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Bien de interés cultural –  Resolución de 6 de junio de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Zona Arqueológica, de la villa romana de “La Torrecilla”, en Perales del Río, Getafe (Madrid)
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B.O.C.M. Núm. 145

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024

En el territorio rural madrileño se diferencian varios modelos constructivos y centros
de explotación agropecuaria, siendo el tipo más común la villa. Estas se definen como centros relacionados con la explotación de la tierra a gran escala, dentro del sistema de producción latifundista que caracterizó la economía rural romana. También se constituyeron como
un lugar de retiro y descanso, así como escenarios de representación social.
En la Comunidad de Madrid se han podido documentar establecimientos rurales altoimperiales, pero la mayor parte de las villas se fechan a partir del siglo III d. C. Contaban con un
número indeterminado de edificios, una parte de ellos destinados al uso doméstico (pars urbana), siendo la zona más ostentosa y lujosa, símbolo de poder y prestigio del propietario; y
otra destinada a las tareas productivas y para la servidumbre (pars rustica y pars fructuaria).
La vocación agropecuaria de las villas está perfectamente constatada, identificándose la
explotación de cultivos de trigo, viñedos, leguminosas y olivares, y una cabaña ganadera vacuna, ovicáprida y porcina, además del consumo de otras especies como la gallina y el ganso.
Durante la Edad Media la zona de “La Torrecilla” se mantuvo habitada. Se encuentran
referencias desde el siglo XIII como un lugar vinculado al ganado y la trashumancia debido a la cercanía de la Cañada Real Galiana. La primera referencia literaria del topónimo de
“La Torrecilla de Aben Crispín” aparece en un documento otorgado por Fernando III
en 1239, refiriéndose a él como un abrevadero comunal. En 1453, con el topónimo de “La
Torrecilla de Iván Crispín”, se dicta una sentencia de Díaz Montalvo que declara pasto comunal el ejido y término del lugar, al tiempo que amojona la cañada. Este último topónimo
será el que se mantenga y aparezca en el Catastro del Marqués de la Ensenada.
La villa romana fue localizada en 1979 y desde entonces hasta el año 1987 fue objeto
de excavaciones sistemáticas por parte de María Ángeles Alonso, María Concepción Blasco y María Rosario Lucas, lo que permite tener un cuadro preciso de la secuencia evolutiva de la villa, características de las reformas y su cronología. En el año 2016, se reanudaron los trabajos que se centraron en completar los conocimientos sobre la extensión y
potencialidad del enclave, teniendo continuidad con las excavaciones anteriores.
En 1979, se lleva a cabo la primera intervención en el enclave en la que se localizan
restos de época romana que corresponden a una necrópolis de cremación a unos 700 metros
al norte de la villa y con una cronología coetánea a la misma. Destaca una fosa de incineración, así como clavos de hierro, fragmentos óseos parcialmente quemados y un vaso de
cerámica (Terra Sigillata Hispánica Drag. 27). A estos restos se añade un depósito votivo
coronando una acumulación tumular de bloques de yeso, una imbrex (teja curva), una piedra de molino fragmentada y restos cerámicos. Se localizó también un ustrinum (quemadero destinado a la incineración del difunto) con un posible foso central rodeado por muros.
Previamente, en 1975, se descubrió la necrópolis de “El Jardinillo”, a 200 metros de la
villa, excavada parcialmente por María del Carmen Priego y Salvador Quero.
En la campaña de 1980, se localizó la villa romana al descubrirse uno de sus muros.
Las excavaciones dirigidas por el equipo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de
la Universidad Autónoma de Madrid, realizaron una evaluación superficial entorno al
muro, prospección y sondeos. Para terminar, se llevó a cabo la intervención alrededor del
resto de muro descubierto. Partiendo de este se localizaron otros dos muros y hasta cuatro
espacios diferentes, confirmando la presencia de un edificio completo con potentes enfoscados de mortero de cal y opus signinum.
En la campaña de 1981, se amplían las zonas anteriormente excavadas, localizándose
una sala de planta rectangular y cabecera absidial semicircular pavimentada con opus signinum y en cuarto de bocel. Las paredes contaban con estucos policromados de motivos
geométricos combinados con motivos florales. A ambos lados de esta se abrían hasta tres
estancias de planta cuadrangular. Se localizaron también evidencias de reocupaciones con
muros de peor calidad situado por encima del derrumbe, y un hoyo o silo.
En 1983, los trabajos se centraron en la sala absidiada, lo que permitió conocer con precisión las fases del desplome del edificio, se recuperaron numerosos fragmentos de estucos
policromados y se localizó un pequeño escalón que salvaba el desnivel de esta sala. Se documentaron el pasillo, estructuras murarias de mala calidad, así como dos hoyos de fases
posteriores al complejo. Se localizaron más habitaciones en el ala oriental y muro perpendicular a las cabeceras perteneciente a una reforma, y se constató la existencia de más hoyos.
Durante la campaña de 1987 se realizaron prospecciones geoeléctricas en colaboración
con el Departamento de Geología de la Universidad Complutense de Madrid. En la sala absidial se terminó de limpiar en las zonas más profundas confirmándose la existencia de un vano
que ponía en comunicación con otra sala, y se excavaron hoyos. En la zona oriental se dejaron al descubierto tres estancias completas. En la zona este de la sala central se documentó un
tramo de canalización realizado con material latericio bajo un pavimento de losetas cerámi-

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