Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. III. Otras disposiciones. Lugares de memoria democrática. (BOE-A-2025-13060)
Resolución de 23 de junio de 2025, de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, por la que se publica el Acuerdo de incoación del procedimiento de declaración de Lugar de Memoria Democrática del conjunto formado por el edificio situado en el número 10 de la calle Peironcely, el espacio conocido como Plaza del Fotógrafo Robert Capa, la zona ajardinada anexa y la parroquia de San Carlos Borromeo, en Madrid.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Jueves 26 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 84668
Así las cosas, cuando el ataque frontal a la capital se detuvo en Ciudad Universitaria
gracias a la resistencia republicana, el ejército rebelde pasó a realizar bombardeos
masivos y metódicos cuyos objetivos no eran militares, sino civiles. Dichos ataques
fueron perpetrados por los dos aliados más importantes de los sublevados: la Alemania
nazi y la Italia fascista. Durante el mes de noviembre de 1936, Madrid se convirtió en la
primera capital del mundo en la que las fuerzas aéreas fascistas italianas y nazis
alemanas experimentaron la estrategia del terror aéreo sobre la población civil.
Buen ejemplo de las devastadoras consecuencias de estos ataques indiscriminados
son los bombardeos del 9 al 15 de noviembre sobre el Hospital de San Carlos y el de
Santa Isabel, que provocaron un gran número de heridos y de víctimas mortales, entre
ellas enfermos cuyos cuerpos quedaron destrozados por la metralla. Edwin Lance,
representante diplomático de Gran Bretaña, herido en otro ataque del 8 de noviembre,
llegó a declarar: «Estos bombardeos nocturnos sobre el centro de una ciudad
constituyen el crimen más abominable de la Historia».
La utilización de bombardeos continuos y sistemáticos se centró en las entonces
localidades de la periferia de la capital, como Tetuán y Vallecas, hoy integradas en la villa
como distritos. Allí se concentraban grandes masas de población obrera que residían en
humildes viviendas de una o dos alturas, convertidas en objetivo militar. Uno de los
episodios más trágicos de esta masacre se produjo en Vallecas, el 19 de noviembre
de 1936, durante un ataque aéreo de la aviación fascista italiana, y quedó inmortalizado
para siempre por el fotógrafo húngaro Robert Capa en un amplio reportaje gráfico que
trascendió las fronteras españolas y fue publicado en numerosos países. En la icónica
fotografía de Capa puede verse a una mujer y a varios niños frente a la devastada fachada
de un edificio acribillado por la metralla, víctima de un reciente bombardeo. Dicha vivienda,
situada en el número 10 de la calle Peironcely, se convirtió así en un símbolo internacional
de la vulnerabilidad de la infancia ante el horror de la guerra, así como en una ilustrativa
prueba de los crímenes cometidos por el ejército golpista y sus aliados.
Durante su estancia en España, Robert Capa denunció en los principales medios
gráficos de la época la atrocidad de los bombardeos aéreos sobre los más inocentes. A
su regreso a París, sus fotografías causaron sensación. El 10 de diciembre de 1936, la
revista Regards les dedicó, un amplio número de páginas, llegando incluso a anunciarlas
en portada con el siguiente titular: «La capital crucificada. Las prodigiosas fotos de Capa.
Nuestro enviado especial en Madrid».
El impacto de las fotografías de Capa y de los dramáticos eventos que reflejan sigue
estando muy presente en la memoria de los habitantes de Vallecas. Tanto es así que la
plaza situada en los aledaños de Peironcely, 10, que también sufrió los efectos de los
bombardeos, ha sido rebautizada por los vecinos del barrio como «Plaza del Fotógrafo
Robert Capa».
La misma suerte corrió a zona ajardinada situada en la acera de los números impares
del inicio de la calle Peironcely. Entre las viviendas aledañas, la que ocupaba el número 3,
conocida como «casa del cura» albergaba al párroco de San Carlos Borromeo, Ildefonso
de Pedro Miguelañez, de 33 años, quien residía allí junto a su padre y cinco hermanas.
Además del sacerdote y su familia, 29 personas perdieron sus hogares, tras la destrucción
causada por la aviación fascista en apoyo del ejército golpista.
El espacio conocido popularmente como Plaza del Fotógrafo Robert Capa y la
parcela de terreno ajardinada forman parte del mismo relato histórico: el de las víctimas
de los bombardeos de 1936 y el de la inmigración que, tras la guerra, llegó a Madrid
huyendo de la represión de la dictadura y de la pobreza, especialmente desde
Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Familias enteras utilizaron los restos aún
en pie de las casas destruidas por las bombas para autoconstruirse sus humildes
viviendas que, en muchos casos, habitaron hasta mediados de la década de los 70. Los
exiliados lucharon entonces desde la periferia de la capital por la mejora social y política
de sus vecinos, agrupándose en movimientos vecinales y con el fundamental apoyo de
los curas obreros de iglesias tan señaladas como la de San Carlos Borromeo o la Capilla
de Santa María del Pozo.
cve: BOE-A-2025-13060
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 153
Jueves 26 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 84668
Así las cosas, cuando el ataque frontal a la capital se detuvo en Ciudad Universitaria
gracias a la resistencia republicana, el ejército rebelde pasó a realizar bombardeos
masivos y metódicos cuyos objetivos no eran militares, sino civiles. Dichos ataques
fueron perpetrados por los dos aliados más importantes de los sublevados: la Alemania
nazi y la Italia fascista. Durante el mes de noviembre de 1936, Madrid se convirtió en la
primera capital del mundo en la que las fuerzas aéreas fascistas italianas y nazis
alemanas experimentaron la estrategia del terror aéreo sobre la población civil.
Buen ejemplo de las devastadoras consecuencias de estos ataques indiscriminados
son los bombardeos del 9 al 15 de noviembre sobre el Hospital de San Carlos y el de
Santa Isabel, que provocaron un gran número de heridos y de víctimas mortales, entre
ellas enfermos cuyos cuerpos quedaron destrozados por la metralla. Edwin Lance,
representante diplomático de Gran Bretaña, herido en otro ataque del 8 de noviembre,
llegó a declarar: «Estos bombardeos nocturnos sobre el centro de una ciudad
constituyen el crimen más abominable de la Historia».
La utilización de bombardeos continuos y sistemáticos se centró en las entonces
localidades de la periferia de la capital, como Tetuán y Vallecas, hoy integradas en la villa
como distritos. Allí se concentraban grandes masas de población obrera que residían en
humildes viviendas de una o dos alturas, convertidas en objetivo militar. Uno de los
episodios más trágicos de esta masacre se produjo en Vallecas, el 19 de noviembre
de 1936, durante un ataque aéreo de la aviación fascista italiana, y quedó inmortalizado
para siempre por el fotógrafo húngaro Robert Capa en un amplio reportaje gráfico que
trascendió las fronteras españolas y fue publicado en numerosos países. En la icónica
fotografía de Capa puede verse a una mujer y a varios niños frente a la devastada fachada
de un edificio acribillado por la metralla, víctima de un reciente bombardeo. Dicha vivienda,
situada en el número 10 de la calle Peironcely, se convirtió así en un símbolo internacional
de la vulnerabilidad de la infancia ante el horror de la guerra, así como en una ilustrativa
prueba de los crímenes cometidos por el ejército golpista y sus aliados.
Durante su estancia en España, Robert Capa denunció en los principales medios
gráficos de la época la atrocidad de los bombardeos aéreos sobre los más inocentes. A
su regreso a París, sus fotografías causaron sensación. El 10 de diciembre de 1936, la
revista Regards les dedicó, un amplio número de páginas, llegando incluso a anunciarlas
en portada con el siguiente titular: «La capital crucificada. Las prodigiosas fotos de Capa.
Nuestro enviado especial en Madrid».
El impacto de las fotografías de Capa y de los dramáticos eventos que reflejan sigue
estando muy presente en la memoria de los habitantes de Vallecas. Tanto es así que la
plaza situada en los aledaños de Peironcely, 10, que también sufrió los efectos de los
bombardeos, ha sido rebautizada por los vecinos del barrio como «Plaza del Fotógrafo
Robert Capa».
La misma suerte corrió a zona ajardinada situada en la acera de los números impares
del inicio de la calle Peironcely. Entre las viviendas aledañas, la que ocupaba el número 3,
conocida como «casa del cura» albergaba al párroco de San Carlos Borromeo, Ildefonso
de Pedro Miguelañez, de 33 años, quien residía allí junto a su padre y cinco hermanas.
Además del sacerdote y su familia, 29 personas perdieron sus hogares, tras la destrucción
causada por la aviación fascista en apoyo del ejército golpista.
El espacio conocido popularmente como Plaza del Fotógrafo Robert Capa y la
parcela de terreno ajardinada forman parte del mismo relato histórico: el de las víctimas
de los bombardeos de 1936 y el de la inmigración que, tras la guerra, llegó a Madrid
huyendo de la represión de la dictadura y de la pobreza, especialmente desde
Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Familias enteras utilizaron los restos aún
en pie de las casas destruidas por las bombas para autoconstruirse sus humildes
viviendas que, en muchos casos, habitaron hasta mediados de la década de los 70. Los
exiliados lucharon entonces desde la periferia de la capital por la mejora social y política
de sus vecinos, agrupándose en movimientos vecinales y con el fundamental apoyo de
los curas obreros de iglesias tan señaladas como la de San Carlos Borromeo o la Capilla
de Santa María del Pozo.
cve: BOE-A-2025-13060
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 153