III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-12910)
Resolución de 31 de marzo de 2023, de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, de la localidad de Mérida (Badajoz), con carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 31 de mayo de 2023

Sec. III. Pág. 75732

Y en la trastienda de la guerra, la lucha por defender su jardín, que decía Carlos Saura,
la lucha por el poder, en un sentido más amplio. Caín y Abel ya en el Génesis, Eteocles y
Polinices en la lucha por el trono de Tebas (Los siete contra Tebas), Atreo y Tiestes, en la
disputa del trono de Micenas, Agamenón y Menelao por la aniquilación de Troya, hasta las
últimas consecuencias, con la muerte del inocente Astianacte, para que no se reavivara la
hoguera de futuras discordias («Las Troyanas» de Eurípides y Séneca).
La guerra es el tema central de «Los Persas» de Esquilo, de varias tragedias de
Eurípides («Agamenón», «Siete contra Tebas», «Las Suplicantes», «Andrómaca»,
«Hécuba», «Las Troyanas»), de Séneca («Las Troyanas»), de Shakespeare
(«Coriolano»), de Corneille («Horacio», «Cinna») y de Racine («Andrómaca», «Ifigenia»),
por citar sólo algunos ejemplos.
Desde Esquilo siempre hay un denominador común: el castigo a la desmesura de los
vencedores. Jerjes es el primer ejemplo. Joven insensato ha osado romper el orden
natural cruzando a pie enjuto lo que es mar; ha puesto un yugo sobre el ponto para
dominar lo que es competencia y dominio de los dioses en exclusiva. Jerjes obedece a
su orgullo y el orgullo desagrada a los dioses: «Ate atrae a los hombres a sus redes de
donde ninguno será capaz de salir» (v. 98).
En Eurípides las tragedias sobre la guerra tienen connotaciones más actuales y
también más eternas. Agamenón, como Jerjes, es el rey imprudente que emprende una
guerra por «una mujer que fue de muchos maridos» y en su permisiva tolerancia de
vencedor, dejó incendiar los santuarios de los dioses. La pasión amorosa y el orgullo
herido pesan más que los miles de griegos y troyanos muertos, que el incendio de los
templos, que el quebranto de la más mínima piedad para con el vencido.
Eurípides, el más moderno de los trágicos, condena los excesos de la guerra y la
propia guerra. En «Las Suplicantes» trata el derecho a sepultar a los muertos tras una
batalla (los beocios habían impedido esto a los atenienses en Delión). En «Antígona»
sucede otro tanto con Polinices.
Casi siempre, especialmente en el contexto de una guerra, la razón de Estado frente
a la libertad individual. Como sucede en la poesía épica, portadora de los valores
patrióticos: «Que menos es querer matar a un hermano/que contra el Rey y la Patria se
levanta», dice Vasco de Gama para justificar el enfrentamiento entre muchos hermanos,
lusos y castellanos, en Aljubarrota. También en la tragedia es ésta la razón que esgrime
Creonte para honrar el cadáver de Eteocles, defensor de la ciudad-estado, y dejar
insepulto y abandonado el cuerpo de Polinices. Pero, Sófocles en «Antígona» se
decanta por la solución piadosa de la heroína trágica: entierra a su hermano Polinices,
aunque firme así su propia condena de muerte. Interviene el amor, el otro componente
trágico: Hemón, hijo de Creonte, enamorado de Antígona, pide clemencia a su padre,
aunque cuando éste accede, ya es demasiado tarde: cuando va a liberar a Antígona,
ésta se ha suicidado, él hace lo propio y con él Eurídice, la esposa de Creonte. Creonte
se queda sólo. Es la soledad del tirano.
Más tarde, Séneca, y después Anouilh ven en la muerte la única solución trágica
ante la razón de Estado. Antígona muere por oponerse a una ley injusta, ejemplifica el
enfrentamiento entre el concepto humano de lo justo y el concepto político de lo legal,
del orden.
En un ensayo sobre la violencia en los campos nazis de concentración, George
Steiner cuenta lo siguiente: «En la anotación del 17 de septiembre de 1941 de su diario,
el novelista alemán Martin Raschke cuenta un episodio ocurrido en Riga cuando era
ocupada por los nazis. Una joven, sorprendida mientras esparcía tierra sobre el cuerpo
de su hermano ejecutado poco antes, al ser preguntada sobre lo que estaba haciendo,
respondió: «Era mi hermano y para mí eso es suficiente».
En «Los Siete contra Tebas» se asiste también al horror de las ciudades saqueadas.
En un trabajo reciente, a propósito del antibelicismo en Séneca y Lucano, escribí sobre
el significado de la guerra como quebrantamiento de las leyes divinas las), las leyes de
los hombres («ius» y «les»), el orden natural, familiar «nietas») e individual («ratio»
frente a «furor»).

cve: BOE-A-2023-12910
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Núm. 129