III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-4859)
Decreto 15/2024, de 20 de febrero, por el que se declara bien de interés cultural la "Iglesia Parroquial de San Juan Bautista" de la localidad de Berzocana (Cáceres), con categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 63

Martes 12 de marzo de 2024

Sec. III. Pág. 29547

San Fulgencio y santa Florentina:

El templo:
La iglesia está construida mediante mampostería, granito y ladrillo. La datación de la
iglesia corresponde esencialmente a dos periodos: el siglo XV (o, tal vez, finales del
siglo XIV), momento del que resta la torre-fachada de los pies; y el siglo XVI, del que
data la mayor parte de la construcción. La reforma y ampliación del inmueble en este
último periodo fue realizada por los grandes obispos de Plasencia, Vargas Carvajal y
Ponce de León, desde el segundo cuarto hasta los años sesenta del citado siglo.

cve: BOE-A-2024-4859
Verificable en https://www.boe.es

Según J. Hernández Díaz, los restos de los santos hermanos objeto de veneración,
hijos del duque Severiano, que vivieron durante época visigoda, proceden de la iglesia
de La Palma en Sevilla, y fueron trasladados hasta las proximidades de Berzocana para
protegerlos durante la dominación islámica. El motivo de estar dedicado el templo de
Berzocana a san Juan Bautista es que este recibió la misma advocación que tenía, y
sigue teniendo, el citado de La Palma, que fundaron los santos.
En cuanto al lugar donde la tradición cuenta que fueron hallados los restos, el mismo
se llama la «Oliva de los Santos», en las proximidades de la población. Allí existe una cruz
de piedra conmemorativa con los emblemas pontificios (tiara y llaves) grabados, que
señaliza el lugar en el que, según las crónicas, fueron halladas las reliquias un 26 de
octubre de 1223. Según otras informaciones, la advocación de los santos Fulgencio y
Florentina fue creada en 1340, o en una fecha indeterminada en torno a los siglos XIII-XIV.
No está clara, por tanto, la fecha del hallazgo de los santos, aunque, según las fuentes
más fiables, el acontecimiento debió de suceder en torno a la prelatura del obispo de
Plasencia fray Juan Guerra (1364-1372).
Las reliquias se conservan dentro de un arca de alabastro, en una urna y en varios
relicarios de plata. Las reliquias son las siguientes: los cráneos de los santos; dos
quijadas en diferentes estados de conservación; numerosos huesos; un velo y un peine
(que pertenecieron a la santa); varios dientes; y una arquita de madera. Algunos de los
huesos están protegidos por piezas de plata, para poder ser besados por los fieles en las
celebraciones correspondientes.
Antes de su actual emplazamiento dentro del templo, en una capilla construida ex
profeso para custodiarlos, los restos se conservaban en la capilla mayor, en el lado del
evangelio, protegidos por una reja.
En el archivo parroquial se custodia el códice titulado: «Libro que contiene los
instrumentos auténticos de la aparición, vida y milagros que han obrado los gloriosos
cuerpos de los señores San Fulgencio y Santa Florentina Patrones de este Obispado de
Plasencia. Compulsose de Orden y mandato del señor Licenciado Don Alonso Moreno
Montes Cura Rector de esta iglesia de Señor San Juan Baptista. Año de 1719». En el
mismo se recogen informaciones testificiales ordenadas por los obispos Pedro Ponce de
León y Juan Ochoa, en relación a distintos aspectos, como son los milagros observados
por los testigos en relación a las reliquias. Además, se aportan interesantes datos sobre
el templo, desde 1572 a 1593. Al parecer, el origen de dicho documento fue la
reclamación sobre los cuerpos de los santos que hizo la seo de Cartagena, por ser estos
naturales de esta ciudad (y por enterrarse allí san Fulgencio en 630 antes de su traslado
a Sevilla en 664). A dicha reclamación se oponían el obispado de Plasencia y la
población de Berzocana. En la disputa, tras el estudio de los testimonios, datos y
documentos presentados, se dispuso que no se realizase ese traslado, excepto algunos
huesos que fueron enviados a Cartagena y al monasterio de El Escorial. Y debió de ser
en compensación a esta pérdida para el templo, el motivo por el que Felipe II le regaló
una urna de taracea para contener las reliquias, a la que pronto nos referiremos. Y es
que, se sabe que Felipe II intentó convertir el monasterio de El Escorial en la mayor
lipsanoteca del mundo, por lo que pidió a los distintos obispados listados de las reliquias
existentes en cada diócesis.