I. Disposiciones generales. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ARAGÓN. Subvenciones. (BOE-A-2021-21319)
Decreto-ley 8/2021, de 24 de noviembre, del Gobierno de Aragón, por el que se autoriza la tramitación, por el procedimiento de concesión directa de una subvención a favor de "Opel España, SLU" para el desarrollo de proyectos de protección medioambiental, de investigación industrial y desarrollo experimental, y para la transformación y modernización tecnológica de los procesos y hacer frente a los perjuicios económicos derivados de la COVID-19.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Viernes 24 de diciembre de 2021
Sec. I. Pág. 161927
autonómico y el 4,35 % del VAB de la región. Este sector está inmerso en una total
transformación estructural, derivada entre otras de la incertidumbre política y económica,
la reorientación normativa hacia el vehículo eléctrico, unido a los nuevos modos de
utilizar el automóvil («carsharing»). El automóvil tiene que hacer frente sin demora al
desafío que suponen las políticas contra el cambio climático y, también, a las
oportunidades que ofrece la inserción de nuevas tecnologías en los vehículos. Es por
ello que la industria de la automoción necesita con urgencia reinventarse y hacer frente a
todos estos retos, además de mejorar su reputación ante la percepción de la sociedad de
que se trata de un sector poco sostenible.
La movilidad está en plena revolución y será uno de los ejes transformadores de la
economía española durante los próximos años. Los vehículos, que llevan años en el
mercado movidos por los motores de combustión, deben sustituirse por otros
propulsados mediante energías alternativas y por motor eléctrico. La práctica totalidad de
los fabricantes de automóviles tienen claro que su presente es electrificado, en un
entorno altamente competitivo con objetivos muy exigentes de eficiencia energética y
medioambiental y de ahorro de costes, y donde las decisiones son constantes e
impactan en las inversiones a realizar y el empleo de las plantas.
Estos cambios y otros, han sido asumidos por la industria de manera inmediata, de
tal forma que los fabricantes que antes producían cuadros de instrumentos ven ahora
cómo los nuevos modelos llevan pantallas digitales, los que hacían componentes para
los motores de combustión tienen ahora que hacer piezas para motores eléctricos,
totalmente diferentes. Por último, está el tema clave de la fabricación de las baterías y el
actual desabastecimiento de microchips, aspectos en los que las empresas
automovilísticas en España tienen la inaplazable necesidad de afrontar con el objeto de
proporcionar infraestructuras para el ya comenzado tránsito hacia el coche eléctrico. Por
estos motivos, ciertas plantas de producción de automóviles se han visto obligadas a
paralizar su producción en diversas ocasiones durante este último año. Son muchos
cambios radicales que deben tener lugar en muy poco tiempo y cuya consecución están
generando mucha preocupación en el sector.
Pero este reto no se puede abordar en solitario. Se requiere de un trabajo conjunto y
en común de todos los agentes implicados: administración, empresas, fabricantes,
distribuidores y sindicatos que contribuya al mantenimiento de la relevancia que en
términos económicos y de empleo tiene la fabricación de vehículos en Aragón.
Estas dificultades se han visto agravadas como consecuencia del brote de
coronavirus y sus efectos, aunque las Administraciones Públicas dada la magnitud de lo
sucedido, hayan puesto en marcha un gran abanico de medidas extraordinarias para
abordar esta crisis y mitigar sus efectos.
En la actual coyuntura internacional, el sector está afrontando un futuro lleno de
incertidumbres y riesgos, de una impredecible duración, con efectos desconocidos sobre
el actual sistema económico mundial. Este panorama es incierto y nada favorable para
fomentar la realización de inversiones. El retraso de estas inversiones supone una
ralentización de la actividad industrial debido al impacto directo en las empresas
auxiliares, e indirecto al resto de empresas, así como un aumento de las dudas sobre las
expectativas de la reindustrialización de la industria y su efecto inducido.
El sector de la automoción ha sido uno de los sectores más afectados por los efectos
de la pandemia, pues desde la declaración del estado de alarma las distintas factorías
del sector se han visto obligadas a paralizar su actividad industrial y comercial por la
ruptura de su propio modelo de abastecimiento. A la crisis pandémica, con limitaciones
sobre la movilidad y el turismo y efecto inducido sobre las ventas y alquiler de vehículos,
se suma la crisis propia del sector relacionada con la ya mencionada falta de los
microchips necesarios para la producción de vehículos. Entre los perjuicios ocasionados
cabe destacar caídas de facturación y negocio, un descenso de las matriculaciones,
productividad, nivel de ingresos y la aplicación de expedientes de regulación temporal de
empleo.
cve: BOE-A-2021-21319
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 308
Viernes 24 de diciembre de 2021
Sec. I. Pág. 161927
autonómico y el 4,35 % del VAB de la región. Este sector está inmerso en una total
transformación estructural, derivada entre otras de la incertidumbre política y económica,
la reorientación normativa hacia el vehículo eléctrico, unido a los nuevos modos de
utilizar el automóvil («carsharing»). El automóvil tiene que hacer frente sin demora al
desafío que suponen las políticas contra el cambio climático y, también, a las
oportunidades que ofrece la inserción de nuevas tecnologías en los vehículos. Es por
ello que la industria de la automoción necesita con urgencia reinventarse y hacer frente a
todos estos retos, además de mejorar su reputación ante la percepción de la sociedad de
que se trata de un sector poco sostenible.
La movilidad está en plena revolución y será uno de los ejes transformadores de la
economía española durante los próximos años. Los vehículos, que llevan años en el
mercado movidos por los motores de combustión, deben sustituirse por otros
propulsados mediante energías alternativas y por motor eléctrico. La práctica totalidad de
los fabricantes de automóviles tienen claro que su presente es electrificado, en un
entorno altamente competitivo con objetivos muy exigentes de eficiencia energética y
medioambiental y de ahorro de costes, y donde las decisiones son constantes e
impactan en las inversiones a realizar y el empleo de las plantas.
Estos cambios y otros, han sido asumidos por la industria de manera inmediata, de
tal forma que los fabricantes que antes producían cuadros de instrumentos ven ahora
cómo los nuevos modelos llevan pantallas digitales, los que hacían componentes para
los motores de combustión tienen ahora que hacer piezas para motores eléctricos,
totalmente diferentes. Por último, está el tema clave de la fabricación de las baterías y el
actual desabastecimiento de microchips, aspectos en los que las empresas
automovilísticas en España tienen la inaplazable necesidad de afrontar con el objeto de
proporcionar infraestructuras para el ya comenzado tránsito hacia el coche eléctrico. Por
estos motivos, ciertas plantas de producción de automóviles se han visto obligadas a
paralizar su producción en diversas ocasiones durante este último año. Son muchos
cambios radicales que deben tener lugar en muy poco tiempo y cuya consecución están
generando mucha preocupación en el sector.
Pero este reto no se puede abordar en solitario. Se requiere de un trabajo conjunto y
en común de todos los agentes implicados: administración, empresas, fabricantes,
distribuidores y sindicatos que contribuya al mantenimiento de la relevancia que en
términos económicos y de empleo tiene la fabricación de vehículos en Aragón.
Estas dificultades se han visto agravadas como consecuencia del brote de
coronavirus y sus efectos, aunque las Administraciones Públicas dada la magnitud de lo
sucedido, hayan puesto en marcha un gran abanico de medidas extraordinarias para
abordar esta crisis y mitigar sus efectos.
En la actual coyuntura internacional, el sector está afrontando un futuro lleno de
incertidumbres y riesgos, de una impredecible duración, con efectos desconocidos sobre
el actual sistema económico mundial. Este panorama es incierto y nada favorable para
fomentar la realización de inversiones. El retraso de estas inversiones supone una
ralentización de la actividad industrial debido al impacto directo en las empresas
auxiliares, e indirecto al resto de empresas, así como un aumento de las dudas sobre las
expectativas de la reindustrialización de la industria y su efecto inducido.
El sector de la automoción ha sido uno de los sectores más afectados por los efectos
de la pandemia, pues desde la declaración del estado de alarma las distintas factorías
del sector se han visto obligadas a paralizar su actividad industrial y comercial por la
ruptura de su propio modelo de abastecimiento. A la crisis pandémica, con limitaciones
sobre la movilidad y el turismo y efecto inducido sobre las ventas y alquiler de vehículos,
se suma la crisis propia del sector relacionada con la ya mencionada falta de los
microchips necesarios para la producción de vehículos. Entre los perjuicios ocasionados
cabe destacar caídas de facturación y negocio, un descenso de las matriculaciones,
productividad, nivel de ingresos y la aplicación de expedientes de regulación temporal de
empleo.
cve: BOE-A-2021-21319
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 308