Consejería De Cultura, Turismo, Jóvenes Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2024040039)
Decreto 25/2024, de 26 de marzo, por el que se declara Bien de Interés Cultural el "Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida", de la localidad de Mérida (Badajoz), con carácter de Patrimonio Cultural Inmaterial.
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'Theasthai. Mirar y Contemplar’ (2008 a 2019); “Imperium: Imagen del poder en Roma” y “tempus
fugit” (2021).
Asimismo, se ha impulsado el denominado “Festival off”, además de talleres formativos, o multitud de
actividades en diversos espacios arqueológicos de referencia en la ciudad como el Templo de Diana o el
NÚMERO
63 Sin duda, en este marco, los pasacalles de las sucesivas ediciones han
Pórtico del Foro entre
otros.
18367
permitido aproximar
a los2ciudadanos
a los mitos y leyendas del mundo clásico.
Martes
de abril de 2024

La gestión del Festival.
El Festival cuenta con un órgano específico de gestión, el Patronato del Festival Internacional de
Teatro Clásico, que vela por el buen desarrollo del Festival y respeto al conjunto arqueológico.
Difusión e Impacto del Festival.
La larga duración del festival ha sido período suficiente para que esta identidad de la sociedad emeritense
se reconozca mundialmente a través de distintos cauces de difusión y que forme parte indisoluble del
conocimiento de la propia ciudad. La personalidad de una ciudad que, en pleno siglo XXI, revive, interpreta
y encarna una suerte de helenismo cultural.
Los datos de las últimas ediciones del Festival muestran un incremento muy acusado del número
de asistentes a las representaciones, que ha pasado de los 45.600 espectadores, en 2011, a
cerca de 182.000 espectadores en 2019.
La extensión del Festival.
La fortaleza del Festival de Teatro clásico de Mérida ha favorecido que este se extienda a otras localidades
como Medellín, Casas de Reina, Madrid, Salobreña y Coímbra, entre otras.
Los clásicos siguen entre nosotros.
En todo el mundo se siguen leyendo y contemplando las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides,
y las de Séneca, y las de quienes mejor supieron “leer” y “revitalizar” a los clásicos grecolatinos:
Cervantes, Shakespeare, Corneille, Racine, Giraudoux, Cocteau, Unamuno, etc.
El concepto de “clásico” parece que puede definirse con absoluta sencillez: todo lo que tiene suficiente
clase como para ser estimado y admirado siempre, hasta el punto de convertirse en paradigma
de unos valores cuya vigencia es intemporal. Los griegos inventaron la tragedia y, aunque entre
aquéllos y Racine o Unamuno las diferencias sean muy profundas y el público muy diferente, la
naturaleza humana sigue siendo la misma y los conflictos muy parejos.
En el Canto XIX de la Ilíada, 257-263, cuando Agamenón devuelve a Briseida a Aquiles, jura que
se la devuelve intacta con los siguientes términos: “Sea testigo primero Zeus, el dios más sublime
y excelso, y también la Tierra, el Sol y las Erinias, que bajo tierra castigan a las gentes que prestan
juramento en falso, de que nunca he puesto la mano sobre la joven Briseida, ni por deseo
manifiesto de su lecho, ni por ningún otro motivo, y de que ha permanecido intacta en mi tienda“.
Agamenón litiga con Aquiles por el amor y el poder. Estos son dos de los elementos reflexivos
que más impactan en el espectador y en el hombre.
El director Daniel Benoin deja claro que Troya es trasladable a todo conflicto bélico en “Las
troyanas”, de Séneca, en versión de Jorge Semprún, y éste incluye también, a través del texto,
un homenaje a escritores como Cervantes, Azaña, Gil de Biedma y Federico García Lorca.
Con “Ifigenia en Áulide” (Eurípides) y “A Electra le sienta bien el luto” de Eugene O’Neil y
dirección de Mario Gass se asiste a la “preocupación por el interior”, “por los fantasmas del
individuo”, investiga zonas no resueltas, oscuras, fantasmales de los individuos actuales y de
la sociedad actual y cómo inciden en los comportamientos colectivos”.
En la “Orestíada” se contempla las cenizas de Troya y la destrucción de la familia de los Atridas.
Estos mismos crímenes en el seno familiar (lo que Tácito eufemísticamente llamó “domesticas
discordias” para referirse a los asesinatos dentro de la dinastía julio-claudia- domicia) están
presentes en otras tragedias. Así, en “Las Suplicantes” de Esquilo las mujeres masacran a sus
jóvenes maridos por horror a los lazos del matrimonio. Eurípides retoma el mito y le añade el derecho
a una tumba digna de los caídos en combate, como ha sabido ver Silvia Zarco en la versión
representada. La “ Devartirci” de Sófocles mata sin querer a su muy amado marido, Heracles. Mientras,
“Heracles” de Eurípides mata a sus hijos, presa de la locura (“Hercules furens” de Séneca).
Así era el mito. Y la doctrina poética aconsejaba por boca de Aristóteles que “las acciones
catastróficas sucedieran entre amigos, entre hermanos, un hijo que mata a un padre o una madre
que mata a un hijo, o un hijo a una madre”. El psicoanálisis terminó por hablar del “Complejo
de Edipo” y del “Complejo de Fedra”.
Cocteau reconoce también la función catártica y purificadora de la tragedia clásica, incluso en
los tiempos modernos, cuando inventa un Edipo totalmente diferente insistiendo en el incesto, que
sólo se intuye en Sófocles, pero nunca tiene lugar “coram populo”. Por su parte, Clitemnestra, que