III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-5016)
Resolución de 15 de diciembre de 2020, de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, por la que incoa expediente para dar nueva configuración al bien de interés cultural «La Abadía con su Jardín», de la localidad de Abadía (Cáceres), denominándolo «El Palacio y los Jardines de los Duques de Alba» y otorgándole la categoría de sitio histórico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 30 de marzo de 2021

Sec. III. Pág. 36406

– Escultura de sátiro sentado sobre una roca, que porta una cinta cruzada en el
pecho, diadema en la cabeza y del que destaca su sexo en erección; en mármol.
Presenta un orificio en el rostro a la altura de la boca.
– En el pasillo entre el claustro y el jardín hay depositado un escudo de granito de la
casa Alba, de pequeño formato, que parece corresponder a la clave de un arco.
A la primera planta del palacio se accede a través de dos escaleras: una, situada en
la galería este del claustro; y otra, en la esquina suroeste. En el caso de la segunda, se
accede a ella a través de un arco de medio punto decorado con un relieve de armas,
dispuesto a ambos lados de una hornacina coronada, que debió albergar alguna figura o
escudo, en la actualidad desaparecida. En la misma escalera, en otra hornacina, y visible
desde el claustro, se halla un busto de mármol sobre peana de fábrica. La coraza indica
que podría tratarse del retrato de un personaje de la antigüedad clásica.
Se desconoce el emplazamiento de la antigua iglesia de la abadía. Velo Nieto apunta
la hipótesis de que la puerta gótica cegada de la esquina nordeste del claustro
pertenecía a ella. Este autor, además, hace referencia a la existencia de un gran aljibe,
aunque no se ha podido comprobar su existencia.
Jardines: este palacio fue conocido por disponer de uno de los mejores jardines
renacentistas de España, diseñado a la moda italiana del siglo XVI. El jardín, en la
actualidad, se encuentra muy deteriorado y son escasísimos los restos, aunque mantiene
su estructura original. Se organizaba en rampas a diversas alturas, descendentes, con
una articulación del espacio en perspectiva. Esta composición es típica del jardín
renacentista, a su vez heredero del helenístico y del romano. El jardín lo mandó construir
don Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, personaje de renombre por su
destacado papel en la política exterior y su actividad militar al servicio del emperador
Carlos V y de su hijo Felipe II. Es un personaje histórico controvertido y de personalidad
compleja que, aunque poco conocido por sus aficiones artísticas, aunó a su vertiente
guerrera una faceta humanista, poética y diplomática.
Educado por Boscán y amigo de Garcilaso, en Abadía recreó un ambiente bucólico,
pero manipulado por un refinamiento y sofisticación afines a los más singulares jardines
italianos. En su concepción se conjugaban el arte, la literatura y el símbolo, con la
naturaleza y el artificio en un todo caprichoso. Es indudable que el jardín representaba
también un símbolo de prestigio y la búsqueda de la fama de su promotor.
Uno de los elementos claves del jardín fue su vegetación. En la actualidad, subsiste
alguna planta exótica, de las muchas que debieron organizar este espacio. Desde sus
campañas militares o estancias diplomáticas en Italia y Flandes, el duque de Alba envió
plantas, encargó el estudio de riegos a ingenieros competentes y mandó jardineros.
Según las descripciones de la época, los viajeros se encontraban con mesas de
naranjos, círculos de mirto, paredes recubiertas de jazmines, calles cubiertas con cidras
y limones imitando figuras de animales, personas, escenas heráldicas, etc. Así, había
divisiones hechas con la vegetación: setos de mirto y arrayanes, árboles y variados tipos
de arbustos que recreaban calles abiertas o túneles recubiertos por ramas. En torno a
las fuentes y esculturas, se disponían círculos y figuras realizadas con la técnica del «Ars
Topiaria». Para entender el aspecto que tendría el jardín de Abadía es imprescindible
recurrir a algunos tapices flamencos del Renacimiento que reproducen jardines con
diseños de este tipo.
Junto a la vegetación, otro elemento definidor de espacios era el agua, que formaba
parte indispensable de fuentes de variados diseños, con múltiples hilillos que salían de
las esculturas, estanques, burladores, provocando inundaciones momentáneas,
sorprendiendo al visitante, órganos hidráulicos, etc. No se conoce la situación exacta de
estos elementos, aunque en el jardín alto se habla de una fuente de Pegaso (la
escultura, posiblemente, sea la que se conserva en el claustro), que es un motivo
recurrente en los jardines renacentistas. Al lado, habría otra fuente con un círculo de
mirto, que se adornaba con retratos de emperadores romanos y personajes ilustres.
El historiador Ponz sitúa, en esta zona, otras fuentes con esculturas de Igea y de una
aldeana, además de otras figuras. Con todo, a través de los versos de Lope de Vega, es

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