III. Otras disposiciones. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2022-14725)
Acuerdo 159/2022, de 25 de agosto, de la Junta de Castilla y León, por el que se declara el Castro de Corona de Corporales en Truchas (León), bien de interés cultural con categoría de zona arqueológica.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 216
Jueves 8 de septiembre de 2022
Sec. III. Pág. 124644
cve: BOE-A-2022-14725
Verificable en https://www.boe.es
detecta una entrada en codo que comunicaba con el propio foso. La existencia de unos
salientes rocosos cortados permite reconocer su función como dinteles de un portillo, el
acceso principal al núcleo del hábitat.
Las estructuras de habitación estudiadas al interior del recinto, de las que se
excavaron arqueológicamente dieciséis, están levantadas con hiladas horizontales de
pizarra, presentan suelos de tierra apisonada y endurecida, y conservan hogares
exentos. Estas unidades se hallan agrupadas en tres sectores distintos e incluyen 8
viviendas junto con almacenes y dependencias artesanales. Las plantas de las estancias
son mayoritariamente rectangulares o cuadrangulares, algunas de ellas con esquinas
redondeadas. En cuanto a las superficies de ocupación de estas, pueden tener de 15
a 25 m2, aunque en algunos casos sólo alcanzan los 8 m2.
El poblado revela en último término una organización basada en unas unidades o
pequeños núcleos de construcciones agrupadas que configuran unidades de ocupación
compuestas por viviendas, patios, almacenes y talleres. Los espacios libres destinados
al tránsito están definidos más por la inexistencia de construcciones que por ser
verdaderos espacios de articulación o unión entre los diversos edificios, reflejo de un
urbanismo espontáneo.
Las excavaciones han proporcionado diversos materiales, fundamentalmente
cerámicos, adscritos a la Segunda Edad del Hierro. Por su interés económico, cabe
destacar el hallazgo de varios crisoles de barro utilizados en la metalurgia de bronces
ternarios. Junto a ellos, se han reconocido algunas canicas y una fusayola.
Del material pétreo destaca, por su frecuencia, las piedras de molinos barquiformes
fabricados sobre esquisto local.
Útiles y herramientas metálicos son escasos, si bien han sido encontrados un martillo
y una podadera de hierro, mientras que las piezas de adorno personal son de bronce.
A partir de todos estos datos, se deduce que se trata de un hábitat castreño con
estructuras defensivas correspondientes a la Edad del Hierro, que fue ocupado entre los
siglos II y I a. C. y para el que se ha supuesto una correspondencia con la población
astur que explotaba los recursos mineros serranos que, a la vez, ofrecían
emplazamientos con posiciones más seguras frente al avance romano. Sea como fuere,
tanto los elementos urbanísticos como los materiales apuntan la existencia de un
ambiente cultural caracterizado por un relativo aislamiento, por otra parte, propio de las
gentes que habitan en zonas de montaña.
El enorme interés de La Corona radica en constituir un hito fundamental en la
comprensión de la tradición cultural de los pobladores astures y su modo de ocupar y
explotar sus territorios, una cuestión que vendría, además, avalada por su relación con
los yacimientos vecinos del Castro de Corporales y con La Corona de Quintanilla, que
permiten reconocer la secuencia ocupacional y cultural de este territorio desde época
anterior a la conquista romana hasta el fin de la época alto imperial, integrada
básicamente por hábitats creados en función de la extracción de los recursos metálicos
de la zona.
https://www.boe.es
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
D. L.: M-1/1958 - ISSN: 0212-033X
Núm. 216
Jueves 8 de septiembre de 2022
Sec. III. Pág. 124644
cve: BOE-A-2022-14725
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salientes rocosos cortados permite reconocer su función como dinteles de un portillo, el
acceso principal al núcleo del hábitat.
Las estructuras de habitación estudiadas al interior del recinto, de las que se
excavaron arqueológicamente dieciséis, están levantadas con hiladas horizontales de
pizarra, presentan suelos de tierra apisonada y endurecida, y conservan hogares
exentos. Estas unidades se hallan agrupadas en tres sectores distintos e incluyen 8
viviendas junto con almacenes y dependencias artesanales. Las plantas de las estancias
son mayoritariamente rectangulares o cuadrangulares, algunas de ellas con esquinas
redondeadas. En cuanto a las superficies de ocupación de estas, pueden tener de 15
a 25 m2, aunque en algunos casos sólo alcanzan los 8 m2.
El poblado revela en último término una organización basada en unas unidades o
pequeños núcleos de construcciones agrupadas que configuran unidades de ocupación
compuestas por viviendas, patios, almacenes y talleres. Los espacios libres destinados
al tránsito están definidos más por la inexistencia de construcciones que por ser
verdaderos espacios de articulación o unión entre los diversos edificios, reflejo de un
urbanismo espontáneo.
Las excavaciones han proporcionado diversos materiales, fundamentalmente
cerámicos, adscritos a la Segunda Edad del Hierro. Por su interés económico, cabe
destacar el hallazgo de varios crisoles de barro utilizados en la metalurgia de bronces
ternarios. Junto a ellos, se han reconocido algunas canicas y una fusayola.
Del material pétreo destaca, por su frecuencia, las piedras de molinos barquiformes
fabricados sobre esquisto local.
Útiles y herramientas metálicos son escasos, si bien han sido encontrados un martillo
y una podadera de hierro, mientras que las piezas de adorno personal son de bronce.
A partir de todos estos datos, se deduce que se trata de un hábitat castreño con
estructuras defensivas correspondientes a la Edad del Hierro, que fue ocupado entre los
siglos II y I a. C. y para el que se ha supuesto una correspondencia con la población
astur que explotaba los recursos mineros serranos que, a la vez, ofrecían
emplazamientos con posiciones más seguras frente al avance romano. Sea como fuere,
tanto los elementos urbanísticos como los materiales apuntan la existencia de un
ambiente cultural caracterizado por un relativo aislamiento, por otra parte, propio de las
gentes que habitan en zonas de montaña.
El enorme interés de La Corona radica en constituir un hito fundamental en la
comprensión de la tradición cultural de los pobladores astures y su modo de ocupar y
explotar sus territorios, una cuestión que vendría, además, avalada por su relación con
los yacimientos vecinos del Castro de Corporales y con La Corona de Quintanilla, que
permiten reconocer la secuencia ocupacional y cultural de este territorio desde época
anterior a la conquista romana hasta el fin de la época alto imperial, integrada
básicamente por hábitats creados en función de la extracción de los recursos metálicos
de la zona.
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