III. Otras disposiciones. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-17779)
Acuerdo 91/2024, de 22 de agosto, de la Junta de Castilla y León, por el que se declara el Puente Colgante de Valladolid bien de interés cultural con categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 3 de septiembre de 2024

Sec. III. Pág. 110876

voladizo para peatones que en origen presentaban pavimento de madera que se irán
sustituyendo por planchas metálicas por motivos de conservación.
La primera aplicación en España de este sistema tuvo lugar en Valladolid en 1865,
con el Puente Colgante y, aunque el sistema no tuvo en principio mucha aceptación, se
fue popularizando en los primeros años del siglo XX entre los carreteros, ya que
competía en economía con los de viga a partir de los 40 metros de luz.
La gestación del Puente Colgante de Valladolid, segundo puente de la ciudad
después del Puente Mayor, comienza a finales del siglo XVIII y XIX, en el contexto de la
incipiente industrialización del país y la articulación de un sistema de comunicaciones
moderno, que situaría a Valladolid en la vanguardia tecnológica del país con la mejora de
las comunicaciones y la llegada del ferrocarril a la ciudad.
El proceso de construcción comenzó en 1851 con la elección del enclave para la
construcción de un auténtico puente colgante, bajo la dirección del ingeniero Andrés de
Mendizábal, apadrinado por la reina Isabel II.
Las obras se iniciaron en 1852, pero pronto surgieron dudas sobre la estabilidad de
la novedosa estructura de puente colgante, y aunque se presentó un segundo proyecto
del mismo autor con el sistema Vergniais, finalmente se optó por la suspensión definitiva
de las obras en 1854 y la construcción de un puente de arco atirantado.
Aunque no existe constancia documental, la autoría del nuevo proyecto se
atribuye a una de las figuras más importantes en el desarrollo de la ingeniería en
España, Lucio del Valle.
Las características de este tipo de puentes permiten la elaboración y montaje de las
piezas fuera de su ubicación final. En este caso, la fabricación en hierro forjado y fundido
del Puente Colgante de Valladolid se llevó a cabo en Inglaterra, por John Henderson
Porter, en los talleres de Ebro Works en Tividale, cerca de Birmingham, según consta en
dos inscripciones conservadas en el Puente.
Las piezas del Puente, elaboradas en los talleres ingleses y enviadas a España a
través de los puertos de Santander y Bilbao, llegaron a Valladolid en abril de 1864; su
colocación, ajuste y roblonado duró siete meses bajo la vigilancia facultativa de los
ingenieros Carlos Campuzano y Antonio Borregón, aprovechando los estribos ya
ejecutados y sin necesidad de utilizar grandes medios ni un elevado número de
operarios, para la puesta en obra.
Una vez montado el Puente en la orilla derecha del río junto al Monasterio del Prado,
se construyeron tres caballetes provisionales de madera a través de los cuales
deslizarían el Puente hasta colocarlo en su posición definitiva. En abril de 1864 se realizó
la prueba de carga que resultó todo un éxito, inaugurándose el 20 de abril de 1865.
En su construcción se mantuvieron las dimensiones iniciales de anchura del tablero y
longitud total, con un peso de 400 toneladas mayor al inicialmente previsto y un
presupuesto de 991 000 reales, bastante más bajo que el inicial.
Desde ese momento y hasta la actualidad, el Puente ha conservado su uso, si bien
ha sufrido numerosos trabajos de mantenimiento y reparación que han permitido el
tránsito rodado hasta nuestros días, sin perder su diseño original y sus valores
simbólicos y estéticos, que han convertido su imagen en símbolo inequívoco de la ciudad
de Valladolid.
Por todo ello, el Puente Colgante de Valladolid constituye un elemento
patrimonial único, relevante ejemplo del avance tecnológico de una época, hito en el
contexto de la arquitectura de hierro en España al ser el primer puente construido en
nuestro país y el cuarto en Europa con el sistema arco-tirante, abriendo de este
modo el camino a la implantación de esta tipología de puente carretero metálico en
el resto del territorio nacional.
En definitiva, en el Puente Colgante de Valladolid confluyen un conjunto de valores
históricos, técnicos e inmateriales singulares y excepcionales que lo convierten en un
bien único en el patrimonio cultural de nuestra Comunidad, que ha sobrevivido hasta
nuestros días en buen estado de conservación.

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