C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20250203-22)
Bien de interés patrimonial – Orden 39/2025, de 17 de enero, del Consejero de Cultura, Turismo y Deporte, por la que se declara Bien de Interés Patrimonial de la Comunidad de Madrid la pintura Jardines de Aranjuez, obra de Santiago Rusiñol i Prats
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BOCM
LUNES 3 DE FEBRERO DE 2025
B.O.C.M. Núm. 28
ANEXO
DESCRIPCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LOS VALORES DEL BIEN QUE
MOTIVAN SU DECLARACIÓN COMO BIEN DE INTERES PATRIMONIAL
A) Descripción del bien objeto de la declaración
Denominación: Jardines de Aranjuez.
Autor: Santiago Rusiñol i Prats (1861-1931).
Escuela: española.
Época: Siglo XX; 1899.
Clase del bien: pintura.
Técnica: óleo sobre lienzo.
Materia: pintura al óleo.
Medidas: 117 × 139 cm.
Estado de conservación: bueno; sin riesgo de conservación.
El bien objeto de protección es una pintura al óleo sobre lienzo que representa una vista de los jardines de Aranjuez, obra de Santiago Rusiñol, uno de los principales pintores del
modernismo catalán.
Santiago Rusiñol i Prats (Barcelona, 1861-Aranjuez, 1931) fue un pintor, escritor, coleccionista y promotor cultural nacido en el seno de una familia dedicada a la industria textil, actividad en la que participó en su etapa de juventud y de la que se desvinculó para dedicarse a la pintura. De formación prácticamente autodidacta, a partir de 1876 recibió clases
en la academia de dibujo y pintura de Tomás Moraga, iniciándose así en la pintura catalana de su tiempo. Mostraba ya una inclinación natural hacia las pinturas de paisaje y, gran
admiración a Joaquín Vayreda, uno de los principales paisajistas catalanes, y al naturalismo rural.
Tuvo contacto en esa época con la Cataluña rural, en compañía de Ramón Casas y formando parte de la Asociación Catalana de Excursiones. Así, llevó a cabo así una serie de
obras muy personales, en las se recrean paisajes con caminos de perspectiva profunda con
una paleta de colores de tonos ocres y marrones. En ellos se incluyen figuras aisladas, envueltas en lirismo y simbolismo.
En 1889 se trasladó a París, donde se estableció en Montmartre y compartió vivencias
con Utrillo, Clarasó, Zuloaga o Casas, entre otros. En 1890 presenta su primera exposición
individual en la sala Parés de Barcelona y, de vuelta a París, absorbe la sensibilidad decadente del simbolismo, que se estaba difundiendo en los círculos artísticos; su pintura comienza a reflejar el expresionismo imperante, que se recoge en obras en las que plasma el
mundo de la bohemia y el ambiente de Montmartre.
En 1893 Rusiñol compró una casa en Sitges. En ella instaló su colección de hierros antiguos y también su colección de arte, de la que formaban parte dos obras de El Greco, considerado por el entorno de Rusiñol un ejemplo de modernidad y de valores artísticos y subjetivos. Cau Ferrat —hoy convertida en museo— se convirtió en un lugar emblemático,
centro de “fiestas modernistas” a las que asistían escritores, músicos y pintores. Rusiñol
realiza en Sitges una serie de obras sobre los patios azules de las casas de esta población, lo
que implica un cambio en el tratamiento de la luz y la obtención de una nueva paleta de colores, de tonos más claros.
En 1894 viaja a Italia, donde descubre la poética del jardín abandonado. La ruta de Florencia a Fiesole sorprende al artista por la belleza de los jardines de las villas, con esculturas y caminos flanqueados de cipreses, en un ambiente de cuidado abandono. A partir de
esta experiencia, los jardines fueron la temática principal de sus obras: pintó jardines de
Granada, Montserrat, Aranjuez, La Granja de San Ildefonso, Mallorca o Valencia. Su exposición Jardins d’Espagne, celebrada en 1898 en la sala L’Art Noveau, de París, supuso
su reconocimiento internacional.
El bien objeto de declaración, Jardines de Aranjuez, forma parte de esta nueva etapa
artística. En esta obra el artista configura una vista de un espacio ajardinado, ordenado a
ambos lados de un camino que marca el eje central. En primer plano el espacio es abierto,
con macizos de flores; un camino trasversal marca el inicio de un segundo plano en el que,
tras una línea de setos, se desarrolla una frondosa arboleda con tupida sombra que recibe la
luz y se vuelve más compacta en el último plano.
En esta obra el pintor hace uso de un gran rigor compositivo. La simetría de la composición está perfectamente definida en sus líneas horizontales por el trazado de paseos y par-
BOCM-20250203-22
Pág. 130
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 3 DE FEBRERO DE 2025
B.O.C.M. Núm. 28
ANEXO
DESCRIPCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LOS VALORES DEL BIEN QUE
MOTIVAN SU DECLARACIÓN COMO BIEN DE INTERES PATRIMONIAL
A) Descripción del bien objeto de la declaración
Denominación: Jardines de Aranjuez.
Autor: Santiago Rusiñol i Prats (1861-1931).
Escuela: española.
Época: Siglo XX; 1899.
Clase del bien: pintura.
Técnica: óleo sobre lienzo.
Materia: pintura al óleo.
Medidas: 117 × 139 cm.
Estado de conservación: bueno; sin riesgo de conservación.
El bien objeto de protección es una pintura al óleo sobre lienzo que representa una vista de los jardines de Aranjuez, obra de Santiago Rusiñol, uno de los principales pintores del
modernismo catalán.
Santiago Rusiñol i Prats (Barcelona, 1861-Aranjuez, 1931) fue un pintor, escritor, coleccionista y promotor cultural nacido en el seno de una familia dedicada a la industria textil, actividad en la que participó en su etapa de juventud y de la que se desvinculó para dedicarse a la pintura. De formación prácticamente autodidacta, a partir de 1876 recibió clases
en la academia de dibujo y pintura de Tomás Moraga, iniciándose así en la pintura catalana de su tiempo. Mostraba ya una inclinación natural hacia las pinturas de paisaje y, gran
admiración a Joaquín Vayreda, uno de los principales paisajistas catalanes, y al naturalismo rural.
Tuvo contacto en esa época con la Cataluña rural, en compañía de Ramón Casas y formando parte de la Asociación Catalana de Excursiones. Así, llevó a cabo así una serie de
obras muy personales, en las se recrean paisajes con caminos de perspectiva profunda con
una paleta de colores de tonos ocres y marrones. En ellos se incluyen figuras aisladas, envueltas en lirismo y simbolismo.
En 1889 se trasladó a París, donde se estableció en Montmartre y compartió vivencias
con Utrillo, Clarasó, Zuloaga o Casas, entre otros. En 1890 presenta su primera exposición
individual en la sala Parés de Barcelona y, de vuelta a París, absorbe la sensibilidad decadente del simbolismo, que se estaba difundiendo en los círculos artísticos; su pintura comienza a reflejar el expresionismo imperante, que se recoge en obras en las que plasma el
mundo de la bohemia y el ambiente de Montmartre.
En 1893 Rusiñol compró una casa en Sitges. En ella instaló su colección de hierros antiguos y también su colección de arte, de la que formaban parte dos obras de El Greco, considerado por el entorno de Rusiñol un ejemplo de modernidad y de valores artísticos y subjetivos. Cau Ferrat —hoy convertida en museo— se convirtió en un lugar emblemático,
centro de “fiestas modernistas” a las que asistían escritores, músicos y pintores. Rusiñol
realiza en Sitges una serie de obras sobre los patios azules de las casas de esta población, lo
que implica un cambio en el tratamiento de la luz y la obtención de una nueva paleta de colores, de tonos más claros.
En 1894 viaja a Italia, donde descubre la poética del jardín abandonado. La ruta de Florencia a Fiesole sorprende al artista por la belleza de los jardines de las villas, con esculturas y caminos flanqueados de cipreses, en un ambiente de cuidado abandono. A partir de
esta experiencia, los jardines fueron la temática principal de sus obras: pintó jardines de
Granada, Montserrat, Aranjuez, La Granja de San Ildefonso, Mallorca o Valencia. Su exposición Jardins d’Espagne, celebrada en 1898 en la sala L’Art Noveau, de París, supuso
su reconocimiento internacional.
El bien objeto de declaración, Jardines de Aranjuez, forma parte de esta nueva etapa
artística. En esta obra el artista configura una vista de un espacio ajardinado, ordenado a
ambos lados de un camino que marca el eje central. En primer plano el espacio es abierto,
con macizos de flores; un camino trasversal marca el inicio de un segundo plano en el que,
tras una línea de setos, se desarrolla una frondosa arboleda con tupida sombra que recibe la
luz y se vuelve más compacta en el último plano.
En esta obra el pintor hace uso de un gran rigor compositivo. La simetría de la composición está perfectamente definida en sus líneas horizontales por el trazado de paseos y par-
BOCM-20250203-22
Pág. 130
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID