Ministerio de La Presidencia, Justicia y Relaciones Con Las Cortes. I. Disposiciones generales. Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Estatuto. (BOE-A-2024-25789)
Real Decreto 1246/2024, de 10 de diciembre, por el que se aprueba el Estatuto de la Agencia Estatal «Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo».
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 11 de diciembre de 2024
Sec. I. Pág. 168319
donación y cooperación técnica y de apalancar recursos adicionales de fuentes
alternativas, tal y como sucede con el sector privado y los mercados financieros.
Además, se están desdibujando las tradicionales líneas divisorias norte-sur y donantereceptor con la emergencia de nuevos actores en la cooperación para el desarrollo, de lo
que son ejemplo algunas empresas multinacionales con una gran influencia global, o
donantes emergentes, que están promoviendo un cambio en el orden mundial y
desarrollando esquemas de cooperación que combinan mecanismos reembolsables y no
reembolsables con estrategias en otros órdenes políticos. En este contexto, es preciso
avanzar hacia modelos más horizontales de trabajo con los países socios mediante
alianzas basadas en el diálogo, el respeto, la escucha activa y la definición de objetivos
compartidos y con beneficios para ambas partes.
Por último, la revolución tecnológica a la que asistimos está cambiando la esencia de
la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos. Las nuevas tecnologías
representan un nuevo e importante conjunto de herramientas para impulsar el
crecimiento y el desarrollo, y tendrán un impacto directo en la manera de hacer
cooperación, en los propios sectores de cooperación (donde la digitalización para el
desarrollo busca resolver las brechas digitales y promover el acceso a las tecnologías
innovadoras), así como en la naturaleza de las organizaciones que se dedican a ello.
Muchas de estas tendencias se han ido poniendo de manifiesto en los sucesivos
Foros de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda de Accra (2008) y Busan (2011). Así lo
confirmó la creación de la Alianza Global para la Cooperación Eficaz para el Desarrollo
(2011), surgida de la necesidad de abordar una cooperación de horizontes y recursos
más amplios con los que dar respuesta a estos nuevos desafíos. Pero fue en 2015
cuando se trazó el camino de un nuevo modelo de desarrollo y del papel de la
cooperación en él con la aprobación de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo
Sostenible (en adelante, ODS) y de la Agenda de Acción de Addis Abeba para la
Financiación para el Desarrollo, que tuvieron su correlato humanitario con el Gran Pacto
para la Acción Humanitaria firmado en 2016. Paralelamente, el Acuerdo de París para el
cambio climático (2015) y el Marco de Sendai (2015) para la reducción del riesgo de
desastres y el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (2022) para la
lucha contra la pérdida de biodiversidad y de servicios de los ecosistemas orientan los
esfuerzos globales en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de diversidad
biológica y sus consecuencias, con implicaciones evidentes para una cooperación para
el desarrollo, que solo se entiende si es sostenible desde el punto de vista
medioambiental y social.
La Agenda 2030 de las Naciones Unidas trata de constituir la respuesta a los retos
mencionados, integrando, junto a la preservación del planeta, todas las dimensiones de
un desarrollo sostenible e incluyente para erradicar la pobreza y proponiendo un
compromiso simultáneo, tanto a nivel nacional como a escala global. La Agenda 2030
plantea diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante, ODS), que parten de
la experiencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero con un carácter más
ambicioso, participativo y, sobre todo, universal. Al adoptarla, los Estados se
comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación mediante
alianzas centradas especialmente en las necesidades de las personas más pobres y
vulnerables, buscando no dejar a nadie atrás. Sin embargo, su aplicación está siendo
muy desigual y el déficit de financiación anual de los ODS ha aumentado de forma
considerable, especialmente en los últimos años con la concatenación de diversas crisis:
climáticas, sanitarias, bélicas, financieras y alimentarias. Más recientemente, el Pacto
para el Futuro, aprobado por resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas
de 22 de septiembre de 2024, reafirma el compromiso permanente de la comunidad
internacional con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de
Desarrollo Sostenible.
Para responder a las metas globales del desarrollo, las instituciones de la Unión
Europea y los Estados miembros han reiterado su compromiso de alcanzar
colectivamente el 0,7 % de la Renta Nacional Bruta (en adelante, RNB) como ayuda al
cve: BOE-A-2024-25789
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 298
Miércoles 11 de diciembre de 2024
Sec. I. Pág. 168319
donación y cooperación técnica y de apalancar recursos adicionales de fuentes
alternativas, tal y como sucede con el sector privado y los mercados financieros.
Además, se están desdibujando las tradicionales líneas divisorias norte-sur y donantereceptor con la emergencia de nuevos actores en la cooperación para el desarrollo, de lo
que son ejemplo algunas empresas multinacionales con una gran influencia global, o
donantes emergentes, que están promoviendo un cambio en el orden mundial y
desarrollando esquemas de cooperación que combinan mecanismos reembolsables y no
reembolsables con estrategias en otros órdenes políticos. En este contexto, es preciso
avanzar hacia modelos más horizontales de trabajo con los países socios mediante
alianzas basadas en el diálogo, el respeto, la escucha activa y la definición de objetivos
compartidos y con beneficios para ambas partes.
Por último, la revolución tecnológica a la que asistimos está cambiando la esencia de
la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos. Las nuevas tecnologías
representan un nuevo e importante conjunto de herramientas para impulsar el
crecimiento y el desarrollo, y tendrán un impacto directo en la manera de hacer
cooperación, en los propios sectores de cooperación (donde la digitalización para el
desarrollo busca resolver las brechas digitales y promover el acceso a las tecnologías
innovadoras), así como en la naturaleza de las organizaciones que se dedican a ello.
Muchas de estas tendencias se han ido poniendo de manifiesto en los sucesivos
Foros de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda de Accra (2008) y Busan (2011). Así lo
confirmó la creación de la Alianza Global para la Cooperación Eficaz para el Desarrollo
(2011), surgida de la necesidad de abordar una cooperación de horizontes y recursos
más amplios con los que dar respuesta a estos nuevos desafíos. Pero fue en 2015
cuando se trazó el camino de un nuevo modelo de desarrollo y del papel de la
cooperación en él con la aprobación de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo
Sostenible (en adelante, ODS) y de la Agenda de Acción de Addis Abeba para la
Financiación para el Desarrollo, que tuvieron su correlato humanitario con el Gran Pacto
para la Acción Humanitaria firmado en 2016. Paralelamente, el Acuerdo de París para el
cambio climático (2015) y el Marco de Sendai (2015) para la reducción del riesgo de
desastres y el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (2022) para la
lucha contra la pérdida de biodiversidad y de servicios de los ecosistemas orientan los
esfuerzos globales en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de diversidad
biológica y sus consecuencias, con implicaciones evidentes para una cooperación para
el desarrollo, que solo se entiende si es sostenible desde el punto de vista
medioambiental y social.
La Agenda 2030 de las Naciones Unidas trata de constituir la respuesta a los retos
mencionados, integrando, junto a la preservación del planeta, todas las dimensiones de
un desarrollo sostenible e incluyente para erradicar la pobreza y proponiendo un
compromiso simultáneo, tanto a nivel nacional como a escala global. La Agenda 2030
plantea diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante, ODS), que parten de
la experiencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero con un carácter más
ambicioso, participativo y, sobre todo, universal. Al adoptarla, los Estados se
comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación mediante
alianzas centradas especialmente en las necesidades de las personas más pobres y
vulnerables, buscando no dejar a nadie atrás. Sin embargo, su aplicación está siendo
muy desigual y el déficit de financiación anual de los ODS ha aumentado de forma
considerable, especialmente en los últimos años con la concatenación de diversas crisis:
climáticas, sanitarias, bélicas, financieras y alimentarias. Más recientemente, el Pacto
para el Futuro, aprobado por resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas
de 22 de septiembre de 2024, reafirma el compromiso permanente de la comunidad
internacional con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de
Desarrollo Sostenible.
Para responder a las metas globales del desarrollo, las instituciones de la Unión
Europea y los Estados miembros han reiterado su compromiso de alcanzar
colectivamente el 0,7 % de la Renta Nacional Bruta (en adelante, RNB) como ayuda al
cve: BOE-A-2024-25789
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 298