3. Otras disposiciones. . (2024/245-44)
Decreto 271/2024, de 16 de diciembre, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, la delimitación del Conjunto Dolménico de Soto y su entorno en Trigueros, Beas y Niebla (Huelva).
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Número 245 - Jueves, 19 de diciembre de 2024
página 55982/6
Este mismo fenómeno espacial ha sido observado en otros monumentos megalíticos
de Andalucía como El Pozuelo (Zalamea la Real, Huelva), Alberite (Villamartín, Cádiz) y
Menga (Antequera, Málaga), con una geometría alargada asimétrica de las plantas, una
asimetría constructiva entre las paredes y el mismo desigual comportamiento lumínico,
pautas que remiten a la existencia de un patrón cultural y simbólico intencional por parte
de las comunidades neolíticas.
La totalidad de los soportes de las paredes y de la techumbre evidencian un
proceso técnico muy elaborado. Todos los soportes fueron preparados, formateados y
transformados de forma previa a su colocación en la construcción megalítica interna.
Ningún soporte se corresponde con un bloque natural empleado en estado bruto:
todos presentan huellas de múltiples tratamientos técnicos: desbastados, lascados,
piqueteados (directos e indirectos), abrasiones y pulimentos, entre otros. La mayoría
de los soportes presentan improntas de tratamientos combinados superpuestos, que
atestiguan la reutilización, el reciclaje y el empleo continuado, atestiguando cómo el
dolmen fue construido con soportes reciclados, correspondiéndose la práctica totalidad
de los soportes pétreos empleados con antiguas estelas, menhires u ortostatos
transformados ex profeso para su empleo en la construcción megalítica. Su construcción
estuvo precedida por un trabajo de acondicionamiento consistente en la regularización y
explanación del sitio con una pendiente descendente progresiva hacia el interior, hasta
conectar con la gran fosa/zanja longitudinal donde se levantó la estructura megalítica
interna. Posteriormente se construyó el túmulo, compuesto de capas superpuestas de
arcillas rojas y margas grises-verdosas, de desigual desarrollo vertical y horizontal,
rematado en su nivel superior por una abigarrada capa de cantos rodados de
tonalidades blanquecinas (cuarcitas y cuarzo) trabados con arcilla roja, que potenciaría la
perceptibilidad paisajística e incrementaría el impacto visual del monumento en un radio
de varios kilómetros en el espacio circundante de la rivera del Candón. El túmulo final se
delimitó por un anillo peristalítico continuo, conformado por piedras de diversas formas y
litologías, correspondiéndose algunas de ellas con bloques menhíricos fracturados. En
una fase posterior del monumento, parte de las piedras que formaban el anillo fueron
fracturadas o extraídas en un proceso de destrucción o desmantelamiento. Al exterior
se construyó en su etapa final un pavimento circundante, de 5,50 metros de anchura
consistente en una cama de asiento de arcilla y un nivel de empedrado de cantos y lajas
de cuarcitas, cuarzos blancos, gravaucas y calcarenita.
Soto 1 es el único monumento de los tres que ha sido excavado recientemente y
del que se dispone de dataciones radiocarbónicas. Presenta una amplia secuencia
cronológica pudiendo distinguirse cinco fases:
- Fase 1: Neolítico Medio al Neolítico Reciente (V y IV milenio a. C.): esta primera fase
de ocupación del sitio se correspondería con la existencia de una agrupación circular
de piedras verticales, formada por menhires y estelas, muchos de los cuales fueron
reaprovechados en la construcción del dolmen en la fase posterior.
- Fase 2: Neolítico Tardío / Final (IV milenio a. C.): construcción y transformación del
monumento funerario y estructuras externas. Además del monumento funerario, en esta
fase se encuadran un conjunto de estructuras que convivieron con él: Cabañas, hipogeo
y hoyos de poste.
- Fase 3: Edad del Cobre (finales del IV – finales del III milenio a. C.): prácticas de
culto en el atrio y continuidad del espacio sepulcral.
- Fase 4: Edad del Bronce (finales del III – mediados del I milenio a. C.): reapropiación
y resacralización del monumento, que permaneció en funcionamiento como tal a lo largo
de toda la Edad de Bronce, como indica la presencia de numerosos grabados en los
soportes del interior de la estructura, en los que se plasmó armamento de este periodo
que guarda estrechas similitudes con las armas del depósito de la Ría de Huelva.
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00312928
BOJA
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
página 55982/6
Este mismo fenómeno espacial ha sido observado en otros monumentos megalíticos
de Andalucía como El Pozuelo (Zalamea la Real, Huelva), Alberite (Villamartín, Cádiz) y
Menga (Antequera, Málaga), con una geometría alargada asimétrica de las plantas, una
asimetría constructiva entre las paredes y el mismo desigual comportamiento lumínico,
pautas que remiten a la existencia de un patrón cultural y simbólico intencional por parte
de las comunidades neolíticas.
La totalidad de los soportes de las paredes y de la techumbre evidencian un
proceso técnico muy elaborado. Todos los soportes fueron preparados, formateados y
transformados de forma previa a su colocación en la construcción megalítica interna.
Ningún soporte se corresponde con un bloque natural empleado en estado bruto:
todos presentan huellas de múltiples tratamientos técnicos: desbastados, lascados,
piqueteados (directos e indirectos), abrasiones y pulimentos, entre otros. La mayoría
de los soportes presentan improntas de tratamientos combinados superpuestos, que
atestiguan la reutilización, el reciclaje y el empleo continuado, atestiguando cómo el
dolmen fue construido con soportes reciclados, correspondiéndose la práctica totalidad
de los soportes pétreos empleados con antiguas estelas, menhires u ortostatos
transformados ex profeso para su empleo en la construcción megalítica. Su construcción
estuvo precedida por un trabajo de acondicionamiento consistente en la regularización y
explanación del sitio con una pendiente descendente progresiva hacia el interior, hasta
conectar con la gran fosa/zanja longitudinal donde se levantó la estructura megalítica
interna. Posteriormente se construyó el túmulo, compuesto de capas superpuestas de
arcillas rojas y margas grises-verdosas, de desigual desarrollo vertical y horizontal,
rematado en su nivel superior por una abigarrada capa de cantos rodados de
tonalidades blanquecinas (cuarcitas y cuarzo) trabados con arcilla roja, que potenciaría la
perceptibilidad paisajística e incrementaría el impacto visual del monumento en un radio
de varios kilómetros en el espacio circundante de la rivera del Candón. El túmulo final se
delimitó por un anillo peristalítico continuo, conformado por piedras de diversas formas y
litologías, correspondiéndose algunas de ellas con bloques menhíricos fracturados. En
una fase posterior del monumento, parte de las piedras que formaban el anillo fueron
fracturadas o extraídas en un proceso de destrucción o desmantelamiento. Al exterior
se construyó en su etapa final un pavimento circundante, de 5,50 metros de anchura
consistente en una cama de asiento de arcilla y un nivel de empedrado de cantos y lajas
de cuarcitas, cuarzos blancos, gravaucas y calcarenita.
Soto 1 es el único monumento de los tres que ha sido excavado recientemente y
del que se dispone de dataciones radiocarbónicas. Presenta una amplia secuencia
cronológica pudiendo distinguirse cinco fases:
- Fase 1: Neolítico Medio al Neolítico Reciente (V y IV milenio a. C.): esta primera fase
de ocupación del sitio se correspondería con la existencia de una agrupación circular
de piedras verticales, formada por menhires y estelas, muchos de los cuales fueron
reaprovechados en la construcción del dolmen en la fase posterior.
- Fase 2: Neolítico Tardío / Final (IV milenio a. C.): construcción y transformación del
monumento funerario y estructuras externas. Además del monumento funerario, en esta
fase se encuadran un conjunto de estructuras que convivieron con él: Cabañas, hipogeo
y hoyos de poste.
- Fase 3: Edad del Cobre (finales del IV – finales del III milenio a. C.): prácticas de
culto en el atrio y continuidad del espacio sepulcral.
- Fase 4: Edad del Bronce (finales del III – mediados del I milenio a. C.): reapropiación
y resacralización del monumento, que permaneció en funcionamiento como tal a lo largo
de toda la Edad de Bronce, como indica la presencia de numerosos grabados en los
soportes del interior de la estructura, en los que se plasmó armamento de este periodo
que guarda estrechas similitudes con las armas del depósito de la Ría de Huelva.
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X
https://www.juntadeandalucia.es/eboja
00312928
BOJA
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía