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Bien de interés cultural –  Resolución de 4 de junio de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid del Hilado Tradicional del Esparto
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BOCM

MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024

B.O.C.M. Núm. 145

Durante los trabajos de campo que fueron objeto de la investigación llevada a cabo en 2023,
se han podido localizar los restos en ruina de la fábrica que se asentaba en Chinchón, en el
Callejón de Don Ramón.
Formando parte de este patrimonio, también se han de citar las diversas pozas que se
utilizaban para cocer el esparto. Se han localizado tres conjuntos en estado de completo
abandono: en Villarejo de Salvanés, las Pozas del Valle San Pedro y las de la Fuente del
Dornajo; en Chinchón, las del Arroyo de Valdezarza.
Por último, es importante referirse aquí a la última espartería tradicional que aún comercializa hilados de esparto: la espartería Juan Sánchez, sita en el número 3 de la calle del
Mediodía Grande, en Madrid. Buena parte de su mercancía llegaba antaño a través de los
descargaderos de la Plaza de los Carros y del cercano Mercado de la Cebada.
La propia toponimia remite a la calle Esparteros en la capital, a la calle de las Esparteras en Paracuellos del Jarama, a la plaza del Esparto en Valdemoro, y a las calles del Esparto y de Batanes en Villarejo de Salvanés.
A.7. Materias primas, herramientas y maquinarias
Las materias primas utilizadas en el arte de hilar son el esparto de albardín (Lygeum spartum), que se utilizaba sobre todo para hilar entre palmas en Colmenar de Oreja, y el esparto
de atocha (Stipa tenacissima), el más demandado por los hiladores de la industria manual.
En el contexto del hilado manual artesanal se encuentran las herramientas más rudimentarias: mazas, lanchas de machacar, aspas (también llamadas localmente “ordeones”) y
otros utensilios como los cajones de fabricar estropajos.
En el contexto del hilado manual industrial se encuentran ingenios más sofisticados:
rastrillos de púas, bandas de mazos, ruedas de hilar, tornos de corchar y tornos de embobinar, así como dispositivos más simples como astas, ferretes o gabias. Con el afán de mejorar las operaciones en las que se utilizaban, entre las décadas de 1960 y 1970 se sustituyeron los rastrillos por bombos, las bandas de mazos por laminadoras, y las ruedas de hilar
por máquinas hiladoras motorizadas.
Se asocian a este bien del patrimonio inmaterial diversos útiles y herramientas, que
quedan descritos en la documentación que conforma este expediente. Ejemplos de algunos
de ellos se conservan en varios de los Museos de la Comunidad de Madrid.
A.8. Participantes, comunidades y grupos sociales asociados
En los pueblos dedicados a esta labor, eran las mujeres quienes se especializaron en el
hilado manual del esparto, ocupándose de todas las actividades que ello conlleva: cosecha
y preparación del esparto, hilado y venta. El hilado del esparto se convertía así en la principal base de sustento para ellas, mientras que los hombres complementaban con el hilado
su trabajo como jornaleros o temporeros. Cuando la demanda aumentó y se abrieron fábricas de hilado industrial, el esparto se convirtió en el principal medio de vida de hombres y
mujeres, que se repartían las diferentes operaciones.
El aprendizaje del hilado entre palmas se realizaba antaño durante la niñez, en compañía de los miembros de la familia, inicialmente ayudando y observando la manera de hacer
las cosas y, después, muy pronto, realizando el machaque y el hilado como un adulto más.
En el contexto del hilado manual industrial, el aprendizaje se hacía sobre la marcha, a base
de experiencia; en este caso también se empezaba de niño a trabajar.
Actualmente, las comunidades y grupos sociales madrileños directamente relacionados con la conservación y transmisión de los conocimientos inherentes al hilado del esparto son muy pocos: una docena de ex hiladores y trabajadoras afines a la industria manual
en Villarejo de Salvanés, media docena de ex hiladoras vinculadas con el barrio de la Espartería en Colmenar de Oreja, y Juan Antonio Sánchez, que sigue comercializando cordelería de esparto en la espartería que fundó en 1927 su abuelo en Madrid.
Sin embargo, el protagonismo de este elemento patrimonial ha sido tal que los grupos
sociales que se vinculan con él no se limitan a los últimos portadores de conocimientos que
sepan hilar, sino que abarca a amplios sectores de la población local que sienten que el hilado del esparto ha sido para ellos una importante y muy representativa fuente de riqueza y
que, a pesar de que este medio de vida ya pertenece al pasado, les sigue representando. Su
enraizamiento en estos grupos es tal que ha traspasado al folclore tradicional, conservándose varias jotas referidas al esparto y los esparteros.

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