B.O.C.M. Núm. 254

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
JUEVES 24 DE OCTUBRE DE 2024

terés político y estratégico, pues proporcionaban a Napoleón información valiosa para sus
campañas militares.
La obra se ilustra con un total de 349 grabados (o planchas). Para su realización,
Laborde contó con la colaboración de dibujantes, grabadores y arquitectos, en su mayoría franceses, que le acompañaron durante el viaje por territorio español. Entre ellos
destacaron Constant Bourgeois (1767-1841), Dutailly (activo ca. 1790-1803), François
Ligier (nacido en 1755, documentado en España hacia 1800-1803) y Jacques Moulinier
(1753-1828), entre otros. Los dibujantes tomaban apuntes durante los viajes, posiblemente recurriendo al uso de la cámara oscura, que luego servían de base a la composición de los dibujos utilizados como modelo de los grabados que iluminan la obra. Los
lugares y elementos representados en estos dibujos, su encuadre y los ángulos seleccionados para enfocar la imagen estaban estudiados para ofrecer la vista más gráfica y clara de lo que se quería trasmitir. Las imágenes que se presentan en el Voyage son realistas y precisas, mostrando muchas de ellas abundantes personajes en diferentes
actitudes.
“Vista de la ermita y Fiesta de San Isidro en Madrid” es uno de estos dibujos preparatorios. Realizado a plumilla y aguada sobre papel, fue el modelo de la Plancha LVII del
cuarto tomo de la obra de Laborde. Bajo el grabado se dispone la leyenda “Vista de la ermita y de la Fiesta de San Isidro en Madrid”, en castellano, francés e inglés. El texto que
describe la imagen en el libro la titula “Procesión a la ermita de San Isidro”.
El dibujo representa la romería a la ermita de San Isidro el día de su Fiesta, el 15 de
mayo, y lo hace con una visión lejana, recogida a suficiente distancia para poder captar la
escena completa. En los diferentes planos que permite la amplia perspectiva se representan
la ermita, a la derecha en un plano medio; grupos de personas que se dirigen andando hacia ella; pequeñas edificaciones a su alrededor y, en el plano más cercano, tras unos árboles, numerosos carruajes transitando por un amplio camino. La animada representación, que
incluye numerosos grupos de gente en diferentes actitudes, da idea del bullicio y popularidad de esta tradición festiva que, en los primeros años del siglo XIX, gozaba de gran aceptación. La multitud, que espera para entrar a la ermita o acercarse a la fuente del agua milagrosa, ofrece un interesante paisaje devocional y festivo de esta área, entonces extramuros
de la ciudad. Además de la gente, el dibujo muestra un paisaje en el que se recogen con precisión las características topográficas y ambientales del terreno, formado por lomas y laderas y con escasa vegetación arbórea.
El autor realiza un trabajo muy minucioso en la representación de cada una de las partes. Se trata de un trabajo consistente, meticuloso y detallista con el que dibuja imágenes
inéditas y pintorescas. De hecho, algunos de los detalles que muestra el dibujo no pudieron
ser reflejados en la plancha para su impresión.
En la obra de Laborde, la imagen se comenta de la siguiente manera: “El tema que representa esta plancha es la Fiesta de San Isidro que se celebra en una llanura árida, donde no
hay árboles ni casas, entre el puente de Segovia y este de Toledo. En medio de este lugar se
ha construido una capilla que guarda la imagen de San Isidro, objeto de culto particular de
los habitantes de Madrid. Indicaremos en pocas palabras lo que tiene lugar a este respecto.
Cada año, el 15 de mayo, toda la gente se dirige, al punto del día, hacia los alrededores de esta ermita. Tiendas de campaña son instaladas por todos lados y se venden toda clase de comestibles. Entre las 9 y las 10 de la mañana los párrocos de San Andrés van a celebrar el oficio a la ermita, donde cantan una gran misa seguida de un sermón, que se confía
a uno de los mejores predicadores de Madrid. Después de la misa, los mismos oficiantes
van a llenar un plato de plata del agua de la fuente que brota de una de las paredes de la ermita. La tradición dice que esta agua sale espontáneamente por un milagro de San Isidro; y
tiene el poder de curar un gran número de enfermedades; la confianza es tal a este respecto que ha sido necesario rodear la fuente de un recinto, a fin de evitar tumultos y confusiones cerca de sus bordes. El buen clima de España en esta estación, la multitud de coches,
de curiosos, de trajes, hacen esta Fiesta muy curiosa para los extranjeros y los viajeros”.
Además de su interés artístico, el dibujo “Vista de la ermita y Fiesta de San Isidro en
Madrid” cuenta con un apreciable valor histórico y documental. Unos años antes, Francisco de Goya había inmortalizado la Fiesta en sus obras La Pradera de San Isidro y La ermita de San Isidro el día de la Fiesta (1788); y dio también una visión menos bucólica de la
Fiesta en La Romería de San Isidro, pintada entre 1820 y 1823, todas ellas en el Museo del
Prado. Pero en ninguna de estas obras se ofrece una visión tan amplia de la romería como
en el dibujo de la obra de Laborde.
Como la de Laborde, muchas de las obras que hablaban de España fueron promovidas
por la monarquía. En relación a Madrid, numerosas estampas y pinturas daban a conocer

Pág. 137

BOCM-20241024-40

BOCM