C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20241218-22)
Bien de interés cultural –  Decreto 112/2024, de 11 de diciembre, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Paisaje Cultural, la Dehesa de La Villa en Madrid
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 18 DE DICIEMBRE DE 2024

B.O.C.M. Núm. 301

trarse, y por el término municipal de Fuencarral, al oeste por el cauce del río Manzanares, al
sur por el casco urbano, con un límite más difícil de precisar hacia el este.
Posteriormente, se convirtió en dehesa carnicera, cuando el Concejo de la Villa decidió arrendar los terrenos a los ganaderos que surtían a la ciudad y que necesitaban de un
área próxima al casco urbano, en la que los animales pudieran pastar antes de ser sacrificados. Esta decisión suscitó las protestas de los ciudadanos que hasta entonces habían dispuesto de los recursos que estas tierras ofrecían.
Con el traslado de la corte a Madrid en 1561 se incrementó la demanda de recursos básicos, de manera que los acuíferos que habían surtido hasta entonces a la Villa resultaron
insuficientes. El descubrimiento de abundante agua en la Dehesa de la Villa y su ubicación
geográfica, facilitaron la construcción del viaje de agua de Amaniel, durante el reinado de
Felipe III, asegurando el abastecimiento de agua a la población y el desarrollo urbano de
Madrid alejado del río.
Con el transcurso del tiempo, la Dehesa de Amaniel fue perdiendo superficie: por
apropiaciones indebidas, a favor de tierras de labranza, con la instauración del Cordón de
El Pardo por Fernando VI en 1749 y, especialmente, durante el reinado de Carlos IV, con
la creación del Real Sitio de la Florida, momento en el que la Dehesa pierde su acceso al
cauce del Manzanares. El Concejo decidió subastar las tierras, sin llegar a recibir ninguna
puja, por lo que la Dehesa de Amaniel recobró su función primitiva, servir de pasto para el
ganado menor del vecindario.
En 1667 se realizó el primer amojonamiento. En 1785 se realiza un nuevo deslinde y
amojonamiento, empleándose 26 cotos de piedra numerados y marcados con las letras
MDR, en alusión a Madrid. Los documentos gráficos de los deslindes a partir de 1769
muestran una reducción de tamaño y una extensión similar a la actual.
Durante el reinado de Carlos III se arreglaron y embellecieron caminos, entre ellos la
Vereda de Carabineros, camino que llevaba a los reyes desde el Palacio del Buen Retiro
hasta El Pardo. La vereda, que coincidía en parte con la actual calle Francos Rodríguez, fue
uno de los primeros paseos arbolados de acceso a la capital, y se adentraba en la Dehesa
para enlazar con la Senda Real, que iba del Palacio Real a El Pardo.
El Ministerio de Gobernación adquirió la titularidad de la finca en 1861 y cedió su uso
a la Dirección de Caballería como campo de entrenamiento militar. Bajo tutela militar, sobre sus terrenos sin arbolado, acampó el Ejército de África creándose un poblado que es el
origen del barrio de Tetuán.
En el siglo XIX, a partir de la creación del Canal de Isabel II en 1858, la Dehesa pasó
de ser suministrador de agua de la Villa a regar las reales posesiones de la Florida y el Monte del Pardo, a través de la Acequia del Norte o “el Canalillo”, que daba salida al excedente de agua de la acometida general del Canal de Isabel II.
La cubierta vegetal actual de la Dehesa es fruto de la reforestación realizada desde finales del siglo XIX con miles de pinos, alentada por el movimiento higienista europeo que
buscaba mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos, pero también avalada por
descubrimientos científicos que demostraban la capacidad oxigenadora de los árboles.
Las plantaciones fueron especialmente significativas a partir de 1888, cuando Celedonio Rodrigáñez (ingeniero agrónomo, director de Jardines y Plantíos del Ayuntamiento de
Madrid y, a partir de 1886, ingeniero director de Paseos, Arbolado y Parques de Madrid),
presentó su plan de repoblación de los alrededores de Madrid e inició en la Dehesa de la Villa la plantación sistemática de pinos piñoneros y pinos carrascos, para revertir la deforestación y mejorar la salud urbana y la calidad del aire.
Por tanto, ya en el siglo XIX, la Dehesa de la Villa se convirtió en pulmón de aire puro
para la ciudad que comenzaba a rodearla al crecer y empezó a contemplarse también como
una pieza fundamental dentro de la estrategia más amplia para configurar un cinturón verde alrededor de Madrid.
En 1901, el estado cedió al Ayuntamiento el usufructo a perpetuidad de la Dehesa con
la condición de que éste dedicara los terrenos a un uso asistencial. Se configuró así, a principios del siglo XX, como el lugar ideal para diversos proyectos asistenciales de fuerte calado social que proporcionaban sustento y formación a personas en riesgo de exclusión
social: el Asilo de la Paloma, la vaquería de La Gota de Leche, las Escuelas Bosque, el Colegio de Huérfanos Ferroviarios y posteriormente el Instituto Giner de los Ríos.
Como otros espacios verdes de Madrid, la Dehesa de la Villa acogió la celebración de
la Fiesta del Árbol, que tuvo lugar en el conjunto al menos en 1915, realizada por los niños
del Asilo de la Paloma y supervisada por el jardinero mayor del Ayuntamiento. Herederos
de esta actividad son las plantaciones vecinales que se siguen realizando hoy en día impulsadas por los vecinos.

BOCM-20241218-22

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