C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20230208-25)
Bien de interés cultural –  Decreto 7/2023, de 1 de febrero, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid la pintura titulada “Maja y Celestina”, realizada por Francisco de Goya y Lucientes
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BOCM

MIÉRCOLES 8 DE FEBRERO DE 2023

B.O.C.M. Núm. 33

ANEXO
DESCRIPCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LOS VALORES DEL BIEN
QUE MOTIVAN SU DECLARACIÓN COMO BIEN DE INTERES CULTURAL
A) Descripción del bien objeto de la declaración
Denominación: “Maja y Celestina”.
Denominación accesoria: “Una maja y una vieja”.
Autor: Francisco de Goya y Lucientes.
Escuela: Española.
Época: Siglo XVIII, h. 1778-1780.
Clase de bien: Pintura.
Técnica: Óleo.
Materia: Óleo sobre lienzo.
Medidas: 75 × 113 cm.
Estado de conservación: Regular.
La obra “Maja y Celestina” es una pintura al óleo sobre lienzo realizada por Francisco de Goya y Lucientes. Está incluida en el Inventario General de Bienes Muebles por
Resolución de 3 de septiembre de 1987, de la Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura, por la que se incluye en el Inventario General de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español, la obra “Una maja y una vieja”, de Francisco de
Goya y Lucientes, con el código I-M-01-0005490-00000.
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos, Francia, 1828)
está considerado un gran genio de la pintura. Además de participar en los movimientos estéticos de su época, con sus últimas obras penetró ampliamente en los nuevos conceptos sociales y pictóricos del siglo XIX, anticipando, en cierta medida, muchos de los avances artísticos e innovadores del siglo XX, incluso en aspectos de lo no figurativo, y fijando la base para
comprender el devenir estético de buena parte de los “ismos” de la Edad Contemporánea.
A finales de 1774, Francisco de Goya, que entonces contaba 28 años, fue llamado a
Madrid por Anton Raphael Mengs (1728-1779), primer Pintor de Cámara de Carlos III,
quien le integró en el equipo de jóvenes artistas que trabajaban en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. A su llegada a la capital, Goya y su esposa se instalaron en la calle del
Reloj, en el domicilio de su cuñado Francisco Bayeu (1734-1795), que había actuado como
protector e introductor del pintor en el ambiente artístico de la corte. Entre 1775 y 1792 (año
de la grave enfermedad que le privó del sentido del oído) Goya realizó 63 cartones para tapices, destinados en su mayoría a la decoración mural de los Sitios Reales de El Escorial y
El Pardo. Las primeras entregas que realizó evidenciaban las tribulaciones de un artista sujeto a las limitaciones de tema y técnica que imponían los cartones, a las que el artista parece haberse adaptado a partir de 1777, cuando empezó a mostrar una mayor libertad en el
lenguaje artístico y armonía compositiva. Sus cartones se enmarcan en la estética más decorativa y rococó de su primera etapa cortesana, en la que el artista buscó su inserción en
el sistema artístico oficial a través de un arte amable y decorativo, cuyas limitaciones impuestas y modelos estereotipados de los Bayeu fue progresivamente superando para avanzar hacia una mayor libertad compositiva y un lenguaje propio.
A lo largo de toda su carrera Francisco de Goya demostró un interés especial por la representación de las mujeres de su época. Además de retratarlas o convertirlas en protagonistas de escenas religiosas o mitológicas, supo aplicar la mirada aguda que le caracterizaba a las escenas de género o costumbristas en las que representó a las mujeres en su
cotidianeidad, divirtiéndose, trabajando, como protagonistas o víctimas de escenas amorosas, o realizando otras prácticas, incluidas algunas de brujería u oscurantistas.
La obra objeto de declaración representa una escena costumbrista, de formato horizontal, que se desarrolla de día en un paraje ambiguo no identificable, posiblemente en los aledaños de una ciudad. Ocupa prácticamente el primer plano una joven maja que cruza los brazos
sobre su regazo, de la que resalta su porte y colorida indumentaria. Viste un vestido largo hasta los tobillos de color anaranjado, adornado con encaje blanco y galones de tono azulado en
hombros, cuello y mangas, a juego con los zapatos. Luce pendientes y lleva el pelo recogido
con una redecilla. Con mirada absorta, está reclinada en una postura algo forzada, apoyando
su brazo izquierdo sobre una roca que ocupa el ángulo inferior derecho de la composición.
Tras la figura de la joven, en un plano intermedio y actuando como eje de la composición se sitúa una mujer anciana de la que solo es perceptible el busto largo. Viste una prenda rojiza y cubre su cabeza, hombros y espalda con un manto gris. Su fisonomía —nariz

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