III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-15913)
Resolución de 17 de enero de 2023, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, por la que se incluye en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias un conjunto de hornos y testares de la localidad de Faro, en el concejo de Oviedo, con la categoría de yacimiento arqueológico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 8 de julio de 2023
Sec. III. Pág. 99717
vecino de Faro de las canalizaciones de las fuentes de la ciudad, o la participación de
varios alfareros locales en la gestación de los alfares sierenses de Vega de Poja. El
protagonismo que la dedicación ceramista del lugar alcanza en el siglo XVIII queda de
manifiesto en que el Catastro de Ensenada cite hasta 72 artesanos que se ocupaban en
dicha práctica, compaginándola con las tareas del campo, aunque un siglo después se
habían reducido a algo más de la mitad según la información de P. Madoz. Todavía
durante las primeras décadas del siglo XX la producción mantenía alguna pujanza como
testimonian F. Canella y A. de Llano entre otros, por más que alcanzado el primer tercio
de siglo solo pervivían cuatro alfareros, situación que hacía presagiar el pronto final de
esa industria tal como vaticinaba Álvarez Quiñones en la revista Estampa. La paulatina
instauración de la loza industrial en la región desde finales del siglo XVIII y luego, a
principios del XX, el inicio de la fabricación generalizada de recipientes de vidrio fueron la
causa del declive de la comercialización de la cerámica faruca hasta su total extinción.
Desde hace algunas décadas únicamente el secular alfar de Fornaxe/Vega mantiene la
actividad por medio de José Manuel Vega, «Selito», último guardián de la tradición y de
este saber artesanal.
Como demuestran los vestigios arqueológicos y las referencias documentales, el
gran éxito de la cerámica faruca estuvo vinculado a una extensa distribución por los
mercados, en particular por las pueblas y villas. Sin duda, fueron esa posición cercana a
la ciudad de Oviedo y a los principales núcleos del centro de la región y, claro está y
como observó Fuertes Acevedo, la inmediatez a los sedimentos arcillosos los factores
que propiciaron el especial desarrollo de la producción cerámica de Faro. Además, el
arraigo de los talleres acarreó hondos influjos en otros centros alfareros de las
proximidades, caso del sierense de Vega de Poja y su célebre producción de la cerámica
del Rayo, cuyo inicio arrancó con el traslado de artesanos desde Faro.
La más temprana producción medieval consistió en vasijas con predominante
cocción reductora y decoración incisa propia del momento, pero ya en la baja Edad
Media se introdujeron acabados vidriados y, más adelante, esmaltados que convivieron a
lo largo del tiempo con los productos tradicionales, estos más destinados a la cocina y
almacenaje y los primeros al servicio de mesa. Al margen de ciertos elementos
constructivos como, por ejemplo, tejas y cañerías, la manufactura abarcó una gran
diversidad tipológica de piezas que, si bien se sintetizaría en jarras, platos y escudillas,
ha llevado a identificar cerca de una treintena de variedades en tiempos subactuales.
Los testimonios de la fabricación cerámica están representados casi exclusivamente
por los hornos de cocción y los testares formados por los productos marrados en el
proceso, a los que hay que agregar algunos instrumentos de trabajo, una relicta
colección de piezas fabricadas y alguna que otra barrera. Debe remarcarse, con todo, la
excepcional pervivencia del taller de Selito que conserva los elementos y la técnica de
elaboración tradicionales.
Respecto a los hornos, son muy pocos los que conservan la mayor parte de la
estructura, estando los demás arruinados pero, sobre todo, enterrados de modo que
debe haber un buen número de localización desconocida como evidencia el hecho de
que los casqueros no solo son más abundantes, sino que varios carecen de un centro de
cocción asociado. Tras un primer intento de inventario de sus vestigios encargado hace
unos años por la propia Consejería de Cultura, la Asociación de Amigos de la Alfarería
de Faro ha recogido más de una veintena de evidencias de hornos y testares que
componen el corpus a inventariar y proteger.
El resumen de su identificación y características básicas se presenta en el siguiente
cuadro:
N.º
Localización
Elemento
Producción
1
Pere Calva.
Horno y casquero.
Negra y vidriada.
2
Casa Nomparte.
El Monte.
Casquero.
Negra y esmaltada.
Cronología
Conservación
Postmedieval-s. XIX
Destruido.
s. XIV/XVI
Enterrado.
cve: BOE-A-2023-15913
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 162
Sábado 8 de julio de 2023
Sec. III. Pág. 99717
vecino de Faro de las canalizaciones de las fuentes de la ciudad, o la participación de
varios alfareros locales en la gestación de los alfares sierenses de Vega de Poja. El
protagonismo que la dedicación ceramista del lugar alcanza en el siglo XVIII queda de
manifiesto en que el Catastro de Ensenada cite hasta 72 artesanos que se ocupaban en
dicha práctica, compaginándola con las tareas del campo, aunque un siglo después se
habían reducido a algo más de la mitad según la información de P. Madoz. Todavía
durante las primeras décadas del siglo XX la producción mantenía alguna pujanza como
testimonian F. Canella y A. de Llano entre otros, por más que alcanzado el primer tercio
de siglo solo pervivían cuatro alfareros, situación que hacía presagiar el pronto final de
esa industria tal como vaticinaba Álvarez Quiñones en la revista Estampa. La paulatina
instauración de la loza industrial en la región desde finales del siglo XVIII y luego, a
principios del XX, el inicio de la fabricación generalizada de recipientes de vidrio fueron la
causa del declive de la comercialización de la cerámica faruca hasta su total extinción.
Desde hace algunas décadas únicamente el secular alfar de Fornaxe/Vega mantiene la
actividad por medio de José Manuel Vega, «Selito», último guardián de la tradición y de
este saber artesanal.
Como demuestran los vestigios arqueológicos y las referencias documentales, el
gran éxito de la cerámica faruca estuvo vinculado a una extensa distribución por los
mercados, en particular por las pueblas y villas. Sin duda, fueron esa posición cercana a
la ciudad de Oviedo y a los principales núcleos del centro de la región y, claro está y
como observó Fuertes Acevedo, la inmediatez a los sedimentos arcillosos los factores
que propiciaron el especial desarrollo de la producción cerámica de Faro. Además, el
arraigo de los talleres acarreó hondos influjos en otros centros alfareros de las
proximidades, caso del sierense de Vega de Poja y su célebre producción de la cerámica
del Rayo, cuyo inicio arrancó con el traslado de artesanos desde Faro.
La más temprana producción medieval consistió en vasijas con predominante
cocción reductora y decoración incisa propia del momento, pero ya en la baja Edad
Media se introdujeron acabados vidriados y, más adelante, esmaltados que convivieron a
lo largo del tiempo con los productos tradicionales, estos más destinados a la cocina y
almacenaje y los primeros al servicio de mesa. Al margen de ciertos elementos
constructivos como, por ejemplo, tejas y cañerías, la manufactura abarcó una gran
diversidad tipológica de piezas que, si bien se sintetizaría en jarras, platos y escudillas,
ha llevado a identificar cerca de una treintena de variedades en tiempos subactuales.
Los testimonios de la fabricación cerámica están representados casi exclusivamente
por los hornos de cocción y los testares formados por los productos marrados en el
proceso, a los que hay que agregar algunos instrumentos de trabajo, una relicta
colección de piezas fabricadas y alguna que otra barrera. Debe remarcarse, con todo, la
excepcional pervivencia del taller de Selito que conserva los elementos y la técnica de
elaboración tradicionales.
Respecto a los hornos, son muy pocos los que conservan la mayor parte de la
estructura, estando los demás arruinados pero, sobre todo, enterrados de modo que
debe haber un buen número de localización desconocida como evidencia el hecho de
que los casqueros no solo son más abundantes, sino que varios carecen de un centro de
cocción asociado. Tras un primer intento de inventario de sus vestigios encargado hace
unos años por la propia Consejería de Cultura, la Asociación de Amigos de la Alfarería
de Faro ha recogido más de una veintena de evidencias de hornos y testares que
componen el corpus a inventariar y proteger.
El resumen de su identificación y características básicas se presenta en el siguiente
cuadro:
N.º
Localización
Elemento
Producción
1
Pere Calva.
Horno y casquero.
Negra y vidriada.
2
Casa Nomparte.
El Monte.
Casquero.
Negra y esmaltada.
Cronología
Conservación
Postmedieval-s. XIX
Destruido.
s. XIV/XVI
Enterrado.
cve: BOE-A-2023-15913
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 162