirmarse
que es en las tierras del Valle del Guadalquivir donde nace, en el siglo XVIII, como tal,
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00277646
IV. Datos históricos y etnológicos.
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
Número 28 - Viernes, 10 de febrero de 2023
página 2607/5
Orígenes y evolución.
El origen de la «monta a la vaquera» está fundamentada en las necesidades de
utilización del ganado en relación con la guerra, el trabajo, la fiesta, el transporte, etc., a
lo largo de la historia de la humanidad. A partir del siglo V a. C. la cultura Tartesia da paso
a la Turdetana y al nacimiento de la cultura Ibérica. Este pueblo de jinetes es el primero
que refleja el uso del caballo como animal de monta en la península, pudiendo constituir
el primer antecedente de la doma vaquera, ya que en su forma de montar, expuesta
en las esculturas conservadas, se aprecian los movimientos más típicos de esta doma
(arrear, parar y revolver).
En época islámica se desarrolla una manera de hacer la guerra distinta, a través de
guerrillas, emboscadas y escaramuzas, donde su caballería tomaba ventaja poniendo
en valor la velocidad, movilidad y agilidad de los caballos andaluces cruzados con los
árabes. A partir de ahí nace la «doma a la jineta» que fija las bases de la primera doma de
la era moderna y que se constituye en un fiel antecedente de la doma vaquera. La «doma
a la jineta» revolucionó la forma de montar de la época, basada en estilos rudimentarios
de la Edad Media, como la «brida» y la «estradiota», en caballos corpulentos, brutos e
insensibles, provistos de pesadas armaduras, y que solo pretendía el dominio por castigo
con la aplicación de arneses muy agresivos. La «monta a la jineta» consistía en una
técnica de equitación basada en la velocidad y la agilidad, caracterizada por llevar el
caballo con una sola mano, en monturas con grandes arzones que permitiesen sujetar
bien al jinete ante los movimientos bruscos del caballo y estribos cortos, para que el
jinete llevase con sus piernas al caballo, pudiendo usar las manos para la lanza y algún
otro instrumento de ataque.
Tras la conquista cristiana la «monta a la jineta» evoluciona incorporando aspectos
de la «monta a la brida», aumentando la técnica usada. Más tarde, en el Renacimiento,
surgen escuelas de equitación por Europa cuyo referente técnico es la equitación clásica,
llegando este conocimiento por medio del ejército, en la correspondiente formación
militar. Así mismo, la «monta a la jineta» fue adoptada progresivamente por algunos
reinos cristianos como Portugal, Castilla y León, pero probablemente se consolidase en
el siglo XIII, durante el reinado de Fernando III. Asimismo, cabe destacar que en el siglo
XV, durante el reinado de Enrique IV, la «monta a la jineta» llegó a imponerse de tal
manera que desplazó a la de brida. Durante el siglo XVI, la «monta a la jineta» alcanzaría
su máximo apogeo. Felipe II expidió varias reales cédulas a ciudades andaluzas como
Ronda, Sevilla, Jerez de la Frontera y Antequera, instándoles a que crearan reales
maestranzas de caballería con el objeto, entre otros, de mantener la raza de los caballos
españoles y el ejercicio de la jineta. Con este fin fueron creadas las Callerizas Reales de
Córdoba, construidas entre 1565 y 1567. Las fundación de las maestranzas comienza
con la de Antequera en 1572 y Ronda en 1573 y, muy posteriormente, las de Sevilla
(1670), Granada (1686), Valencia (1697), la Habana (1709), Carmona (1732), Jerez de la
Frontera (1739) y Palma de Mallorca (1758).
Pero es a partir del siglo XVIII, con el nacimiento y desarrollo del rejoneo y,
posteriormente, del toreo a pie, cuando se fijan las características más diferenciadoras
de esta práctica de doma. Para proveer de ejemplares a la fiesta se crean las ganaderías
de toros bravos y ante la necesidad de seleccionar la bravura, aparecen las faenas
dedicadas a medirla y con ellas se crea la figura del vaquero, responsable del manejo
del ganado. A través de su trabajo se desarrollan las destrezas y habilidades que le dan
identidad a esta forma de monta a caballo. Simultáneamente se obtuvo la res de lidia
con unas determinadas características morfológicas y psíquicas en cuanto a la bravura.
Este hecho obligó a los vaqueros a crear un sistema de monta, quizás mas dura, que
les permitiera convivir en el campo con cierta comodidad y seguridad. Puede afirmarse
que es en las tierras del Valle del Guadalquivir donde nace, en el siglo XVIII, como tal,
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00277646
IV. Datos históricos y etnológicos.