III. Otras disposiciones. COMUNITAT VALENCIANA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-8471)
Decreto 42/2024, de 9 de abril, del Consell, para la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la Festa de la Mare de Déu del Castell, de Cullera.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 102

Viernes 26 de abril de 2024

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cuanto al sentido festivo, bajar a la Mare de Déu a la villa será signo de convivencia
ciudadana y subirla será acompañarla a su casa, en las alturas. Unos caminos
descendentes y ascensionales que marcarán la historia de Cullera. Realmente, las
primeras celebraciones rituales se producían arriba, en el castillo, en la capilla dedicada
a la Virgen María, hasta que la tradición de bajar su imagen se convierte en el inicio de la
celebración, pero ya en la villa. Quizás el espacio del castillo era insuficiente para poder
albergar a la población de Cullera y los visitantes que venían de otras localidades,
incluso de los poblados marítimos de València.
Fuera como fuera, y siguiendo las documentaciones, podemos afirmar que la primera
referencia a la Baixà, como inicio de las fiestas, se da el 25 de marzo de 1631. Quizás
fuera una de aquellas ocasiones extraordinarias en las que se hacían unas rogativas o
para dotar la cita anual de más solemnidad. Formentín, en su libro, habla del señor
Antonio Martínez Pérez, que aseguraba haber visto, en el archivo parroquial (en el libro
cabreo, desaparecido en 1936), la nota original de la fecha de 1631. Aunque, por
referencias posteriores (1640), conocemos que Jaume Cabello, comerciante de Cullera,
establece un mandamiento testamentario en el que se le daba una dote a una huérfana,
con la condición de que esta fuera en un lugar determinado en la procesión de la Baixà.
Es decir, que en 1640 la Baixà estaría consolidada. Esta Baixà tenía que llevarse a cabo
por las revoltes velles, hasta que se construyen las revoltes noves entre 1806 y 1807,
que suman unos 567 metros.
Este nuevo itinerario se vio de necesaria construcción por la creciente devoción y
participación de la ciudadanía en los rituales festivos. Este cambio también marcaría el
lugar donde la Mare de Déu era recibida en la villa y el lugar donde sería entronizada, la
tauleta. Esta novedad propicia la construcción del mercado y de la gran escalera
imperial, tal como lo conocemos hoy en día.
Hasta el día de hoy, y de manera ininterrumpida (salvo los años 36-39, y en 2020
y 2021, a causa de la pandemia), la Mare de Déu ha bajado desde su santuario en el
castillo hasta la villa de Cullera, para la celebración de los ritos litúrgicos y comunitarios
que se enmarcan dentro de las Fiestas Mayores.
Según las anotaciones consultadas, la Baixà se efectuaba con la imagen en manos
del rector, sujetada con dos correas que la sostenían y la aseguraban al pecho del clero.
Más adelante, y ya en nuestros días, la Mare de Déu baja a hombros en una de sus
andas pequeñas y ligeras. Posteriormente, constan como portadores (volants) de la
Mare de Déu el grupo de las cuatro partes del mundo, que desapareció en 1931 y ahora
se ha recuperado, que solo la acompaña mientras la llevan los portadores o el
vecindario.

La tauleta es uno de los elementos centrales, junto con la imagen misma de la Mare
de Déu, de las fiestas de Cullera. De hecho, las palabras baixà, tauleta y tauleters son
parte del léxico emocional del pueblo de Cullera, con una relación simbiótica entre las
tres. Como veremos más adelante, la tauleta es un tipo de altar, una arquitectura efímera
en la que se deposita la imagen de la Mare de Déu cuando llega al pueblo. Sus inicios se
entienden gracias a la difusión de la leyenda que cuenta, asociándola a la fecha de la
primera Baixà, documentada en 1631, cómo tuvo lugar una acción que marcaría la
historia de las fiestas. «De feia uns quants anys del començament de la Davallada, que,
un rector vellet, avarava, lentament i fatigosa per les Revoltes Velles. I en aplegar al
Raval, tres hòmens que acabaven de sopar a la porta de casa i aquí s’estaven per vores
a passar la processó. En mirar-se’l tan cansat, al senyor rector, la Imatge penjada del coll
de dos corretges i amb el consegüent manxó, vullgues que no, el varen fer seure i deixar
la Mare de Déu damunt la tauleta. Mentre que la paraven, llurs dones d’uns domassos i
un parell de canelobres i la barrejaren tota de pètals de flor. Val a dir que improvisaren,
pensat-i-fet, una ‘Tauleta'com les del Corpus a Nostra Patrona. El costum quedà, com
queden les coses bones, i d’any en any tres hòmens que havien de ser trets del raval de

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Evolución tauleta: