III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA RIOJA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-4070)
Resolución 25/2023, de 21 de noviembre, de la Dirección General de Cultura, de la Consejería de Cultura, Turismo, Deporte y Juventud, por la que se incoa expediente para la declaración de bien de interés cultural con la categoría de monumento de ingeniería del aprovechamiento hidroeléctrico del salto de La Retorna y su entorno de protección.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Viernes 1 de marzo de 2024

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requerimientos por parte del sector industrial. Todo ello, junto con el surgimiento de
nuevas técnicas constructivas propició que se construyeran un gran número de
centrales, mucho más grandes y potentes, de mayor rendimiento, y con unas inversiones
cada vez más cuantiosos. Entre ellas destacan La Guillerma (1910), San José (1914), El
Cortijo (1918) y Anguiano (1921). Esto permitió poner fin al freno al cual estaba sometido
el crecimiento industrial del país ante la escasa producción eléctrica de hasta entonces.
En el año 1901, el 61 % de la potencia instalada nacional tenía origen térmico, y solo
el 39 % usaba la energía hidroeléctrica como fuente. Pasados veinte años, se había
multiplicado por doce la capacidad eléctrica española, siendo ahora el origen
hidroeléctrico del 80 %. Las centrales térmicas, que utilizaban máquinas de vapor para
producir esta electricidad, van como consecuencia de este auge perdiendo importancia,
quedando en la mayoría de los casos postergadas a un papel complementario y de
alternativa en situaciones puntuales.
Había tantas empresas por todo el país encargadas de producir electricidad que la
gran mayoría presentaban déficits, dando pie a un atisbo de quiebra en el sector
eléctrico. Esto se debía a los altos gastos a los que las mismas se enfrentaban: por un
lado, los de implantación de la infraestructura de distribución de las líneas principales,
por el otro, dado el bajo poder adquisitivo de la población, a los gastos derivados de la
puesta en marcha hasta el domicilio del usuario. A ello, había que sumarle la escasa
iluminación y el bajo consumo que en ellos se generaba, y por lo tanto, los beneficios de
estas empresas eran muy bajos. Con la regulación de la actividad en el año 1916, se
limitó la competencia y entrada de nuevas empresas, estabilizando los precios durante
años.
Tras la crisis del 29, las más pequeñas e ineficientes desaparecen, en la mayoría de
los casos quedando integradas en otras más grandes. De nuevo, el sector sufre una
reestructuración entre los años 40-50: además de las secuelas bélicas, hubo que
sumarle unos años de mucha sequía y la falta de capital para nuevas infraestructuras, de
forma que tanto la producción como la demanda fueran escasas. Esto provocó que
desaparecieran otro gran número de empresas, y otras, igual que en la anterior recesión,
pasaron a formar parte de otras mayores. Esta dinámica de absorciones y fusiones entre
empresas prevalecerá hasta finales del siglo XX. Pese a que el proceso de electrificación
no fue tan rápido en los hogares si lo comparamos a los niveles del alumbrado público o
industrial, dada la imposibilidad económica de las familias para acceder a ello durante las
primeras fases de su implantación, es indudable la influencia que dicho proceso tuvo
para la modernización del país.
El proceso de electrificación no fue una excepción en La Rioja. La gran expansión
económica desarrollada en Haro, gracias a los efectos negativos de la filoxera en la
producción de vino, hizo posible que en el año 1890 instalase el primer alumbrado
público a partir de energía eléctrica, incluso por delante de Logroño, la cual tardará unos
años más en poder utilizar dicha fuente para iluminar sus calles como consecuencia de
un contrato suscrito en el año 1880 por el ayuntamiento municipal con la empresa
Compañía Madrileña de Alumbrado y Calefacción por Gas, en el que se acordaba la
instalación de un sistema de alumbrado por gas y su suministro durante un periodo
de treinta y cinco años. En el año 1898, la empresa Electra de Recajo, SA, ya vendía
energía a particulares desde su sede en la calle Sagasta, ubicada en Logroño, gracias a
la construcción de una Central Eléctrica en el río Ebro a su paso por la localidad que dio
nombre a la compañía, Recajo.
A diferencia de lo que sucedía en el resto del país, a comienzos del siglo XX la
generación de electricidad en La Rioja ya era en su gran mayoría procedente de
aprovechamientos hidroeléctricos y no de centrales térmicas. Para el año 1900 había
contabilizadas alrededor de veinte, pero eran datos imprecisos que no tenían en cuenta
otras, ya fuera por su pequeño tamaño, vinculación a alguna industria u otros motivos.
Las distintas compañías existentes se asociaron y formaron alianzas para mejorar sus
capacidades de distribución y comercialización, extendiéndose a otras comunidades
aledañas.

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Núm. 54