I. Disposiciones generales. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAÍS VASCO. Cooperación y solidaridad. (BOE-A-2024-4866)
Ley 3/2024, de 15 de febrero, de Cooperación y Solidaridad.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 13 de marzo de 2024

Sec. I. Pág. 29634

II
Habitamos un mundo profundamente desigual. La desigualdad tiene rostro de mujer,
de niña, de refugiada, de campesina sin tierra, de defensora de los derechos de la
naturaleza, de mujer trans y de todas aquellas personas que la sufren como
consecuencia de la falta de voluntad para revertir las injusticias.
Vivimos en un mundo complejo, caracterizado por procesos interdependientes de
escala global y un modelo de desarrollo y convivencia insostenible, que pone en peligro
la preservación de la vida humana y la del planeta. Las recientes crisis sanitarias, bélicas
y humanitarias han acrecentado los efectos de las anteriores crisis sistémicas –climática,
alimentaria o energética, por mencionar algunas–. Por primera vez en 25 años, ha
aumentado el número de personas que viven en situación de pobreza extrema, padecen
hambre y tienen dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud
o la educación. No es casual que la mayor parte de estas personas sean mujeres y de
África subsahariana, ya que persisten dinámicas históricas y estructuras complejas que
generan desigualdad y vulneran los derechos de la población mayoritaria del planeta:
patriarcado y machismo, colonialidad, homogenización cultural, heterocentrismo o
adultocentrismo, entre otras.
Actualmente, la cuarta parte de la población mundial vive en países afectados por
conflictos violentos, una situación sin precedentes desde la década de los años cuarenta
del siglo pasado. Los retrocesos en la implementación de las políticas y acuerdos en
defensa de los derechos humanos y de la paz, el incremento de los fundamentalismos o
las hostilidades entre países han ocasionado cifras sin precedentes en el número de
personas que se ven forzadas a desplazarse de sus lugares de origen al peligrar su
integridad física o psicológica, o no poder ejercer sus libertades. En numerosos países
se está cerrando el espacio democrático y limitando el papel fundamental que tiene la
ciudadanía y las organizaciones sociales para la construcción de sociedades más
democráticas; en estos contextos, se constatan múltiples amenazas y situaciones de
criminalización y persecución de personas, organizaciones y redes defensoras de
derechos humanos.
La extensión del modelo económico capitalista está también en el origen de la
emergencia climática, de la pérdida de biodiversidad y de la contaminación a escala
planetaria. Este modelo pone en riesgo los medios de vida de las generaciones
presentes y futuras, profundiza en el empobrecimiento y la desigualdad de la mayoría de
la población mundial, ocasiona graves tensiones sobre los territorios con mayor
biodiversidad –habitados principalmente por los pueblos indígenas–, promueve la
extensión de modelos de producción y consumo desmedidos y agota los recursos
naturales de la Tierra. En este contexto, resulta fundamental poner la mirada en la
generación de alternativas económicas, culturales y sociales, basadas en valores como
la diversidad, la equidad, la justicia, el diálogo social o la solidaridad, que pongan en el
centro la sostenibilidad de las vidas de las personas y demás seres del planeta.
Los desafíos globales que enfrenta la humanidad son muchos y complejos;
comprenderlos desde una mirada crítica es condición indispensable para actuar y asumir
la responsabilidad que nos corresponde en esta transformación. La envergadura de los
problemas mundiales ha trastocado las agendas internacionales de desarrollo y
removido los cimientos de los sistemas de cooperación. La política pública de
cooperación vasca no es ajena a estos cambios en el contexto y tiene la obligación de, al
tiempo que mantiene sus señas de identidad, transitar hacia un modelo más abierto, que
convoque al conjunto de la sociedad y que se adapte de forma más eficaz a los
constantes cambios del espacio internacional.
En el año 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas asumió la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esta agenda compromete a los países
enriquecidos y empobrecidos a abordar conjuntamente los desafíos globales y la tarea
compartida de la transformación del modelo de desarrollo hegemónico insostenible, así
como a atender los impactos desiguales de este sistema en la vida de las personas y en
el planeta.

cve: BOE-A-2024-4866
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Núm. 64