III. Otras disposiciones. COMUNITAT VALENCIANA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-2764)
Resolución de 22 de noviembre de 2023, de la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura y Deporte, por la que se incoa expediente para complementar la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la «Romeria de les Canyes de Castelló», con la que se incorpora la Procesión de las Gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 13 de febrero de 2024

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escudo de la ciudad –una gaiata que desfiló, por primera vez, en 1983. Por otro lado, se
iniciaba la ampliación de los sectores gaiateros. En este primer año, en tres, pero en
años posteriores se continuaría ampliando hasta un máximo de diecinueve sectores.
Esto implicaba, por lo tanto, que las gaiatas monumentales (y las infantiles)
incrementaban su número en siete, lo que da cuenta de la importancia de la gaiata
dentro de la sociedad castellonense. Y con esta ampliación se abrían nuevos tiempos,
porque la incorporación de la mujer a los órganos de dirección de las comisiones era ya
todo un hecho.
Hasta esta fecha, aunque la imaginación del artista era la que conformaba el diseño
de la gaiata monumental, sí que podemos asegurar un estilo más barroco, versallesco;
con materiales nobles, basados en las luces de arañas palaciegas, con escudos
profusamente adornados en talla de madera, con grandes faroles con cristaleras con
diferentes motivos festivos y con serpenteantes brazos recorriendo sus laterales. Con la
llegada de los ochenta y las posibilidades que confieren las nuevas luces de neón, los
metacrilatos de color o traslúcidos, aluminios, aceros inoxidables..., empiezan a proliferar
diseños mucho más abstractos, rompedores e innovadores, mucho más eclécticos, hasta
el punto de levantarse con el primer premio del concurso una gaiata de este estilo, en la
edición de 1990. Son años de discusión por el estilismo que debe retomar la gaiata. De
estilo clásico, moderno o mezcla de los dos (espectaculares formas y diseños que
permiten los nuevos materiales, complementados con trabajos barrocos de cristaleras y
talla), bien es verdad que la gaiata ha continuado evolucionando hacia su objetivo de ser
la imagen de la fiesta castellonera, exportando luz y tradición, de una forma singular.
Al inicio de 1986 se convoca el II Congreso Magdalenero, con el fin de debatir sobre
el pasado, presente y futuro de la fiesta. De nuevo, entre sus conclusiones, la de
enaltecer la gaiata como símbolo de la fiesta y complementar la construcción de gaiatas
monumentales con las individuales o de mano.
Con la llegada de los noventa y las nuevas tecnologías, aparecen nuevos conceptos
de gaiatas interiorizados en otros espectáculos. Así, en los actos de imposición de
bandas a las reinas, la versatilidad del láser y las proyecciones de alta resolución
convierten el escenario de la Pérgola en un verdadero «estallido de luz, sin fuego ni
humo», que integra la iconografía de la gaiata en la misma escenografía del acto. O en el
acontecimiento que se bautizó como «fiesta de la luz espectacular», que con la más alta
tecnología de la época, convertía las nobles fachadas de los edificios de la plaza Mayor
en perfectas alegorías de gigantescas gaiatas, que integraban la luz y la imagen, el
sonido y la pirotecnia.
En la Magdalena de 1991 nacerá un nuevo acto que será el referente de las gaiatas
monumentales, a partir de ahora. Bajo la denominación inicial de «homenaje popular a la
gaiata» –más adelante evolucionará al encendido de las gaiatas–, pretende reunir todas
las gaiatas monumentales e infantiles de la ciudad, en un mismo espacio escénico, con
una doble finalidad. Por un lado, que toda la ciudadanía pueda admirar estas obras de
arte, todas juntas, y expresar su devoción por ellas. Por otro lado –quizás el más
importante–, a través de la conjunción de la música, la poesía y la pirotecnia, aunar la
espectacularidad de todas las gaiatas y conjugándolas todas con sus luces, con sus
efectos lumínicos, y apoyadas sobre una estructura de gran tamaño –unos 20 metros de
altura–, crear una gaiata utópica, fruto de la unión de todas ellas. Una búsqueda de
nuevos caminos estéticos y artísticos que salvaguarde el sentido tradicional que supone
la gaiata como referente de la luz de Castelló. La acogida de la ciudadanía fue
espectacular, y es, por ahora, uno de los actos más esperados dentro del programa
festivo magdalenero.
Desde 1994, los gestores de la fiesta tomaron la decisión, con el fin de dar mayor
realce al monumento ganador del concurso, que este sería designado Gaiata de la
Ciudad en la siguiente edición. Así, la gaiata ganadora en la Magdalena de 1993, obra
del artista Rafael Tecles, se convertía en la Gaiata de la Ciudad de 1994. Una acertada
decisión que perdura hasta nuestros días.

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Núm. 38