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Bien de interés cultural –  Resolución de 9 de octubre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para incoación del expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Zona Arqueológica, del campamento militar “La Peña”, en Navalagamella
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
JUEVES 24 DE OCTUBRE DE 2024

B.O.C.M. Núm. 254

nares, Toledo y Guadalajara. Pero la operación más importante fue la que dio lugar a la Batalla de Brunete en julio de 1937. Esta batalla supuso que entrara en juego el término municipal de Navalagamella, y todos los municipios colindantes como Quijorna, Brunete, Torrelodones, Valdemorillo, Galapagar y El Escorial. A su finalización, la línea de frente
había sido modificada levemente, quedando esta en el río Perales. El término municipal de
Navalagamella quedó en zona del bando franquista, teniendo como órdenes la organización
en profundidad de la línea defensiva a retaguardia del río Perales y entre los ríos Aulencia
y Guadarrama.
La defensa del frente se organizó en tres niveles: el primero en la línea de frente del
río Perales con los puestos avanzados de escucha, pero sin ningún tipo de estructuras; el segundo nivel, protagonizado por los centros de resistencia, como fue el propio casco urbano
de Navalagamella; y el tercer nivel, con fortificaciones a retaguardia que tenían como misión frenar cualquier ataque que se pudiera producir, dentro de los cuales se encuentra el
campamento militar “La Peña”.
Los encargados de la construcción de las edificaciones del campamento fue la 71 División que pertenecía al 7.o Cuerpo del Ejército del general Varela. Aunque ambos bandos
venían de la misma formación en la construcción militar de campaña desarrollada durante
la Guerra del Rif, o la teoría derivada de la Primera Guerra Mundial, la conocida como Línea Margot, hubo considerables diferencias en la realización de sus enclaves militares. El
bando sublevado tomó como referencia obras como “Directrices de Fortificación” de 1938,
“Datos prácticos para trabajos de fortificación de campaña” o el “Manual del sargento de
zapadores. Especialista en fortificaciones” del capitán Andrada de 1932.
En todos los casos no cabía duda de que la mejor forma de construir era con hormigón
armado, lo cual no era posible en todas las ocasiones por la falta de suministros, reservándose para las edificaciones más expuestas y usando para el resto de edificaciones materiales como cemento, ferralla, mampostería o ladrillo, una extensa variedad de materiales condicionados por su disponibilidad y las circunstancias del momento, proporcionando una
extensa variedad de soluciones. Esta característica, unida al factor humano, hace que se
pueda apreciar una extensa tipología de obras de carácter militar: líneas de trinchera, parapetos, fortines, nidos de ametralladora, puestos de tirador, observatorios, caminos cubiertos, refugios para la tropa, polvorines, puestos de mando, almacenes, etcétera. Entre las diferencias que existieron en las formas de construcción hay algo que define la configuración
del Campamento militar “La Peña”: la prohibición por parte del bando franquista a partir
de 1937 de la construcción en línea continua, tal y como se venía haciendo desde la Primera Guerra Mundial. Se empleó la discontinua, quedando establecido el nuevo sistema defensivo, que debía ser escaqueado y en profundidad. Se establecieron lo que se conoce
como “islotes de resistencia”, pequeños núcleos de defensa situados en lugares estratégicos
que cubrían todas las direcciones ante un posible ataque, entre los que se encuentra el Campamento militar “La Peña”.
Tras el final de la contienda el campamento fue abandonado, no siendo hasta el siglo XXI
cuando se iniciaron los trabajos de estudio, catalogación y salvaguarda de elementos de la
Guerra Civil Española en la región. Destaca el impulso dado por el Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil (1936-1939) de la Comunidad de Madrid, poniendo en valor este patrimonio singular.
A partir de este momento se han ido sucediendo diferentes trabajos arqueológicos y de
consolidación en diferentes enclaves, incluyéndose algunas intervenciones en el Campamento militar “La Peña”. En cuanto a los trabajos arqueológicos, el primero fue llevado a
cabo en el año 2018. Consistieron en el desbroce, limpieza, fotografiado y realización de
una topografía GPS. Se contabilizaron 35 edificaciones de muy variada construcción y materiales.
Las siguientes campañas, realizadas entre los años 2018 y 2020, consistieron en la limpieza, desescombro, limpieza de derrumbes y excavación arqueológica de algunas estructuras y edificios. En la primera campaña se intervinieron los pabellones retirando los escombros y cobertura vegetal de forma manual, localizando abundantes restos materiales
correspondientes a la vida cotidiana del campamento.
En la segunda intervención se procedió a la limpieza, desescombro y excavación arqueológica de algunas estructuras y edificios localizados en la zona occidental y vértice
oriental y superior, así como en el límite norte. En la zona central y occidental se desbrozaron y excavaron las casas de los suboficiales, una vivienda catenaria y cinco edificios. También, se dejaron al descubierto abrigos y edificios que permanecían ocultos por la vegetación. En total se localizaron 19 nuevas estructuras, interviniendo en 9 de los edificios y 3
abrigos.

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