Consejería De Cultura, Turismo, Jóvenes Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2024040022)
Decreto 14/2024, de 20 de febrero, por el que se declara Bien de Interés Cultural el "Conjunto de Hornos de Magacela", en el término municipal de Magacela (Badajoz), con la categoría de Lugar de Interés Etnológico.
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Lunes 26 de febrero de 2024

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procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo, una de las bases
para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad de los colectivos para
hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos mentales, adaptados, eso sí,
al medio, los cuales no dependen de la herencia genética, sino de procesos de aprendizaje
en el seno del grupo. Los humanos construimos viviendas y las aislamos del frío o del calor,
al contrario que otras especies, cuya adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos
biológicos, marcados por la selección natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014 por el Ministerio de
Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con las estrategias
humanas para adaptarse al entorno ecológico, con el reflejo de diferentes contextos socioeconómicos y con dimensiones etnohistóricas de gran calado para entender el presente. En definitiva, la arquitectura vernácula ha de contemplarse como texto etnográfico del que aprender
de cara a proponer modelos constructivos que minimicen el impacto ambiental, con objeto de
frenar la especulación asociada a los modelos contemporáneos y reducir la huella ecológica,
concretamente, el consumo energético.
En el contexto de la Extremadura actual destaca que, hasta hace poco más de sesenta años,
el mundo rural, mayoritario en nuestro territorio, estaba sometido a la praxis de una agricultura y ganadería tradicionales en las que los paisajes genuinos, desde las dehesas y olivares
hasta las huertas del extrarradio de los pueblos, se sustentaban en ciclos cerrados, dependiendo de la meteorología. Solo a partir de los años sesenta del siglo XX, la producción se subsumió a los parámetros del mercado, generándose, en unos casos, intensificación, y en otros
abandono. Todo ello significó una pérdida de oficios tradicionales que implicó que muchas
infraestructuras de la arquitectura tradicional, asociadas al trabajo en el sector agroganadero
y a la transformación de materias primas, sucumbieran.
En un contexto de escasez de recursos y de concentración de tierras y recursos en pocas
manos, el mundo rural tradicional hacía desplegar todo un elenco de estrategias de trabajo
para aquellos que carecían de tierras y medios de producción básicos. El parón de la siega
y de los trabajos agrícolas tenía que ser complementado con oficios, ajenos o no al mundo
agropecuario, que complementaran rentas a las familias en el contexto de economías poco
monetarizadas. Las actividades laborales asociadas a la transformación de materias primas
en nuestra región eran escasas, pero especialmente interesantes al estar relacionadas con la
pluralidad de bases económicas de la población jornalera y de pequeños campesinos, y con el
desarrollo de oficios con sus particulares culturas del trabajo.
Los hornos tejeros y caleros se conectan con todos los entramados culturales a los que se
hace referencia, a lo cual se suma su relación con la producción de dos elementos que a su