Consejería De Cultura, Turismo, Jóvenes Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2024062661)
Resolución de 30 de julio de 2024, de la Consejera, por la que se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural a favor de la "Ermita de Nuestra Señora del Salor", de la localidad de Torrequemada (Cáceres), con categoría de Sitio Histórico.
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NÚMERO 155
Viernes 9 de agosto de 2024
40220
Muy notable es el conjunto de pinturas murales de los siglos XV y XVI de la Ermita, muy singulares en el contexto extremeño, dada la escasez de ejemplares. Estas pinturas son de dos
tipos. Por un lado, destacan las de tipo mudéjar con decoración geométrica y vegetal en el
interior del templo. Y, por otro, también son muy importantes (además de las exteriores de la
portada norte), las que se aprecian en los muros interiores del evangelio y de la epístola, tanto por la cantidad de superficie conservada como su variedad iconográfica. De estas últimas,
es especialmente singular en Extremadura aquella que representa a Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario, los intentos de creación de perspectiva renacentista con personajes,
que parecen deudores de Piero della Francesca.
Hay otros restos de pinturas al fresco con decoración geométrica y vegetal en distintas zonas, especialmente en el muro de la epístola y en el intradós de varios arcos. Estas pinturas
mudéjares son descritas por Pilar Mogollón de la siguiente manera: “En ellas se representa
una de las composiciones más primitivas del arte islámico, son decoraciones geométricas a
base de composiciones octogonales, con hexágonos envolventes de un cuadrado. Tiene sus
antecedentes en el mundo clásico y adquiere gran desarrollo en el arte califal”. Por su parte,
Ramos Rubio relaciona este tipo de decoración con algunos restos existentes en varias zonas,
así como en la pila bautismal, de la iglesia parroquial de la localidad, que serían de la misma
época. Esas pinturas, de tipo geométrico y vegetal pueden datarse en el siglo XV.
J. Sanguino y Michel, en el manuscrito inédito “Notas referentes a Cáceres”, citado por Ramos
Rubio, da testimonio de la existencia de otras pinturas en las fachadas hoy desaparecidas,
cuyos restos (al menos, en parte), deben de corresponder al almagre visible en la misma
fachada del evangelio citada.
Por su parte, las principales pinturas del interior son figurativas y se conservan en los muros
del evangelio y de la epístola.
Así, en el muro del evangelio se desarrollan tres escenas: Jesús, camino del Calvario con la
cruz a cuestas; la Crucifixión; y, una tercera con Jesús entre los doctores, la última cena y el
bautismo del Salvador. De estas tres escenas, la primera y la última conservan sendos zócalos
con motivos vegetales de color blanco y ocre similares a los de otras zonas del templo.
Estas pinturas han sido atribuidas por algunos autores al pintor del siglo XVI Lucas Holguín
quien trabajó en el retablo mayor de la ermita, cuestión controvertida habida cuenta que las
pinturas, que hoy se contemplan, son probablemente de finales del siglo XV o comienzos del
XVI. Respecto a su calidad técnica, Lozano Bartolozzi las define de forma genérica como “…de
factura popular, torpe y fallida, pero atractivas por su expresividad e iconografía…”; no obstante, el tratamiento de los rostros de los personajes resulta muy expresivo, de mayor calidad
técnica que otras partes del conjunto sugiere que este es obra de varios artistas.
Viernes 9 de agosto de 2024
40220
Muy notable es el conjunto de pinturas murales de los siglos XV y XVI de la Ermita, muy singulares en el contexto extremeño, dada la escasez de ejemplares. Estas pinturas son de dos
tipos. Por un lado, destacan las de tipo mudéjar con decoración geométrica y vegetal en el
interior del templo. Y, por otro, también son muy importantes (además de las exteriores de la
portada norte), las que se aprecian en los muros interiores del evangelio y de la epístola, tanto por la cantidad de superficie conservada como su variedad iconográfica. De estas últimas,
es especialmente singular en Extremadura aquella que representa a Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario, los intentos de creación de perspectiva renacentista con personajes,
que parecen deudores de Piero della Francesca.
Hay otros restos de pinturas al fresco con decoración geométrica y vegetal en distintas zonas, especialmente en el muro de la epístola y en el intradós de varios arcos. Estas pinturas
mudéjares son descritas por Pilar Mogollón de la siguiente manera: “En ellas se representa
una de las composiciones más primitivas del arte islámico, son decoraciones geométricas a
base de composiciones octogonales, con hexágonos envolventes de un cuadrado. Tiene sus
antecedentes en el mundo clásico y adquiere gran desarrollo en el arte califal”. Por su parte,
Ramos Rubio relaciona este tipo de decoración con algunos restos existentes en varias zonas,
así como en la pila bautismal, de la iglesia parroquial de la localidad, que serían de la misma
época. Esas pinturas, de tipo geométrico y vegetal pueden datarse en el siglo XV.
J. Sanguino y Michel, en el manuscrito inédito “Notas referentes a Cáceres”, citado por Ramos
Rubio, da testimonio de la existencia de otras pinturas en las fachadas hoy desaparecidas,
cuyos restos (al menos, en parte), deben de corresponder al almagre visible en la misma
fachada del evangelio citada.
Por su parte, las principales pinturas del interior son figurativas y se conservan en los muros
del evangelio y de la epístola.
Así, en el muro del evangelio se desarrollan tres escenas: Jesús, camino del Calvario con la
cruz a cuestas; la Crucifixión; y, una tercera con Jesús entre los doctores, la última cena y el
bautismo del Salvador. De estas tres escenas, la primera y la última conservan sendos zócalos
con motivos vegetales de color blanco y ocre similares a los de otras zonas del templo.
Estas pinturas han sido atribuidas por algunos autores al pintor del siglo XVI Lucas Holguín
quien trabajó en el retablo mayor de la ermita, cuestión controvertida habida cuenta que las
pinturas, que hoy se contemplan, son probablemente de finales del siglo XV o comienzos del
XVI. Respecto a su calidad técnica, Lozano Bartolozzi las define de forma genérica como “…de
factura popular, torpe y fallida, pero atractivas por su expresividad e iconografía…”; no obstante, el tratamiento de los rostros de los personajes resulta muy expresivo, de mayor calidad
técnica que otras partes del conjunto sugiere que este es obra de varios artistas.