III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-20873)
Decreto 80/2023, de 26 de julio, por el que se declara bien de interés cultural a la "Iglesia Parroquial de San Pedro" de la localidad de Gata (Cáceres), con categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 9 de octubre de 2023

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consiguiente inventario mueble, del año 1619 se indica que lo remataba el típico
Calvario, es decir, el crucificado con la Virgen y san Juan a los lados. En lo más alto del
dosel se eleva otra efigie que probablemente haga referencia a la Justicia. Dan guardia
al dosel sendos tondos con los emblemas pontificios (llaves y tiara). Encima de ellos se
disponen las imágenes de dos niños portando pesadas cruces. Finalmente, en los
extremos se observan las estatuas de san Jerónimo y de san Francisco de Asís, que ya
estaban en el ático en el año 1619.
Fue el escultor y entallador principal de este excelente retablo el famoso imaginero
extremeño Pedro de Paz (1536-1616) que tenía su taller en Alcántara. La única noticia
que existe sobre la intervención del referido maestro es una cédula que se encontró
dentro de la imagen de san Antonio Abad, efigie que aún se conserva en la parroquia. Es
indudable la afinidad de la estatuaria y arquitectura del retablo gateño con otras obras
conocidas y documentadas de Pedro de Paz, siendo muy semejante, por ejemplo, al
retablo de Sierra de Fuentes o al retablo de Villa del Rey, ambas en la misma provincia.
También ejecutaría Pedro de Paz el primitivo manifestador del retablo, hoy
desaparecido, pues fue sustituido en el siglo XVIII por el bello sagrario barroco que hoy
podemos admirar. A juzgar por la completa descripción del año 1619, dicho manifestador
debía de ser una pieza de envergadura, y sabemos que fue policromado entre los
años 1596 y 1598 por los pintores caurienses Francisco Cornejo, Lázaro Cornejo y Diego
Valverde. Quizá estos mismos pintores fueron los que realizaron las primorosas sirenas y
otros elementos vegetales y fantásticos que adornan los tableros descubiertos con
motivo de una restauración del retablo, detrás del manifestador, y que actualmente se
exhiben en la sacristía.
Con respecto a las pinturas que ennoblecen el retablo, hemos de decir que fueron
realizadas entre los años 1605 y 1609 por el pintor Pedro de Córdoba, muy activo por
estas fechas en la Alta Extremadura. Acusan estas composiciones un estilo manierista
bastante retardatario, y en muchas ocasiones se copian directamente grabados que
circulaban en abundancia durante los siglos XVI y XVII, como por ejemplo los de Jan
Sadeler, Jean Wiericx, Marcantonio Raimondi, Jacob Cornelisz, Schongauer, etc. No
obstante, estos tableros, restaurados hace unos años, muestran una calidad bastante
notable, lo cual prueba la habilidad de Pedro de Córdoba y explica su fama. Es probable
que este artista también ejecutase parte de la policromía del retablo.
A los lados del retablo mayor se observan dos buenas tallas barrocas de madera
policromada, ejecutadas a finales del siglo XVII; representan a santa Teresa de Jesús y a
san Pedro de Alcántara, esta última quizá procedente del convento franciscano del Hoyo.
Por su parte, el púlpito se haya en la embocadura de la capilla mayor, en la parte del
Evangelio. A él se accede mediante berroqueños escalones de piedra de cantería bien
labrada, pudiendo datarse en el siglo XVI. Lo cubre un precioso tornavoz de madera
tallado en el siglo XVIII.
Otros retablos menores embellecen el templo. En los ángulos que forma la nave con
el estrechamiento de la capilla mayor están los retablos de la virgen del Rosario
(Evangelio) y el llamado retablo de La Antigua (Epístola). Ambos son muy parecidos,
dotados de banco con grandes mensulones de hojarasca, cuerpo único con hornacina
central de medio punto (flanqueada por cuatro columnas salomónicas, pareadas y muy
adornadas) y ático curvo provisto de aletones y rematado por una recargada cornucopia,
broche que también timbra los nichos respectivos de los dos retablos. En el ático se
disponen pinturas. La del retablo del evangelio representa a la virgen con el niño
entregando el rosario a santo Domingo de Guzmán y a santa Catalina de Siena, mientras
que en el de la epístola se figura el abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta
Dorada del templo de Jerusalén. Estos dos retablos se ejecutaron en los inicios del siglo
XVIII con las limosnas de los fieles, como consta en las anotaciones de la visita del
año 1716. Además, en el de la Antigua hay una inscripción: HIZOSE Y DOROSE DE
LIMOSNA ANO DE 1722. Ambos retablos tenían también sus correspondientes
guardapolvos de época, leyéndose en el de La Antigua el siguiente epígrafe que lo
fechaba: ESTE GUARDAPOLVO SE HIZO Y SE PINTO A COSTA DE EL SEÑOR

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