III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2022-20336)
Decreto 134/2022, de 9 de noviembre, por el que se declara bien de interés cultural, las "Fiestas Patronales de San Antonio Abad", de la localidad de Peloche, Herrera del Duque (Badajoz), con categoría de patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 290

Sábado 3 de diciembre de 2022

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cve: BOE-A-2022-20336
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procesión. Los danzantes van bailando delante de la imagen del santo. Así recorren todo
el pueblo. Como van parando de vez en cuando, para trenzar algunos pasos y giros de la
danza, la procesión se hace bastante larga.
Cuando la procesión, tras recorrer el pueblo, vuelve de nuevo a la puerta de la
iglesia, se procede a «subir las mangas», es decir a subastar, uno por uno, los cuatro
extremos de los palos de las andas en que ha procesionado el santo patrón. La gente
suele pujar, por alguna «manda» o promesa. Las cuatro personas que ofrecen más
dinero tienen la deferencia de portar las andas del santo para meterlo dentro de la
iglesia.
A veces, además de las «mangas», también subastan algún cuadro, jarrón…
Durante la misa, la gente entrega al santo diversas ofrendas, que se subastan, al
final, en beneficio de la Hermandad.
Al final se recitan diversos dichos para dar gracias al santo. Los dichos son unas
poesías recitadas. Las personas que quieren se adelantan hasta el altar, cogen el
micrófono y recitan una poesía, que se han inventado para agradecer al santo, por
ejemplo, el haber salido bien de alguna operación o de algún accidente, el nacimiento de
algún hijo… Asimismo se pueden recitar los dichos desde el coro de la iglesia.
Todos los dichos tienen que terminar con un viva al santo («¡Viva San Antón
bendito!», o algo similar), que es coreado por todos los presentes con un fuerte «¡Viva!»
En ese momento, tras cada dicho, los danzantes, al ritmo de las guitarras, trenzan unos
pasos y terminan con el zapatazo. Así con todos y cada uno de los dichos que se reciten.
También la misa termina, finalmente, con un fuerte: «¡Viva San Antón bendito!»,
coreado por todos los presentes.
Tras la misa, van danzando a la casa del Santo y allí se le ayuda a quitarse el
mantón y lo que pueda estorbarles para poder vender las roscas.
Cada danzante coge todas las roscas que pueda y sale por las calles a venderlas.
Cuando termina, vuelve a por más. Hasta que no vendan todas las roscas, no pueden
descansar ni pararse a comer.
Las roscas tienen un precio, pero los danzantes intentan venderlas más caras,
porque, lo que saquen de más, es para ellos.
La gente suele acercarse a la Casa del Santo para comprar las roscas a los
danzantes y los canutos.
Cuando los danzantes terminan de vender las roscas, hay una comida con el
mayordomo, los curas, autoridades, danzantes… en la Casa del Santo.
El día 18 es denominado «día de San Antón chico». Los danzantes, por la mañana,
quedan a una hora determinada. Si algún danzante no acude, los demás van a su casa y
le atan una soga que debe llevar arrastrando cuando pasee por el pueblo, entre risas y
buen humor.
En este día ya los danzantes se relajan y celebran su fiesta particular.

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D. L.: M-1/1958 - ISSN: 0212-033X